miércoles, octubre 05, 2016

LUDOS

Es comúnmente aceptado que la muerte juega al ajedrez... Lo que no es tan común, es saber a qué juega la vida.
            El juego de la vida es complicado, algunos dirían que no es sólo un juego, sino muchos que va jugando alternativamente o todos a un tiempo. Otros dirán que no, que la vida juega un único juego, cuyas reglas es imposible conocer porque va inventándolas conforme las necesitas.
            En todo caso, la vida juega y abandonar el juego no siempre es fácil.

Tomemos un momento para seguir a cualquiera.
            Sale de su casa, sin que ella lo sepa, si hubiera salido dos minutos antes, habría asustado al gato que ahora se lava complaciente sobre la barda de la casa vecina. Asustado, el felino habría salido corriendo al arrollo vehicular, provocando que un automóvil, al intentar no atropellarlo, se subiera a la acera y chocara contra un poste de luz, sí, justo ese por el que ahora pasa despreocupada a quien seguimos.
            El choque habría zafado cables eléctricos, que aterrizarían sobre el auto estacionado en la acera del frente, provocando una explosión que lanzaría el espejo retrovisor directamente al pecho de la mujer; matándola en el acto.
            Pero no, en lugar de eso salió a la hora que salió, no dos minutos antes; así que camina silbando una melodía indeterminada mientras una sombra lo observa desde la ventana de la casa que ha dejado atrás.
            La vida, que no es hombre ni mujer, ni humano ni animal, ni dios ni demonio, sino algo mucho más complicado que eso. La vida corre la cortina y observa de nuevo los dados sobre el taburete al lado de la cama... Sonríe mientras se desvanece.
            La muerte, que no es hombre ni mujer, ni humano ni animal, ni dios ni demonio, sino algo completamente distinto y mucho más complicado. La muerte sentada en la cama, observa los dados y se repite, por enésima vez, que ese no es su juego... Sonríe mientras se desvanece.

Vida y muerte nacieron al mismo tiempo, cuando el más simple de los organismos surgió por vez primera a la vida, también empezó a morir en el justo momento.
            Desde entonces vida y muerte juegan sus juegos... Sí, muerte juega al ajedrez y sí, cuando alguien le gana, puede postergar su hora indefinidamente... pero vida, vida un juego que sólo ella entiende y en el que sólo ella puede ganar y, cuando la vida gana, mueres.
            Jugar a la vida no es jugar a ganar, porque si ganarle a la muerte es vivir; ganarle a la vida es morir... Jugar a la vida es ir jugando a no perder y, a veces, a empatar.

Mientras tanto, la mujer ha llegado al bar de la esquina y, como hoy lleva un día de esos depresivos, ha pedido un copa y se ha sentado melancólico en la barra.
            -La vida y yo llevamos una relación más bien enfermiza-, le dice a nada -en donde ni yo la dejo por cobarde ni ella me abandona por costumbre.
            El cantinero, que le conoce desde hace años, sólo asiente desde su esquina de la barra y sigue limpiando los vasos... Uno se le resbala y se rompe con el suelo, esparciendo pedazos de vidrio por todas partes.
            En el rincón más apartado del bar, un par de figuras se miran mutuamente; una de ellas toma un dardo y apunta con cuidado hacia el blanco clavado en la pared, la otra intenta distraerle con risas y manotazos al aire. La figura apunta con cuidado, sonríe y lanza...
            La mujer se incorpora, paga su copa y sale del bar... Si hubiera abandonado la butaca por el otro lado, por ejemplo, para ir al baño, habría pisado un pedazo de vidrio, resbalándose y partiéndose la cabeza contra el reposapiés de la barra.
            Pero no, abandonó la butaca para salir del bar y ahí la vemos, caminando con las manos en los bolsillo y la mirada un poco compungida.

Ya no tiene ánimos de filosofar con la nada.
            Si pudiera, buscaría algunos amigos para platicar o, simplemente, pasar el rato mientras la melancolía se le pasa... Pero la vida la ha ido separando de quienes alguna vez le fueron cercanos y hoy día sólo puede verles muy de vez en cuando y sólo planeándolo mucho y con mucha anticipación; algunas veces ni así.
            Por ello sólo sigue caminando sin rumbo fijo, tomando calles al azar o por razones poco razonables... A su alrededor, sin que lo sepa, dos figuras que no son hombres ni mujeres, ni humanos ni animales, ni dioses ni demonios, juegan sus juegos.

Es ya entrada la noche cuando regresa a su casa.
            Dos figuras le esperan ahí... La una aguarda en el dormitorio, tendida sobre la cama; descansado. La otra le espera sonriente en la sala y la invita a sentarse y jugar un juego de ajedrez...


Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: ,