jueves, octubre 10, 2024

LABORES DE PARTO (revisión)

 Y VINIERON...

(Transición de la D-III-24 y Organización Nacional al SNDTSC)

“Primero vinieron por los socialistas” decía, hacia 1946, Martin Niemöller; “y guardé silencio porque yo no era socialista”, continuaba...

Luego vinieron por los sindicalistas, y no protesté porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no hablé porque yo no era judío.
Luego vinieron por mi... Y no quedaba ya nadie que hablara en mi nombre.

            Concluía el religioso alemán que, tras ser liberado de un campo de concentración, trataba de explicar el ascenso del fascismo en su patria y el cómo la inacción de ciertos grupos lo permitió (USHMM, 2023).

            (No, nunca fue “un poema”, el pastor improvisó estas palabras durante un sermón)

 

Sobre las frases de Niemöller me preguntaba, a finales de 2014 y principios de 2015, ¿qué haríamos cuando vinieran por nosotres? ¿Y si acaso quedaría alguien para hablar en nuestro nombre después? (Rodríguez de la Vega, 2015 a).

            Porque iban a venir por nosotres... Era obvio que vendrían por nosotres.

            Durante los sexenios del neoliberalismo el ataque, debilitamiento y aniquilamiento de lo público se había venido realizando de manera constante y sistemática... Acciones que durante el sangriento espuriato de Calderón y el Peñato se acrecentaron, como si supieran que les quedaba poco tiempo y tuvieran prisa por acabar con su obra de destrucción.

            El espurio Calderón se robó tiempo de su campaña por convertir al país en una fosa sangrienta para acabar, a golpe de decreto y de la noche a la mañana, con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, golpeando al sindicalismo independiente al aniquilar a uno de sus más fuertes exponentes, el SME.

            Ya desde su paso por la gubernatura del Estado de México Peña Nieto había dado cuenta de su intención de impulsar por sangre y violencia sus proyectos de gobierno, cuando en 2006, con la complicidad de la administración foxista y el conveniente silencio del PAN, reprimió a les pobladores de San Salvador Atenco y sus policías abusaron sexualmente de las mujeres detenidas en aquel poblado, todo para imponer el absurdo elefante blanco de un aeropuerto en los fangosos terrenos del lago de Texcoco.

            Ya en la presidencia y arropado por el bastardo Pacto por México (firmado por el PRI, PAN y un PRD que traicionaba así las mejores causas que le dieron origen), el político de Atlacomulco implementó sus Reformas Estructurales, aprobadas sin la mínima discusión en las cámaras legislativas (no, en aquel entonces ninguna “mesa de análisis” en los principales medios se quejaba por una “mayoría artificialmente sobrerrepresentada”) y aplicadas no pocas veces sobre la sangre del pueblo y les trabajadores.

            Sobre la sangre del magisterio implementó su Reforma Educativa (Zócalo de la CDMX, 2013 y Nochixtlán, Oaxaca, en 2016). Las balas de goma y la represión fueron su respuesta a cualquier protesta callejera de 2012 a 2015, con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Septiembre de 2014 como su punto más alto.

            Sí, tenían prisa por acabar con lo público y era claro que, más temprano que tarde, vendrían por nosotres... Y vinieron.

 

No hubo un “primer momento”, por supuesto; todo fue paulatino.

            Poco a poco, por ejemplo, fueron impulsando y fomentando la creación de empresas privadas que organizaban “visitas guiadas para escuelas” a museos, zonas arqueológicas y recintos culturales, lo cual fue notorio principalmente tras la llegada de Consuelo Saizar al CONACULTA en la segunda mitad del espuriato de Calderón, cuando ésta celebrara acuerdos con dichas empresas en detrimento de les trabajadores del INAH, INBAL y otras dependencias públicas que se encargaban de estas funciones.

            Esta y otras acciones que debilitaban al sector cultural estatal y desviaban el dinero público destinado a éste a manos privadas (como el FIDECINE y otros fideicomisos cuya única función real era entregar dinero público a empresas privadas) fueron reafirmadas e institucionalizadas ya en el peñato, con la llegada de Rafael Tovar y de Teresa, quien, por ejemplo, fue disminuyendo INDAUTOR hasta volverle una mera ventanilla para recibir documentos a gestorías privadas que realizaban todas las labores de las que antes se encargaba el instituto.

            También en el peñato, entre Noviembre y Diciembre de 2014, El Universal publicó una serie de “reportajes periodísticos” (que, en realidad, eran dictados desde las oficinas de María Teresa Franco) para denunciar “los privilegios de los que gozaban les trabajadores del INAH”, ventilando y descontextualizando diversas prestaciones que se habían conquistado a través de años de lucha.

            Sí, las señales estaban ahí; vendrían por nosotres... Y vinieron.

 

Y mientras tanto nosotres, tan conscientes, tan combatives, mirábamos para otro lado.

