Correo Mundano (02)
México tal a tal día de tal mes de tal año
Madrugada
Madrugada
Monstrua:
En estas letras se esconde la nostalgia. Pero no te confundas, no la nostalgia estéril que nos inmoviliza en la tristeza, sino la que, a fuerza de memoria, nos hace avanzar. No es una nostalgia fácil, se encuentra poblada de fantasmas, de ausencias.
Es esa nostalgia, creo haberlo escrito antes, que nos hace volver sobre nuestros pasos, tomar el cadáver de un proyecto, darle respiración de boca a boca, arroparlo en nuestra necedad y volver a guardarlo, con ternura, a la izquierda.
No me hagas mucho caso, igual es la noche, son las estrellas y el frío en el que no hay palabras compañeras, platicas de madrugada, que me ayuden a combatirlo.
Verás, en días como estos (en general; todos) me da por el recuerdo, por el recuento. No es extraño; creo haberlo escrito antes, soy la suma de mis recuerdos y mis esperanzas. No te sorprendas, no pocas veces ambos coinciden en un único deseo.
Así, me da por la nostalgia, me siento ante el teclado y te escribo.
El pretexto es obvio, se trata de este proceso en el que nos da por cerrar los ojos y hacer el recuento del pasado, la suma de las esperanzas. No es una nostalgia fácil, queda escrito, esta poblada de tristezas y de pocas alegrías.
La alegría de un regreso, de una presencia a la que fui acostumbrándome, de un mar salado que era tempestad extraña y familiar. La alegría de caminar a su lado, despertar a su lado; aprender a mirar el mundo de otra forma. Reaprender de ella, en ella, la ternura del calor de otro cuerpo. Reaprender a construirte del otro, de su cuerpo, sí, pero sobre todo de su compañía; de su risa y sus llantos.
La tristeza de su partida, del saberla ajena; lejana. Caminar el vacío, tu soledad, la que le pertenece, es decir; su ausencia. La gente (las gentes) te mira y lo sabe; “miren al bufón; al hombre hueco”... Y caminas, sigues caminando. Convives y te exasperas, tienes alegrías y tristezas. A veces te buscas en otras sábanas, en otros labios, en otras risas... Pero en ellas sólo ves recuerdos, sólo encuentras el nombre de la ausencia.
Y caminas, sigues caminando vacío, hasta que, un día, más temprano que tarde, te llena la nostalgia. Reconoces en ti lo que ella es, lo que de ella aprendiste y aprehendiste; la vida que te dio, la forma en que te enseñó a mirarla. Entonces vuelves sobre tus pasos, tomas el cadáver de tus proyectos, les das respiración de boca a boca, los arropas en tu necedad y los guardas, con ternura, a la izquierda.
Y caminas, sigues caminado. tal vez la reencuentras; compañera de otra forma, sí, pero aún cómplice. Y vuelves a caminar a su lado, y aprendes de nuevo de ella, y la descubres otra vez, y te permites vivir de otra forma la nostalgia; una en la que su regreso no es recuerdo, sino esperanza que se escribe en cinco letras.
No es éste el asunto, queda escrito, sino la noche, las estrellas y el frío en el que extraño las palabras para arroparme. Pero, ya que han servido estos párrafos de pretexto antes, sirvan también para el juego obvio de palabras y sentidos: Te deseo, Monstrua
También queda escrito en otros párrafos; no es el tiempo, sino lo que hacemos con él lo que celebramos.
De eso se tratan estos párrafos, de recordarte que seguimos caminando; unas veces juntos, otras distantes, pero compañeros de distintas formas y cómplices.
Nos seguiremos encontrando, Monstrua, por eso guardo tu recuerdo, disfruto de tu compañía, del descubrirte amiga. Por eso, arropo con mi necedad la esperanza del regreso.
Vale, un abrazo
Es esa nostalgia, creo haberlo escrito antes, que nos hace volver sobre nuestros pasos, tomar el cadáver de un proyecto, darle respiración de boca a boca, arroparlo en nuestra necedad y volver a guardarlo, con ternura, a la izquierda.
Verás, en días como estos (en general; todos) me da por el recuerdo, por el recuento. No es extraño; creo haberlo escrito antes, soy la suma de mis recuerdos y mis esperanzas. No te sorprendas, no pocas veces ambos coinciden en un único deseo.
Así, me da por la nostalgia, me siento ante el teclado y te escribo.
