jueves, septiembre 22, 2016

ADORNOS

de princesas, brujas y templos

Sí; definitivamente ser princesa tiene sus inconvenientes.
            “Tu cuerpo es tu templo”, les dice la institutriz que insiste en ser tratada de miss. “Tu cuerpo”, les dice, “es tu templo... Y tú no harías nada que ofendiera tu templo, ¿verdad?”.
            Y así van las princesas, cuidando su cuerpo como quien venera un ídolo en el templo; se untan cremas que evitan las arrugas y blanquean la piel, cremas que les adormecen los músculos y provocan ardores. Se depilan donde, dicen las institutrices que insisten en ser llamadas miss, no debería nacer vello y traen las piernas, axilas, entrepierna y labio superior siempre irritados y sensibles.
            Sí, las princesas cuidan su cuerpo como su templo... Y, como “tú no pintarías en las paredes de un templo”, dicen las institutrices que quieren ser llamadas miss, nunca pensarían siquiera en dejar que una aguja entintada se acercara a su piel.
            Definitivamente, ser princesa tiene sus inconvenientes.

Ser bruja es otra historia... Porque a las brujas, sobre todo, no les importan los templos.
            “Tu cuerpo es tu hogar”, les dice la maestra que a veces quiere que la llamen por su nombre. “Tu cuerpo”, les dice, “es tu hogar... Y ¿qué hacemos en nuestra casa? La cuidamos, sí; por supuesto que la cuidamos... Pero sobre todo queremos estar cómodas en casa, ¿no? Andamos en ropa cómoda, en chanclas o descalzas... Y, a veces, para que nuestro hogar se vea bien, pintamos las paredes y colgamos en ellas cuadros, fotos, pinturas o dibujos que lo adornen”.
            Y así crecen las brujas, cuidando su cuerpo que es su hogar y estando cómodas en él. Por eso a veces, cuando se les antoja, se maquillan y a veces, cuando se les antoja, no lo hacen. Por eso se depilan o no, dependiendo de qué tan cómodo es el vello para ellas en ciertas partes de su cuerpo... Porque “tu cuerpo”, les dijo la maestra que a veces hace chistes en medio de la clase, “es tuyo y de nadie más... Y sólo tú decides cómo sentirte cómoda con él”.
            Sí, las brujas cuidan su cuerpo que es su hogar... Y, como “a veces adornamos nuestra casa con pinturas, fotografías o dibujos en las paredes”, dice la maestra que las conoce a todas por su nombre y apodos, las brujas, si quieren, adornan su piel con frases profundas, dibujos con significado o simples trazos que sólo son bellos.
            Sí; ser bruja es otra historia.

Y, a veces, las princesas y las brujas se encuentran por la calle.
            No, no es como en los cuentos; ni las brujas odian a las princesas, ni las princesas le tienen miedo a las brujas. Es sólo que brujas y princesas son diferentes y sucedes a veces que se encuentran por las calles.
            Cuando se encuentran, las brujas miran a las princesas con sus cuerpos que son templos, con su piel liza y clara, sin vello ni tatuajes... Y se estremecen un poco, porque, piensan, debe ser incomodísimo andar cargando un templo por la vida.
            Y las princesas miran a la brujas con sus cuerpos que son hogares, con su piel morena o pálida, con vellos o sin ellos, a veces adornadas con tatuajes... Y se estremecen un poco, porque, piensan, debe ser comodísimo andar por la vida como si se estuviera en casa.
            Y, a veces, después del inesperado encuentro, algunas princesas empiezan a pensar en sus cuerpos no como templos, sino como hogares... Es decir; algunas princesas empiezan a ser, ellas también, un poco brujas.

Mario Stalin Rodríguez.

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