            Enfrascades en pequeñísimas rencillas internas, artificiales divisiones provocadas por mezquindades propias y fomentadas por una autoridad que aprovechaba nuestras debilidades para impulsar su agenda; nos mirábamos los ombligos.

            “Aquel compañero me miro feo”, “ella se quiere cambiar de departamento”, “esta actividad no entra en mi profesiograma”, “ese proyecto invade mi materia de trabajo” y otras frases por el estilo habían suplantado al “unides y organizades, venceremos” en nuestras charlas y reivindicaciones laborales.

            Y el enemigo no eran ya las autoridades; eran les trabajadores de contrato o por proyecto, eran les compañeres de otros centros de trabajo que por ascenso académico o comisión llegaban al nuestro y era hasta quien se sentaba a nuestro lado...

            Y las autoridades, claro, estaban encantadas y escuchaban nuestras quejas; “aquella compañera me miro feo”, “él se quiere cambiar de centro de trabajo”, “ese proyecto no entra en mi profesiograma”, “esa actividad invade mi materia de trabajo”... Porque entre más miráramos nuestros ombligos, más fácilmente vendrían por nosotres.

            Porque era evidente que vendrían por nosotres... Y vinieron.

 

En Septiembre de 2015, arropado por la dirigencias y cúpulas legislativas del PRI, PAN y un PRD ya descaradamente traidor al interés popular (no así por la recientemente creada bancada de Morena y sus aliades del PT), Peña Nieto anunciaba con bombo y platillo la iniciativa para crear la Secretaría de Cultura y mover a ésta al INAH, el INBAL y otras instituciones que anteriormente estaban en la SEP o CONACULTA.

            Y nosotres, tan conscientes, tan combatives, tuvimos que dejar de mirar nuestros ombligos (Rodríguez de la Vega, 2015 b).

            No fue fácil, por supuesto; nunca es fácil dejar de mirarse el ombligo... Las primeras reacciones fueron pequeñas, algunas pequeñas acciones con pequeñas convocatorias... Pero reaccionamos porque nos dimos cuenta de que, efectivamente, después de años de ataques sistemáticos de los regímenes del PRI y el PAN contra lo público, ya no quedaba nadie que hablara en nuestro nombre.

            Y reaccionamos e instalamos un plantón en la Cámara de Diputados, y buscamos interlocuciones (algunas más afortunadas que otras), y quisimos intervenir en un proceso legislativo que no se decidía en las cámaras, sino en los oscuros salones donde se reunían las cúpulas del PRI, el PAN y el cadáver putrefacto que usurpaba las siglas del PRD, para decidir el remate de las riquezas de México.

            Reaccionamos, sí... Pero sin nadie que acompañara nuestros caminos, en Diciembre de 2015 y tras fingir dialogar con nosotres, los verdugos aprobaban la creación de la Secretaría de Cultura... Y tuvimos que dejar de reaccionar, para empezar a accionar.

 

De acuerdo a la legislación laboral vigente en aquel entonces (Rodríguez de la Vega, 2016) un mismo sindicato no podría representar a gremios de dos distintas secretarías de Estado, lo que significaba que al ser trasladades a la Secretaría de Cultura, el SNTE, que hasta el momento había agrupado como “secciones” a las distintas representaciones gremiales del sector cultura (entre estas nuestra D-III-24), no podría seguir representando a les trabajadores del sector cultura.

            Que, al final, era parte principal de todo esto; Peña Nieto no pretendía “fortalecer el sector cultural”, sólo restar poder al gremio magisterial (en esto también se inscribía el pactado “alejamiento” de la figura de Elba Esther Gordillo, que iniciara con el montaje marca Loret de Mola del pseudo-documental “De panzazo”, pasando por el fingimiento de su arresto en 2013, que pronto se transformaría en arresto domiciliario “por motivos de salud” y finalmente liberada-exonerada por el mismo Peña Nieto y sus cómplices del poder judicial –como Norma Piña, a quien había impuesto en la SCJN- a finales de su sexenio).

            Y tuvimos que aprender, obligades, a crear sindicatos.

            No fue fácil, por supuesto, nunca es fácil aprender a dejar de mirarnos los ombligos... Y justamente sobre mirarnos los ombligos fueron las primeras disertaciones.

            Algunas voces apuntaban a que convenía crear pequeños sindicatos gremiales e institucionales, es decir; un sindicato para les trabajadores técniques y manuales del INAH, otro para les trabajadores técniques y manuales del INBAL, uno más para les docentes del INAH, uno distinto para les académiques del INBAL,  uno para les restauradores del INAH, otro para les restauradores del INBAL, uno más para les trabajadores técniques y manuales de la Dirección General de Bibliotecas y así, hasta agotar a cada gremio de cada institución.

            Ello permitiría, decían las voces, que cada gremio de cada institución negociara, de acuerdo a sus condiciones e intereses particulares, con las autoridades de cada institución... Sindicatos pequeños para negociaciones pequeñas.

