Correo Mundano (03)
México tal a tal día de tal mes de tal año
madrugada
madrugada
Monstrua:
Te contaré un secreto... No es un secreto importante, vamos; el saberlo no cambiará tu vida ni modificará la forma en que ves el mundo. Pero es un secreto y quiero contártelo.
Bueno, en realidad, el secreto que debo contarte no es tan secreto; es algo que cualquiera puede saber apenas me lea bien. No es un secreto que se esconda, sino que se reproduce a sí mismo en trazos, letras y metáforas.
Incluso es posible que ya sepas el secreto, tal vez ya te he hablado de él en distintas formas y momentos... Tal vez te lo he escrito en otros párrafos, tal vez lo oculté deseando que lo encontrarás entre mis trazos.
Tal vez el secreto que quiero contarte no es un secreto, porque tengo por verdad que los secretos, para serlo, deben permanecer ocultos y éste lo sabe todo el mundo... Pero es mi secreto y quiero contártelo.
Evidentemente pierdo el horizonte, porque estas líneas deberían celebrarte y no hablar de secretos que no lo son.
En otros párrafos queda dicho que no soy bueno escribiendo cartas, porque, como ha sido demostrado, pierdo el hilo y me extravío en el horizonte. Hablo de necedades y dejo, como siempre, que mis imposibles invadan líneas y párrafos.
Verás; estas páginas deberían hablar de tu risa y de la música que en ella habita. Deberían, en flores gramaticales, celebrar el reflejo del sol en tu cabello y el aroma que de él surge (en la mañana, cuando recién despiertas). Deberían cantar en voz silente, un homenaje a tus ojos y a la manera en que ves al mundo.
Estas líneas deberían redundar en temas y repetir mis lugares comunes, es decir;...
Bueno, en realidad, el secreto que debo contarte no es tan secreto; es algo que cualquiera puede saber apenas me lea bien. No es un secreto que se esconda, sino que se reproduce a sí mismo en trazos, letras y metáforas.
Incluso es posible que ya sepas el secreto, tal vez ya te he hablado de él en distintas formas y momentos... Tal vez te lo he escrito en otros párrafos, tal vez lo oculté deseando que lo encontrarás entre mis trazos.
Tal vez el secreto que quiero contarte no es un secreto, porque tengo por verdad que los secretos, para serlo, deben permanecer ocultos y éste lo sabe todo el mundo... Pero es mi secreto y quiero contártelo.
En otros párrafos queda dicho que no soy bueno escribiendo cartas, porque, como ha sido demostrado, pierdo el hilo y me extravío en el horizonte. Hablo de necedades y dejo, como siempre, que mis imposibles invadan líneas y párrafos.
Verás; estas páginas deberían hablar de tu risa y de la música que en ella habita. Deberían, en flores gramaticales, celebrar el reflejo del sol en tu cabello y el aroma que de él surge (en la mañana, cuando recién despiertas). Deberían cantar en voz silente, un homenaje a tus ojos y a la manera en que ves al mundo.
Estas líneas deberían redundar en temas y repetir mis lugares comunes, es decir;...
QUE TE DESEO FELIZ
Mandarte abrazos y mis mejores deseos.
Es decir, estas líneas deberían celebrarte.
Aquí es donde entra mi secreto.
Trato de explicarme (lo sé, no es algo que haga muy bien); hace años un llanto rompió el silencio y el mundo fue, sólo por eso, un lugar digno de vivirse. Hace años la luz conoció por vez primera tus ojos y cobró con ello sentido.
Si el mundo fuera un lugar más justo (y más inteligente), pararían las guerras y el cielo se iluminaría con fuegos de artificio. Se detendrían las fábricas de la muerte y callarían los discursos; tu nombre, sólo tu nombre, poblaría los labios del orbe.
Todo ello para celebrar tus ojos, tu cabello; las estrellas que poblan tu piel y las constelaciones que sobre tu pecho se dibujan.
