APLAUSOS
Aplaudamos, nos dicen, porque alguien tuvo
el valor de empuñar una pistola y asesinar, a sangre fría, a cuatro asaltantes.
Aplaudamos, nos dicen, porque alguien canjeó unos cuantos pesos, algunas joyas
y teléfonos celulares por cuatro vidas.
Aplaudamos,
nos dicen, porque es más fácil aplaudir la acción de un pistolero solitario,
que exigir que los cuerpos policiacos y las instancias de procuración de
justicia cumplan con su deber y lo hagan apegados a derecho.
Aplaudamos,
nos dicen, porque los asesinos están aquí para protegernos...
Y seguirán pidiendo aplausos, seguramente,
cuando los asaltantes empiecen, ellos también, a empuñar pistolas en vez de
navajas...
Y
los asesinos, entonces, empezarán a cargar otras armas...
Y
seguirán pidiendo aplausos, seguramente, conforme la violencia crece...
Hasta que un día, más temprano que tarde, sucederá
lo que ha sucedido siempre que los asesinos se proclaman “defensores” y los
civiles desarmados deberán empezar a pagar por la “protección”... Y seguirán
pidiendo aplausos.
Hasta
que un día, más temprano que tarde, sucederá lo que ha sucedido siempre que dos
bandos armados, tras haber perdido hasta el mínimo rastro de las causas que
dieron origen a la violencia, se enfrentan entre ellos; los civiles desarmados
serán las víctimas... Sí, aquellos a quienes los “asesinos” protegen, caerán en
medio del fuego cruzado.
¿Seguiremos
aplaudiendo entonces?...
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión
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