jueves, marzo 21, 2019

CORRELATOS


La historia no es un relato lineal que pueda ser reducido a una simple oposición entre protagonistas y antagonistas... El conflicto al que se refiere el materialismo histórico es algo mucho más complejo que un “enfrentamiento” entre ellos (“losmalos”) y nosotros (“losbuenos”).
            La historia de la conquista de América en general y de lo que actualmente es México en particular, es una buena muestra de qué tan fácil es caer en una narrativa simplista, más propia de una mala opereta que de un proceso histórico.
            La historia no se trata de “villanos” y “héroes”... Ni siquiera de dos únicos bandos opuestos...
            El gran problema con la narrativa de oposición es que niega el rico y variado mosaico multicural que era el actual territorio mexicano antes de la llegada de los conquistadores europeos, reduciéndolo a un nunca demasiado preciso “nosotros”.
            Según éste, toda la variedad de culturas y civilizaciones que florecían en estas tierras se reducirían a una sociedad de sabios naturalistas, que vivían en armonía entre ellos y con su entorno, mientras contemplaban el cielo y entendían las estrellas... Lo cual, obviamente, es falso.
            Sin negar la crueldad inherente a los conquistadores europeos ni el baño de sangre que implicó la conquista española del actual territorio mexicano, lo cierto es que ésta no puede ser explicada en su totalidad sin tomar en cuenta el correlato de los encuentros y desencuentros entre los distintos pueblos que convivían y se enfrentaban en estas costas.
            Lejos de la idílica visión de los “sabios naturalistas”, lo cierto es que la mayoría de las sociedades precolombinas eran esencialmente estados militaristas con una fuerte división social o bien pueblos tributarios que buscaban una salida a la dominación de otros.
            Ello explica, entre otras muchas cosas, la alianza estratégica que pueblos como los tlaxcaltecas y otros formaron con las tropas de Cortés... No una “traición” a un “nosotros” que no existía, sino una forma de liberarse del yugo mexica, que les exigía tributos onerosos y utilizaba a sus jóvenes, hombres y mujeres, para rituales y guerras.
            De hecho, mucho más que acciones bélicas (que sí las hubo y fueron sangrientas), la conquista española es una serie de acuerdos políticos que se aprovechaban de la gran división social en las culturas indígenas, para asegurarles cierta continuidad de privilegios a los grupos gobernantes, mientras el resto de las personas eran condenadas a la semiesclavitud.
            Y son, justamente, estas alianzas lo que explica en buena medida la continuidad cultural entre los pueblos precolombinos y varias expresiones culturales actuales que son, finalmente, resultado de un sincretismo tanto confrontado como negociado entre la multitud de visiones indígenas y el mosaico de visiones españolas, árabes, africanas y hasta orientales que la conquista europea trajo consigo.
            Y es éste, justamente, el mayor pecado de la narrativa de la oposición entre ellos (“losmalos”) y nosotros (“losbuenos”), que niega la mayor parte de las raíces que conforman el nosotros sí existente; desaparecen la variedad multicultural de la América prehispánica y todo aquello que aprendimos y aprehendimos de las culturas europeas, africanas, árabes y orientales... para asumir una “identidad” que, en realidad, nunca existió.
            Así que no se trata de “buenos” y “malos”, sino de medir con el mismo rasero empleado para los conquistadores, a las civilizaciones prehispánicas... Y con éste, ni los unos ni los otros salen bien parados.

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología
Texto preparado con motivo de los 500 años del desembarco de Cortés en las costas de Veracruz.

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