El mundo no es un lugar más justo (ni más inteligente), pero es un buen lugar para vivir sólo en él es posible tu risa... Por ello no basta celebrarte y obsequiarte mis imposibles. No basta agradecer el reflejo del sol en tu cabello y no basta rendir homenaje a tu palabra (aun cuando no siempre estemos de acuerdo).
Por ello no es esta carta una carta común... Por ello estos párrafos hablan de secretos que no lo son y de experiencias.
Me detengo aquí un momento, porque de experiencias se trata todo esto.
Verás; la vida no debe ser medida en años, sino en experiencias... No es del simple y matemático transcurrir del tiempo de lo que nos nutrimos. Aprendemos de y aprehendemos nuestras experiencias y a quienes nos rodean.
Nos apropiamos de nuestros errores y aciertos, como nos apropiamos de las personas a las que amamos, queremos, odiamos, conocemos... Creo haberlo dicho antes, somos vampiros, porque nos nutrimos de la vida y la experiencia, la propia, la ajena y, sobre todo, la compartida.
Sobre todo esto; la experiencia se comparte. No es en la soledad donde crecemos, sino en los otros. El dolor, la alegría, el placer, tienen sentido cuando sumamos, cuando somos nosotros.
Crecemos, entonces, no en los años ni a su aritmética suma; crecemos en el estar aquí, juntos... Distantes o compañeros, pero juntos; cómplices.... Porque la compañía es mejor, cuando la acompaña la mutua ternura.
Obviamente, he vuelto a perderme y a seguir por la tangente. En estas líneas, que ya llegan a su fin, a penas he empezado a delinear los bosquejos del secreto que debía contarte.
No es un gran secreto, queda escrito, ni aún siquiera un secreto oculto.
Queda escrito, es un secreto que se relaciona con tus ojos (abismos dignos de perderse en ellos) y la suma experiencias, aciertos y desaciertos (más los segundos que los primeros) que me llevaron a ese estar aquí, a tu lado (y con ello, no lo dudes, todo se justificaba). Se relaciona, sobre todo, con las mañanas, días y noches compartidos; con tu mar salado y con la forma en que ves el mundo y me enseñabas a mirarlo.
No es un gran secreto, queda escrito, ni aún siquiera un secreto oculto.
Un secreto que, tal vez, ya se encuentra en estos párrafos; basta con saber mirar y leer mayúsculas iniciales en un orden que no es el acostumbrado.
Es decir, estas líneas deberían celebrarte.
Trato de explicarme (lo sé, no es algo que haga muy bien); hace años un llanto rompió el silencio y el mundo fue, sólo por eso, un lugar digno de vivirse. Hace años la luz conoció por vez primera tus ojos y cobró con ello sentido.
Si el mundo fuera un lugar más justo (y más inteligente), pararían las guerras y el cielo se iluminaría con fuegos de artificio. Se detendrían las fábricas de la muerte y callarían los discursos; tu nombre, sólo tu nombre, poblaría los labios del orbe.
Todo ello para celebrar tus ojos, tu cabello; las estrellas que poblan tu piel y las constelaciones que sobre tu pecho se dibujan.
El mundo no es un lugar más justo (ni más inteligente), pero es un buen lugar para vivir sólo en él es posible tu risa... Por ello no basta celebrarte y obsequiarte mis imposibles. No basta agradecer el reflejo del sol en tu cabello y no basta rendir homenaje a tu palabra (aun cuando no siempre estemos de acuerdo).
Por ello no es esta carta una carta común... Por ello estos párrafos hablan de secretos que no lo son y de experiencias.
Verás; la vida no debe ser medida en años, sino en experiencias... No es del simple y matemático transcurrir del tiempo de lo que nos nutrimos. Aprendemos de y aprehendemos nuestras experiencias y a quienes nos rodean.
