SENTENCIA ANUNCIADA
El guión es viejo, tanto que sorprendería que
insistan tanto en su enésima repetición, si no fuera porque, en el pasado, les
ha resultado tan bien.
Al
igual que hicieran en su momento con los ferrocarriles, las carreteras, la
telefonía y, más recientemente, con PEMEX y CFE. Al igual que insisten en hacer
aún hoy con la educación pública y el sistema de salud... La misma estrategia,
tácticas idénticas, aplican hoy a las instituciones culturales del país.
De pronto, los medios voceros del poder
empiezan a darse cuenta de que las instituciones culturales “no funcionan” como
deberían, que el salvamento, conservación e investigación del patrimonio
histórico-cultural ha entrado en crisis... E, igual que en todos los casos del
pasado, señalan a los “culpables”; los trabajadores de los institutos
culturales y la “sangría económica” que implican sus salarios y demás derechos
laborales.
Nadie
debería sorprenderse, llevan ya tiempo con el mismo tema, incluso antes de
anunciar la creación de la Secretaría de Cultura el pasado Septiembre y la
concreción de ésta en Diciembre... Una secretaría que, se sabe, nació sin una
ley reglamentaria ni reglamento interno.
Una
secretaría improvisada que era, finalmente, sólo un escalón indispensable en la
consecución de un objetivo mucho mayor; el usufructúo de la cultura y el
patrimonio histórico para fines comerciales.
El resto del camino es simple, sólo una
repetición de lo que han aplicado en el pasado; ahorcamiento presupuestal para
que las instituciones ahora agrupadas en la Secretaría de Cultura (Culturas
Populares, INBA, INAH, CENART y etcétera) no puedan cumplir con los objetivos contemplados
en sus respectivos planes anuales.
Así,
pueden presentar la “ineficacia” de estas instituciones como resultado natural
no del recorte presupuestal, sino de la “ineficiencia” de la administración
pública, la “corrupción inherente” a los empleados de gobierno y, como han
venido haciendo, el “alto costo” de sueldos y prestaciones de éstos.
El
siguiente paso sería simple, un reglamento de la Secretaría de Cultura que, en
los hechos, debilite a las instituciones más fuertes (los organismos
desconcentrados INAH e INBA), aunque pueda ser presentado como un “fortalecimiento”
de éstas (por ejemplo, transformándolas en sunsecretarías). Después presentar una
Ley General de Cultura que arrebate el manejo de museos, zonas arqueológicas,
teatros y hasta escuelas a las instituciones federales y se las entregue lo
mismo a la iniciativa privada que a los gobiernos municipales y estatales.
Todo
ello implicará, para los trabajadores de estos institutos y muy particularmente
para los del INAH, la reducción si no en sus ingresos directos (salario
nominal), sí en las prestaciones pactadas con la autoridad inmediata y en los
derechos laborales conquistados a lo largo de una larga historia de vida
sindical.
Para
el país significara la turistización del patrimonio histórico-cultural, dejando
de lado la necesaria investigación de éste para el entendimiento del pasado
indígena del país y su presente multicultural, transformándolo en un simple
espectáculo para turistas y la banalización de la cultura, presentándola
únicamente como “espectáculos folclóricos” en el mejor de lo casos...
Sí, el guión es viejo, tanto que sorprendería
que insistan tanto en su enésima aplicación... Si no fuera porque, en el
pasado, les ha resultado tan bien.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión
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