jueves, agosto 13, 2020

ARTIFICIALIDAD

 o del derecho a sentirse mal

 

El culto a la “felicidad”, ese “siempre sonríe y la fuerza estará contigo” o “piensa positivo y el universo conspirará a tu favor”, es obviamente uno de los productos superestructurales más terminados del pensamiento neoliberal; la actuación de manual de autosuperación de la meritocracia.

            En la superficie, lo que la doctrina del “pensamiento positivo” propone es que la circunstancia individual es producto, únicamente, de las acciones y “sentimientos” del individuo y que los factores contextuales económicos, sociales y culturales no tienen papel en ello.

            Es decir; la doctrina del “siempre sonríe” es sólo un llamado al conformismo, que pretende centrar en el individuo los cambios que sólo pueden darse atacando las estructuras económicas, sociales o culturales.

            No es nuevo; posiciones del tipo “aceptar lo que no puedo cambiar” han estado presentes en los discursos favorables al estatus quo desde los tiempos en que la iglesia católica se alió con el poder político por vez primera (al menos).

            Porque, al final, lo que subyace en el discurso del “pensamiento positivo” es el mantener un orden estructural específico, con todos sus condicionantes económicos, sociales y culturales.

 

No es nuevo y, en las actuales circunstancias, cobra un papel aún más lamentable.

            Porque el “pensamiento positivo” pretende cancelar el derecho de toda persona a sentirse anímicamente mal, porque si se “siente mal” es porque la persona “está haciendo algo mal”... Y esto es, claramente, una mentira.

            A veces es necesario darnos cuenta de que hay cosas que nos incomodan y que no pueden ser enfrentadas con “una sonrisa”, sino con indignación y furia y, de verdad, hay ocasiones en que se vale hacer pataletas.

 

Mario Stalin Rodríguez

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