ROSTROS
la perpetuidad de la bestia
La iglesia católica tiene un nuevo rostro.
Ante
la inusitada renuncia de José Ratzinger al papado, la jerarquía católica eligió
para portar el manto de Pedro a Jorge Mario Bergoglio, quien tomará el nombre
de Francisco I.
No
faltaron las voces que vieron la elección de un cardenal latinoamericano como
signo de nuevos tiempos para la iglesia católica... Nuevos tiempos que
asemejan, tristemente, demasiado al pasado.
Bergoglio,
cardenal de Buenos Aires, ha sido señalado como colaborador con la dictadura militar
que azotó a la nación sudamericana entre 1976 y 1982. Es probable que su
participación en el arresto y posterior desaparición de dos curas jesuitas, incómodos
al régimen militar, vaya mucho más allá que el simple pecado de la omisión.
Múltiples
testimonio de curas y gente cercana a la iglesia bonoarense, hablan de que por
sus órdenes directas, información obtenida bajo secreto de confesión fuera
trasmitida a los mandos castrenses a fin de ubicar a opositores. Ello lo
ubicaría como cómplice en la desaparición de cerca de 30 mil personas a manos
de la junta de comandantes.
Personas
cercanas a la curia que él encabezaba han sido señaladas como cómplices en la
desaparición y apropiación de poco más de 400 niños nacidos en cautiverio, de
madres desaparecidas y dados en adopción ilegal a los torturadores.
Sí,
la iglesia católica tiene u nuevo rostro... Y es el mismo.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El Nombre de la Ignominia, tratado sobre la necedad
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