BAILE DE YUYO
Homenaje
a Cortázar
Los hutopos no bailan.
Bueno,
eso es incorrecto. Algunos hutopos bailan, otros lo intentan y algunos más, los
menos; no bailan... Cantan tregua y cantan catala. Con mejores o peores voces;
cantan, pero no todos bailan. Algunos, como éste, no lo hacen ni en defensa
propia.
No
significa que no le guste el baile, sólo que creció un poco demasiado negado
para el ritmo... Por eso o a pesar de eso, de hecho; le gusta el baile y a
veces, incluso, le gusta salir a bailar, más propiamente; a ver bailar... A
verla bailar.
Yuyo baila.
A
veces lo hace en la calle, en medio de la gente y sin que haya música. Sólo
detienen su caminar, parece buscar algún aroma en el aire y, de pronto, empieza
a bailar... Y el baile de yuyo es un poco lluvia sobre césped y olor a tierra
mojada.
Como
diría un argentino, los famas y esperanzas sólo pueden detenerse a mirar el
espectáculo un poco escandalizados por lo que pensará el cura o los comisarios;
ya se sabe, si algo jode a los comisarios de cualquier parte es que, además,
bailemos.
Y
yuyo baila y su baile sabe a tardes de finales de Verano, a un café en alguna
calle del centro; a un beso a las puertas del metro... Yuyo baila y este hutopo
la ve bailar.
Yuyo baila... Y se detiene, asombrada. Como
escribía un argentino, los famas y esperanzas sólo pueden aplaudir.
Y
este hutopo, pobre, se suma al clamor... Y yuyo, sin saber de qué va todo esto,
mira a todos lados confundida y echa a reir...
Para Jessica, cuyo baile sabe a tardes de finales de Verano, a un café en alguna calle del centro; a un beso a las puertas del metro.
Mario
Stalin Rodríguez.
Etiquetas: Cosas que suceden, in memorian, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Gracias, yo también amo a Julio.
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