jueves, diciembre 13, 2018

LOS “NEUTRALES”


Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor. Si un elefante tiene su pata en la cola de un ratón y dices que eres neutral, el ratón no apreciará tu neutralidad”.
Desmond Tutu

Mientras México ensaya sus primeros pasos en una largamente postergada democracia, en el resto del orbe el camino parece ir en contrasentido, con el resurgimiento y crecimiento de grupos de extrema derecha abiertamente fascistas (si bien son pocos los que se llaman con ese nombre).
            El fenómeno no inició con la elección de Donald Trump en Estados Unidos ni con el referéndum sobre el Brexit en Inglaterra, pero sí en es en estos procesos en los que empieza a hacerse particularmente notorio, alcanzando en tiempos recientes la elección de un candidato declaradamente filofascista en Brasil y el que en España un partido de extrema derecha, cuyas principales “propuestas” son restar derechos conquistados por los feminismos (Ley de Violencia de Género y aborto legal), los colectivos LGBT+ (matrimonio igualitario y adopción homoparental) y grupos de defensa de migrantes, entre otras lindezas, haya conquistado 12 escaños parlamentarios en unas elecciones locales.
            Aunque en menor escala, México y su incipiente democracia no han escapado de esta ola de filofascismo, como pudo verse en el “rechazo” artificial y minoritario, pero particularmente violento, al paso de la caravana de migrantes centroamericanos, o en la virulencia, cada vez más estúpida, con la que la “oposición” de derecha pretende “enfrentar” las políticas del nuevo gobierno.

Como sucede con todos los fenómenos sociales, sería infantil intentar dar una única explicación a todo esto, pues es parte de una complejísima red de causalidades y contextos específicos, que deben ser analizados en sus particularidades y sus resultados nombrados como lo que son.
            Sin embargo, ciertos grupos autodenominados “progresistas críticos” (aunque esta “crítica” parezca limitarse a llamar “posmodernismo” a todo aquello que pretende modificar el status quo y no al status quo en sí), parecen tener las cosas muy claras y haber encontrado la razón del crecimiento de la ultraderecha a nivel mundial; la izquierda.
            De acuerdo a lo que estos llaman “lógica”, conforme la izquierda señala prácticas sistémicas de violencia y opresión contra las mujeres, las personas racializadas o LGBT+, los pobres, los migrantes y etcétera, se “aleja” de las preocupaciones “del ciudadano común”.
            En esta idea, el “ciudadano común” no es ni mujer, ni pobre, ni LGBT+, ni migrante (o descendiente de) ni, por supuesto, se encuentra racializado, es decir; el “ciudadano común” sería un varón blanco heterosexual de clase media o superior... Sí, efectivamente, el mismo perfil de quien se siente “amenazado” en sus privilegios cuando las mujeres, las personas LGBT+ y racializadas, los pobres, los migrantes y etcétera, reafirman y amplían sus derechos.
            La “solución”, para estos “progresistas críticos”, pasaría, entonces, por el que la izquierda abandonara toda lucha de reivindicación “posmodernista” y diera voz a quienes se han sentido “atacados” por estas reivindicaciones... Es decir; la “solución” para evitar el ascenso de la ultraderecha es que la izquierda adopte el lenguaje y luchas de ésta (sic).
            Efectivamente, esta “solución” suena demasiado parecida a una complicidad manifiesta... Algo muy parecido a combatir el incendio de una refinería, arrojándole gasolina mientras se niega la existencia del fuego.

Muy por el contrario, la única forma de responder al fascismo es identificándolo, nombrándolo ahí donde se presente y señalando sus prácticas... Porque la intolerancia se nutre del blanqueamiento mediático de llamar “nacionalistas” a quienes claramente son xenófobos, “profamilia” a los homófobos, “próvida” a quienes se oponen a los derechos reproductivos de las mujeres y etcétera.
            El fascismo no es racional y no puede, por ende, ser derrotado en terreno de los argumentos; porque para éste los argumentos no existen. El fascismo es su propio metadiscurso y es autorreferencial; todo argumento y hecho contrafáctico es apropiado por éste e insertado en el discurso de su propio delirio.
            Por eso sólo hay una forma de enfrentar el crecimiento del fascismo a nivel mundial; nombrándolo como lo que es y señalando cada una de las mentiras con las que edifica su discurso.

Mario Stalin Rodríguez

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