LAS VOCES “SENSATAS”
“Si eres neutral en situaciones de injusticia”...
Desmond Tutú
En México siete mujeres son asesinadas
diariamente.
Mayoritariamente
sus muertes son violentas, por ahorcamiento, golpes o arma blanca y ocurren en
su domicilio. Mayoritariamente sus muertes ocurren después de haber sido
agredidas sexualmente.
En México cuatro mujeres son violadas cada
hora.
Mayoritariamente
lo son por algún familiar (esposo, padre, hermano, primo, tío) o alguien cercano
a la familia o a ellas (novios, amigos, conocidos o compañeros del trabajo o la
escuela).
La
mayoría de las agresiones sexuales ocurren contra mujeres de entre 12 y 44 años.
A este rango, de por si amplio, le siguen en número las agresiones a niñas
desde la primera infancia y, finalmente, a las que sobrepasan estas edades.
En México ocho de cada diez mujeres ha
sufrido algún tipo de violencia de género.
Esta
violencia va desde las violaciones a la discriminación laboral, escolar o
familiar, pasando por los tocamientos por desconocidos en la calle, lugares y
trasporte públicos, los “piropos” callejeros, el acoso laboral, escolar,
callejero, cibernético o familiar, la toma de fotografías sin permiso y la
difusión sin consentimiento de fotografías y videos “íntimos”.
La
mayoría de las mujeres señalan que esta violencia y, en particular, el acoso inician
desde la primera infancia.
México ocupa el primer lugar en América Latina
de trata de menores y turismo sexual.
Más
del 30% de las casi 12 millones de personas víctima de trata en el país, son
niñas menores de 16 años, en su mayoría de extracción humilde. Son contactadas
por “conocidos de la familia”, figuras de autoridad (maestros, sacerdotes,
agentes policiales, miembros del ejército o etcétera) o a través de redes
sociales.
Son
engañadas con ofertas laborales, becas escolares o “enamoramientos”, sustraídas
de sus lugares de origen y obligadas a prostituirse... Sólo una de cada siete
llega a ser localizada y regresa con su familia.
En México sólo seis de cada 100 casos de violencia
de género son denunciados.
De
éstos, sólo el 35% llega a ser juzgado. Los restantes son desechados, en su
mayoría, por fallas procesales atribuibles a las instancias investigadoras o
por fuga o “no localización” de los inculpados.
No hay un perfil específico para los
agresores.
Pueden
ser de cualquier estrato social, de cualquier nivel educativo y, en más del 97%
de los casos, son varones.
Y las voces “sensatas” nos piden que no
hablemos de absolutamente nada de esto.
Porque las voces “sensatas” dicen que esto “victimiza” a las mujeres y les “vende miedo”. Y dicen las voces “sensatas” que hablar de todo esto es “criminalizar” las actitudes de “los hombres”.
Porque las voces “sensatas” dicen que esto “victimiza” a las mujeres y les “vende miedo”. Y dicen las voces “sensatas” que hablar de todo esto es “criminalizar” las actitudes de “los hombres”.
Sin
acoso, dicen las voces “sensatas”, cómo van a conseguir pareja “los hombres”.
Si no aceptan que un desconocido las siga por la calle, averigüe su número
telefónico y le envíe mensajes y/o fotografías no solicitadas, continúan las
voces “sensatas”, cómo van a conocer a su potencial pareja.
Y
las voces “sensatas” publican sus “reflexiones”... Y cada vez, cada maldita vez
que las voces “sensatas” piden que no se hable de nada de esto, alguien lee sus
“reflexiones” y llega a la conclusión de que, entonces, no importa; se puede
hacer lo que se quiera.
Y
un tipo de 30 años decide contactar a una niña de 13 por redes sociales, porque
¿qué importa? Sólo está “ligando torpemente”. Y un grupo de jóvenes se organizan
a través de whatsapp para drogar a una chica y “tener sexo” con ella en un
portal, porque ¿qué importa? Sólo son “jóvenes siendo jóvenes”.
Y
cada vez, cada maldita vez que las voces “sensatas” piden que no se hable de
nada de esto, alguien piensa ¿qué importa? Se puede hacer lo que se quiera, las
voces “sensatas” minimizarán lo que sea que ocurra y pedirán que no se hable de
nada de esto, para no “vender miedo”.
Y
así, las voces “sensatas” invisibilizan a siete mujeres asesinadas cada día,
barren bajo la alfombra a las cuatro mujeres que son violadas cada hora, cierran
los ojos al acoso cotidiano que cada mujer enfrenta y tienden un velo censor
sobre las niñas explotadas sexualmente.
Porque
cuando quitas las comillas, las voces “sensatas” muestran su verdadero rostro;
son cómplices de todo esto y es por eso que piden que no se hable de ello.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El Nombre de la Ignominia, Infancia Robada, Opinión, tratado sobre la necedad
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