LO REAL Y LA REALEZA
Tal vez no te guste lo que voy a decirte,
pero créeme si te digo que tiene una razón.
Verás,
no todas las niñas son princesas... Y es mejor que sea así.
Tal
vez conoces el cuento sobre el traje nuevo del emperador; ya sabes, ese en el
que al final resulta que el emperador va tan desnudo que sólo viste su propia
estupidez... Y es que de eso se trata la realeza, de vestir apariencias vacías,
trajes huecos; sólo la propia vanidad. Oropeles sin más sustancia que el humo y
los espejos.
Y
lo que es cierto para el emperador, lo es también para las princesas...
Mira aquella de allá, sí la de piel blanca
como la nieve y el cabello negro como el carbón; todo su papel en la historia
ha sido morder una manzana.
Aquí
hay otra; sólo durmió por cien años y más nada.
¿Una
más? Tenemos a una cuyo único mérito es calzar de un número determinado...
Como
puedes ver, nada hacen y nada logran; el mundo es el mismo después de su paso
por él y todo sería igual si no hubieran pasado por aquí.
No, no todas las niñas son princesas.
Mira
aquella de allá, sí, la que pasa sus días en un laboratorio anotando números;
gracias a ella conocemos la radioactividad. Es la única persona que ha ganado
dos premios nobel en dos disciplinas científicas... No, no es una princesa, es
simplemente una mujer normal.
Aquí
tenemos a la primer mujer que subió al espacio. No, tampoco es una princesa, de
hecho, viene de un país donde no existe la monarquía y por ley no se cree en
ningún dios.
¿Una
más? Tenemos a la mujer pequeña e indígena, la que tapó su rostro para que su
voz fuera escuchada. Se llamaba Ramona y encaró al poder desde la más alta
tribuna de México.
Y
hay muchas otras; la maestra que día a día muestra a sus alumnos como crecer y
superar las condiciones y el lugar en el que nacieron. La mujer que luchó toda
su vida por lograr un mundo mejor y que aún hoy, ausente, acompaña los pasos de
quienes aún caminan para lograrlo. La joven que danza y en su danza muestra
futuro y libertad.
Hay
muchas otras... Todas mujeres normales, ninguna princesa.
¿Ves
lo que intento decirte? No son princesas, no necesitaron serlo. Fueron mujeres
normales, como las que ves en la calle todos los días... Mujeres normales, como
las que cambian el mundo todos los días.
Por eso, perdonarás si no te he llamado “princesa”.
Será
que cuando te miro, cuando te veo crecer, no aprecio en ti humo ni oropeles,
sino las posibilidades de un mundo mejor... Y será que en tu risa no hay vacío.
Será que veo tu sonrisa llena de mejores mañanas...
Por
eso, perdonarás si no te llamo nunca “princesa”.
Para Sofia, porque
ha sido un placer aprender de ti y escucharte reír.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: off topic, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Maravilloso cuento. ¿Puedo... no sé... ponerlo en mi blog, publicarlo en Facebook...?
Publicar un comentario
<< Home