INDIGNOS E INDIGNADOS IV
El asalto al cielo
Queda escrito hace tiempo, aunque menos del que pareciera; resulta difícil contener el optimismo y no ver en las estaciones de la rebeldía, la gestación de una promesa de mañana. No sentir que la Primavera árabe volvió intrascendentes no sólo a los dictadorsuelos, sino al patético coco con el que Estados Unidos pretende, aún, asustar al mundo entero; Al Quaeda.
No ver en el Verano de Europa el rostro del fantasma que Marx veía y soñar, aunque sea por un momento, en un viejo mundo liberado de los dictados del capital. Aunque los esténtores de la bestia parezcan asesinos en Grecia, Portugal y la propia España.
No ilusionarse en el Invierno que en el Sur se hace Primavera y pensar que, junto a la juventud chilena, se abre camino la posibilidad de una América Latina en la que las grandes alamedas comienzan a abrirse y en ellas camina, como diría Allende, el hombre libre.
Resulta difícil, sí… Pero, sobre todo, conviene acotar el optimismo.
No la promesa del mañana en sí, sólo su gestación.
Sin conciencia de continuidad, cualquier movimiento se diluye una vez que la coyuntura que le motivara pasa. Sin conciencia de coyuntura, cualquier movimiento corre el riesgo de enquistarse en sí mismo y volverse contra quienes originalmente podrían apoyarle.
Guardando las debidas proporciones entre los distintos escenarios enumerados, el movimiento podría caer en la intransigencia del que sólo protesta sin construir alternativas o en el engaño de creer que la solución a un mínimo problema es la solución de todo.
El asalto al cielo que recién inicia es la continuación de muchos otros, fracasados o postergados. En él se ven las huellas del 94 en México, del zapatismo y de una nueva forma de ver la política.
En él están, también, los globalifóbicos que persiguieron y persiguen al poder desde Seattle y en las calles de Roma.
También están los que, desde todos los credos y naciones, condenan la ocupación israelí de Palestina y la cuota de sangre diaria que el mundo paga en estas tierras de Oriente.
Están todos y algunos más, porque también vemos a los jóvenes que, sin ser conscientes de su herencia, salen a la calle indignados por la cancelación de su futuro.
Están todos y algunos más… Ojos que recién aprenden a ver el mañana con una mirada distinta y a sumarse a sus iguales y diferentes… Esta es su mayor fortaleza y su mayor amenaza.
Tal vez este es el secreto, el aprender a continuar mirando hacia el mañana y sumando miradas, no restándolas… Aprender a ser distintos y coherentes, a cambiar el mundo para, en él, cambiarnos.
Mario Stalin Rodríguez
Nota.
No, no se me ha olvidado... Sólo es que, fiel a las tradiciones de este blog, hemos decidio procastinar un poco... Pero, pronto, la continucación de lo que continuación debe.
Etiquetas: Opinión, tratado sobre la necedad
2 Comments:
...Aprender a ser distintos y coherentes, a cambiar el mundo para, en él, cambiarnos.....
Ser distintos y coherentes, cambiar el mundo?
-Mi señor Don Necio Utopo , que no son gigantes que son molinos.
Menuda complejidad de texto el de hoy.
La complejidad te acompaña, el dibujo tampoco se queda atrás.
Me repito como Driada. No voy a comentar gran cosas porque lo dices todo en el último párrafo: "Tal vez este es el secreto, el aprender a continuar mirando hacia el mañana y sumando miradas, no restándolas… Aprender a ser distintos y coherentes, a cambiar el mundo para, en él, cambiarnos".
Mario, seguimos caminando como buenos hutopos y necios, ¡Tú lo dijiste hace ya!
Besicos muchos y por fin, vuelvo a comentar.
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