Nos apropiamos de nuestros errores y aciertos, como nos apropiamos de las personas a las que amamos, queremos, odiamos, conocemos... Creo haberlo dicho antes, somos vampiros, porque nos nutrimos de la vida y la experiencia, la propia, la ajena y, sobre todo, la compartida.
Sobre todo esto; la experiencia se comparte. No es en la soledad donde crecemos, sino en los otros. El dolor, la alegría, el placer, tienen sentido cuando sumamos, cuando somos nosotros.
Crecemos, entonces, no en los años ni a su aritmética suma; crecemos en el estar aquí, juntos... Distantes o compañeros, pero juntos; cómplices.... Porque la compañía es mejor, cuando la acompaña la mutua ternura.
No es un gran secreto, queda escrito, ni aún siquiera un secreto oculto.
Queda escrito, es un secreto que se relaciona con tus ojos (abismos dignos de perderse en ellos) y la suma experiencias, aciertos y desaciertos (más los segundos que los primeros) que me llevaron a ese estar aquí, a tu lado (y con ello, no lo dudes, todo se justificaba). Se relaciona, sobre todo, con las mañanas, días y noches compartidos; con tu mar salado y con la forma en que ves el mundo y me enseñabas a mirarlo.
No es un gran secreto, queda escrito, ni aún siquiera un secreto oculto.
Un secreto que, tal vez, ya se encuentra en estos párrafos; basta con saber mirar y leer mayúsculas iniciales en un orden que no es el acostumbrado.
Vale, salud y un recordatorio; a veces no basta con conocer el tiempo, a veces también hay que seducirlo.
Mario Stalin Rodríguez
Necio Hutopo
Mario Stalin Rodríguez
Necio Hutopo
Etiquetas: Alone... Inside the shades... Without hopes
7 Comments:
Estuve por buscar el secreto pero luego pensé... mejor que lo encuentre la monstrua: es para ella.
Besos
En mi tierra a estos secretos se les llama "Secretos a voces", pero usted señor Mario, lo camufla para que siga el secreto mejor guardado que tienen la Monstrua y usted. ¡Y muy bien que hacen, para eso es un secreto, que puñeta!
Espero el correo "04",y el guiño que nos hacen la Monstrua y usted.
Besos muchos.
Nani me lo recomendó y no se equivocaba... ¡fantástico blog!
...desde hoy le seguiré...
Contestando a la pregunta que haces en tu último comentario en mi blog: sí, me encantaría que contaras más historias como la de tu abuela. Me encantan y lo haces con un arte que pa' qué :D
Besos
Me gusto mucho esta entrada en tu blog. Pero que ya no sea secreto Mario, bueno creo que ya no lo es, no conozco a la persona a quien iba dirigida, pero es mas que obvio que ya no es un secreto. ¿Porque ocultar algo tan bello? No creo que lo hagas, lo afirmas en todo tu escrito. No existe el secreto
Creo que esta tercera epístola es la que más me ha gustado de todo el serial. En primer lugar, por la idea (que también comparto) acerca de que si el mundo fuera un lugar más justo e inteligente (que no lo es pero vale la pena vivir en él) pararían las guerras, las fábricas de la muerte y los discursos.
En segundo, por las reflexiones sobre la vida, es decir, que ésta es más que el mecánico transcurrir del tiempo; es la suma de nuestras experiencias personales y colectivas.
Y, por último, por lo seductor de todo el texto. No sólo me refiero a esto de aprender a seducir el tiempo (ignoro cómo, pero me has dejado pensando), sino a que los secretos en sí mismos (sean no-secretos o secretos-secretos) son ya bastante seductores.
Perdón, también me extendí.
Saludos.
Mario, visita este blog porfa, es de un amigo y pues le hable de usted y de sus comentarios. Cuando tengas tiempo date una vuelta porfa.
palaciodelosalcatraces.blogspot.com
Publicar un comentario
<< Home