COTIDIANIDAD Y NOVEDADES
Retomando la rutina, despierta temprano.
Busca la ropa que preparó desde la noche anterior y se baña. Se viste con prisa
después de ver el reloj y darse cuenta de que le queda menos tiempo del que
esperaba. Tal vez, de reojo, se permite una mirada a aquellos zapatos
ejecutivos, de charol brillante y tacón alto, que la esperan al fondo del
armario; “otro día, en otros momentos”, pensaría mientras se calza unos zapatos
cómodos, ideales para largas jornadas en píe.
Despierta
a la niña y, pese a la resistencia habitual, logra vestirla y prepararla para que
enfrente el nuevo día. Al final, cuando se reencuentre con sus compañeros y
amigos, olvidará sus quejas matutinas, al menos hasta el siguiente día.
Llega
a la escuela, la nueva escuela que es, obviamente, todas las escuelas en las
que ha estado. Su salón huele como todos los otros salones que han sido suyos
el primer día, antes de que lleguen los alumnos; no durará.
Y
van llegando, de a poco. Rostros nuevos que aún guardan las huellas del sueño
interrumpido. Rostros anónimos que poco a poco irán teniendo nombres e
historias.
Y
así empieza. Durante los próximos días, semanas y meses, serán parte importante
de su mundo; implicarán toda su cotidianidad, se develará por ellos, sufrirá
por ellos y con ellos... Irá conociéndolos tanto como se conoce a sí misma y,
como todos los otros grupos de todos los otros años, irá apropiándose de sus
historias y haciéndolos parte de su propia historia.
Y
les enseñará, les enseñará el siclo del agua y ecuaciones cuadráticas, sobre
hechos y batallas del pasado y otras lecciones para el futuro... Y, entre lección
y lección, en las propias lecciones; también irá mostrándoles que el mundo es
más amplio de lo que sospechaban hasta ahora. Más importante aún, que puede ser
cambiado.
Y
sonríe... Suspira para sí misma mientras los ve llegar, ir buscando asientos y
caras conocidas... Sonríe y así empieza un nuevo año que es, en fondo, idéntico
a todos los años anteriores, es decir; distinto a todos estos.
Mario
Stalin Rodríguez
Para
Jessica Contreras
Quien me enseña, día sí y día también, que los maestros luchan en las calles y en las aulas y, en todas estas luchas, cambian el mundo.
Etiquetas: tratado sobre la necedad
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