LOS FALSOS SUPERIORES
“El hombre es la
medida de todas las cosas, dijo el poeta.
El hombre es la
medida de todas las cosas… Pequeñas, agregó el bufón”
Joan
Manuel Serrat
Si hay algo que unifica a las personas más
allá de las diferencias ideológicas, geográficas, económicas y de otra índole,
es la necesidad de sentirse cultural y, por ende, moralmente superiores a “la
masa”.
La
masa, ese ente informe que aglutina, en esta óptica, toda la ignorancia,
agresión y malas prácticas... La masa, ese ente amorfo y multitudinario que lo
mismo “asesinó a la democracia en México” cuando, en 2018, “votó
equivocadamente” sin escuchar a las preclaras mentes de la opinocracia
mediática, que ahora, según las mismas “plumas destacadas”, necesita ser
controlada y obligada con macanas a respetar las medidas sanitarias.
La
masa; la personificación múltiple del enemigo al que, cual Quijotes literarios,
los moral e intelectualmente superiores se enfrentan en una solitaria batalla
no exenta de momentos épicos.
Ya sea la indignada voz que en redes
sociales señala a “la masa” ingente de personas que no portan cubrebocas en la
calle, señalando ésta como una “práctica común” a TODAS LAS PERSONAS (que no
son ella) y aprovecha para señalar esto como “responsabilidad” de un único
personaje de la administración pública “por no usarlo en sus conferencias
matutinas”... Omitiendo, extrañamente, que desde Marzo de este año la política
federal fue recomendar el uso de cubrebocas en espacios públicos, sobre todos
en aquellos cerrados en los que no es posible mantener las distancias de
seguridad (de a 1.5 a 2 metros entre personas) y que, de hecho, México es uno
de los países en los que más se emplea el cubrebocas a nivel internacional (muy por arriba de los otros dos países de América del Norte y de buena parte de Europa).
O
la persona que ve un claro foco de contagio en “la masa” que se arremolina en
los tianguis populares, comprando y vendiendo los alimentos que ella,
sabiamente, pide a domicilio a través de una aplicación de su teléfono celular
con datos ilimitados y paga a través de una tarjeta de crédito para “no
arriesgarse tocando dinero”, pero no así en asistir a su superexclusivo
gimnasio o a la reunión social con amigos o a la “boda familiar” con más de 200
invitados, porque todos ahí son personas conscientes que piden sus compras a
domicilio a través de una aplicación de su teléfono celular con datos
ilimitados y pagan con tarjeta de crédito.
Y
lo mismo para el “intelectual” que se dolió, casi a niveles físicos, cuando se
anunció que, durante este año, los músicos más escuchados por “la masa” en una
plataforma de música en línea, fueron, principalmente, cantantes de reggaetón,
en lugar de grabaciones originales de Octavio Paz leyendo su “Piedra del Sol” o
audiolibros de Dostoyevski en idioma original que, cabe suponer, es con lo que
se amenizan las fiestas a las que él asiste.
Y
quien espera, desde su superioridad intelectual, la temporada de muertos para
recordarle a “la masa” que el “desfile de Día de Muertos” no es una tradición
ancestral, sino que fue “inventado” en 2015 en una película de James Bond…
Omitiendo que otras “tradiciones” tuvieron orígenes igualmente dirigidos a “la
masa”, como las Catrinas, que nacieron a manera de caricatura periodística ya
en el México prerrevolucionario (1873) o los alebrijes, que surgieron ya en el
siglo XX de la mano de un artesano no lenguahablante (y que no se identificaba
a sí mismo como parte de una población indígena) de la ciudad de México, usando
una técnica de origen chino (la cartonería), con el propósito explícito de
tener algo qué vender a los turistas... O bien que en distintas partes de
México ya se hacían procesiones festivas del Día de Muertos desde tiempos muy
anteriores a la película del 007, como la Procesión de las Catrinas en
Xochimilco, que data de inicios del siglo XX; la Marcha de las Putas de la
Merced, que empezó a realizarse en la década de los 70 del siglo pasado; o el
propio Desfile de los Alebrijes por las calles céntricas de la ciudad de México,
cuya primera edición fue durante la administración del ingeniero Cárdenas
(1997-2000).
Todos ellos y varios ejemplos más,
fácilmente localizables entre los expertos en todo de redes sociales y las
“plumas destacadas” de la opinocracia mediática, tienen algo en común; el negar
realidades constatables y presentar en su lugar meras apreciaciones subjetivas,
a fin de sustentar una “superioridad” moral e intelectual tan ilusoria como
aquella “masa” sobre la que creen erguirse.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, Opinión, tratado sobre la necedad, virus informáticos
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