LOS “NEUTRALES”
“Si eres neutral en situaciones de
injusticia, has elegido el lado del opresor. Si un elefante tiene su pata en la
cola de un ratón y dices que eres neutral, el ratón no apreciará tu neutralidad”.
Desmond Tutu
Mientras México ensaya sus primeros pasos
en una largamente postergada democracia, en el resto del orbe el camino parece
ir en contrasentido, con el resurgimiento y crecimiento de grupos de extrema
derecha abiertamente fascistas (si bien son pocos los que se llaman con ese
nombre).
El
fenómeno no inició con la elección de Donald Trump en Estados Unidos ni con el referéndum
sobre el Brexit en Inglaterra, pero sí en es en estos procesos en los que
empieza a hacerse particularmente notorio, alcanzando en tiempos recientes la
elección de un candidato declaradamente filofascista en Brasil y el que en
España un partido de extrema derecha, cuyas principales “propuestas” son restar
derechos conquistados por los feminismos (Ley de Violencia de Género y aborto legal),
los colectivos LGBT+ (matrimonio igualitario y adopción homoparental) y grupos
de defensa de migrantes, entre otras lindezas, haya conquistado 12 escaños
parlamentarios en unas elecciones locales.
Aunque
en menor escala, México y su incipiente democracia no han escapado de esta ola
de filofascismo, como pudo verse en el “rechazo” artificial y minoritario, pero
particularmente violento, al paso de la caravana de migrantes centroamericanos,
o en la virulencia, cada vez más estúpida, con la que la “oposición” de derecha
pretende “enfrentar” las políticas del nuevo gobierno.
Como sucede con todos los fenómenos
sociales, sería infantil intentar dar una única explicación a todo esto, pues
es parte de una complejísima red de causalidades y contextos específicos, que
deben ser analizados en sus particularidades y sus resultados nombrados como lo
que son.
Sin
embargo, ciertos grupos autodenominados “progresistas críticos” (aunque esta “crítica”
parezca limitarse a llamar “posmodernismo” a todo aquello que pretende
modificar el status quo y no al status quo en sí), parecen tener las
cosas muy claras y haber encontrado la razón del crecimiento de la ultraderecha
a nivel mundial; la izquierda.
De
acuerdo a lo que estos llaman “lógica”, conforme la izquierda señala prácticas
sistémicas de violencia y opresión contra las mujeres, las personas
racializadas o LGBT+, los pobres, los migrantes y etcétera, se “aleja” de las
preocupaciones “del ciudadano común”.
En
esta idea, el “ciudadano común” no es ni mujer, ni pobre, ni LGBT+, ni migrante
(o descendiente de) ni, por supuesto, se encuentra racializado, es decir; el “ciudadano
común” sería un varón blanco heterosexual de clase media o superior... Sí,
efectivamente, el mismo perfil de quien se siente “amenazado” en sus
privilegios cuando las mujeres, las personas LGBT+ y racializadas, los pobres,
los migrantes y etcétera, reafirman y amplían sus derechos.
La
“solución”, para estos “progresistas críticos”, pasaría, entonces, por el que
la izquierda abandonara toda lucha de reivindicación “posmodernista” y diera
voz a quienes se han sentido “atacados” por estas reivindicaciones... Es decir;
la “solución” para evitar el ascenso de la ultraderecha es que la izquierda
adopte el lenguaje y luchas de ésta (sic).
Efectivamente,
esta “solución” suena demasiado parecida a una complicidad manifiesta... Algo
muy parecido a combatir el incendio de una refinería, arrojándole gasolina
mientras se niega la existencia del fuego.
Muy por el contrario, la única forma de
responder al fascismo es identificándolo, nombrándolo ahí donde se presente y
señalando sus prácticas... Porque la intolerancia se nutre del blanqueamiento
mediático de llamar “nacionalistas” a quienes claramente son xenófobos, “profamilia”
a los homófobos, “próvida” a quienes se oponen a los derechos reproductivos de
las mujeres y etcétera.
El
fascismo no es racional y no puede, por ende, ser derrotado en terreno de los
argumentos; porque para éste los argumentos no existen. El fascismo es su
propio metadiscurso y es autorreferencial; todo argumento y hecho contrafáctico
es apropiado por éste e insertado en el discurso de su propio delirio.
Por
eso sólo hay una forma de enfrentar el crecimiento del fascismo a nivel
mundial; nombrándolo como lo que es y señalando cada una de las mentiras con
las que edifica su discurso.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, Opinión, tratado sobre la necedad
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