            Otras voces decían que, dado que las condiciones contractuales de cada institución eran distintas, cada institución debería tener su propia organización sindical; una para el INAH que agrupara a sus ATM, docentes, restauradores, arquitéctes y etcétera. Una para el INBAL que agrupara a sus ATM, acádémiques, restauradores, arquitéctes y etcétera. Una para INDAUTOR que agrupara a sus ATM. Una para la DGB que agrupara a sus bibliotecáries y ATM... Y así, hasta agotar cada institución absorbida por la Secretaría de Cultura, para negociar cada una sus particulares condiciones contractuales.

            Organizaciones sindicales pequeñas ocupadas en mirar y cuidar sus pequeños ombligos.

            Porque en estas opciones los pequeños sindicatos podían hablar, cuando mucho, con las pequeñas autoridades de su propia pequeña institución, pero ninguno con las autoridades centrales de la naciente Secretaria más que desde la pequeña fuerza que les daban sus pequeños gremios de sus pequeñas instituciones.

            Así que otras voces hablaban de un sindicato único que pudiera hablar con las autoridades de cada institución y con la administración central de la Secretaria de Cultura... Y estas voces estaban en el INAH y el INBAL, en INDAUTOR y Radio Educación, en la DGB y en el CNA; estaban en cada institución que había sido absorbida por la Secretaría de Cultura.

            Y estás voces se encontraron y empezaron a hablar entre ellas...

 

No fue fácil, por supuesto, porque nunca es fácil dejar de mirar el propio ombligo.

            Hubo que solucionar asuntos de representación equitativa para cada gremio de cada institución. Cuestiones sobre el cómo negociar las condiciones particulares de cada gremio particular de cada institución particular, al mismo tiempo que se tendrían que negociar cuestiones generales de todos los gremios de todas las instituciones ante las autoridades de cada institución y las de la Secretaría de Cultura.

            Hubo que abordar asuntos como la representación de les trabajadores de la CDMX y los Estados en las instituciones que, como el INAH, el INBAL y otras, tenían trabajadores en distintos puntos de la república... Y el cómo equiparar a estes a les trabajadores de aquellas instituciones que sólo tenían presencia en la CDMX, sin que sus diferencias significaran detrimento en su representación al interior de la organización sindical.

            Y a ello súmensele cuestiones como las pequeñas y mezquinas rencillas que aún medraban al interior de cada gremio y hasta asuntos tan aparentemente banales como cuál sería el logo, nombre y lema de la nueva organización sindical.

            No fue fácil, por supuesto, nunca es fácil dejar de mirar nuestros propios ombligos... No fue fácil, pero en Marzo de 2016, en el Castillo de Chapultepec, nacía el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura.

            No fue fácil, por supuesto... Y sólo fue el primer paso.

 

Desde el principio algunas pequeñas y no tan pequeñas diferencias afloraron y, por ejemplo, les académiques e investigadores del INAH, después de unos primeros acercamientos con quienes estaban construyendo el SNDTSC, decidieron marchar por su lado y fundar su propio sindicato gremial.

            Lo mismo hicieron, por razones similares, les restauradores y arquitéctes.

            Algunos pequeños grupos que ya desde antes se habían escindido de la D-III-24, continuaron su caminar separado.

            Desde el gobierno federal, las oficinas de la Secretaría de Cultura y las direcciones de cada institución, las autoridades alimentaban las pequeñas y mezquinas rencillas para propiciar divisiones... Hacia finales del peñato y cuando ya era un hecho que el PRI y el PAN habían perdido el Gobierno Federal, lograron que algunes trabajadores del INAH salieran del SNDTSC y fundaran un más pequeño y más débil sindicato meramente institucional.

            No, no ha sido fácil; nunca es fácil evitar que la gente vuelva a mirarse el ombligo.

 

Afortunadamente en 2018 quienes tenían prisa por malbaratar el patrimonio histórico y cultural de nuestro país, desapareciendo nuestras instituciones o transformándolas en meras ventanillas gestoras de las acciones e iniciativas de empresas privadas,  perdieron el poder.

            Y afortunadamente en este 2024 no regresaron, quedando reducidos, incluso, a su mínima expresión legislativa a pesar de los berrinches con los que sus vocerías, oficiales o encubiertas, retacan los espacios de los medios de siempre.

            No, hoy los retos que enfrenta nuestro sindicato son muy distintos a los retos que enfrentamos cuando quienes querían malbaratar el patrimonio vinieron por nosotres... Y así como entonces debimos aprender a organizarnos y reorganizarnos de nuevas formas, hoy deberemos aprender a adaptarnos a nuestras nuevas circunstancias, para que unides y organizades, prevalezcamos.

 

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología
INAH

Ponencia presentada en el marco del Primer Conversatorio sobre la situación laboral y política sindical, organizado por la sección CDMX del Sector INAH del SNDTSC.

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