La alegría de un regreso, de una presencia a la que fui acostumbrándome, de un mar salado que era tempestad extraña y familiar. La alegría de caminar a su lado, despertar a su lado; aprender a mirar el mundo de otra forma. Reaprender de ella, en ella, la ternura del calor de otro cuerpo. Reaprender a construirte del otro, de su cuerpo, sí, pero sobre todo de su compañía; de su risa y sus llantos.
La tristeza de su partida, del saberla ajena; lejana. Caminar el vacío, tu soledad, la que le pertenece, es decir; su ausencia. La gente (las gentes) te mira y lo sabe; “miren al bufón; al hombre hueco”... Y caminas, sigues caminando. Convives y te exasperas, tienes alegrías y tristezas. A veces te buscas en otras sábanas, en otros labios, en otras risas... Pero en ellas sólo ves recuerdos, sólo encuentras el nombre de la ausencia.
Y caminas, sigues caminando vacío, hasta que, un día, más temprano que tarde, te llena la nostalgia. Reconoces en ti lo que ella es, lo que de ella aprendiste y aprehendiste; la vida que te dio, la forma en que te enseñó a mirarla. Entonces vuelves sobre tus pasos, tomas el cadáver de tus proyectos, les das respiración de boca a boca, los arropas en tu necedad y los guardas, con ternura, a la izquierda.
Y caminas, sigues caminado. tal vez la reencuentras; compañera de otra forma, sí, pero aún cómplice. Y vuelves a caminar a su lado, y aprendes de nuevo de ella, y la descubres otra vez, y te permites vivir de otra forma la nostalgia; una en la que su regreso no es recuerdo, sino esperanza que se escribe en cinco letras.
QUE SEAS FELIZ
Feliz, como la felicidad que en otras letras queda explicada.También queda escrito en otros párrafos; no es el tiempo, sino lo que hacemos con él lo que celebramos.
Nos seguiremos encontrando, Monstrua, por eso guardo tu recuerdo, disfruto de tu compañía, del descubrirte amiga. Por eso, arropo con mi necedad la esperanza del regreso.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Alone... Inside the shades... Without hopes
6 Comments:
Y que importante es seguir caminando, recordando, esperando, y mientras esa Monstrua se hace presente en tu vida, ¡como ud. señor Mario, desea y la desea!, que sigan arropándote las palabras y las estrellas. Las noches de nostalgia, serán tibias y esperanzadoras.
Besos,
Nani.
Sigues caminando con esa compañera eterna y permanente. En sombras y silenciosa pero siempre contigo. ¿Te hizo tanta compañía en presencia como te lo hace ahora en ausencia?
Como sería esa Monstrua sino puedes olvidarla...
Besos
Hay personas que son compañías constantes a lo largo de tu vida... Las hay, también, cuya presencia dura, como diría Sabina, "lo que dos peces de hielo en un Wiskey on the Roks".
En ninguno de los dos casos el asunto es el tiempo, sino la forma y el contexto... A esto se resume todo ello, a la forma y el contexto.
Llegó para curarme del desánimo que me consumía, me mostró de nuevo la ternura de otro cuerpo, en ella (POR ELLA) recuperé la felicidad que se construye en compañía... Incluso, en ella (POR ELLA), hoy que sólo es ausencia, sigo buscándome, construyéndome de la mirada del otro.
Aunque, eso es obvio, no he vuelto a encontrarme cómo me encontré en los lunares de su pecho... Y así está bien, es mejor, porque aquel que soy en las nuevas presencias es eso, nuevo y no la copia borrosa de quien fui en su tempestad.
Por eso no puedo olvidarla, básicamente, porque NO QUIERO olvidarla. Porque hacerlo es olvidar también lo que en ella (por ella, con ella) aprendí, aprehendí...
¿Por qué tendemos a pensar que es necesario olvidar? Es cierto que los recuerdos, por buenos que sean, no alimentan ni abrazan, pero mientras no nos supongan un lastre que nos impida avanzar no entiendo esa manía persecutoria con afán de exterminio que nos entra. Si fuimos felices con alguien, con algo o en algún lugar, aunque ahora ya no lo seamos con esa persona, con ese algo o en ese sitio, pero ti tal vez con otros y en otros, por qué hacerlo desaparecer como si nunca hubiera ocurrido. Se me antoja es una automutilación innecesaria.
Sobre el post anterior (que no alcancé a comentar) sólo quiero decir que me pareció interesante la idea de ver la felicidad como algo dialéctico, o sea (y si entendí bien), como una condición sujeta a circunstancias de un espacio-tiempo determinado (sincrónicas) pero que a la vez se ven afectadas por el continuo andar del reloj (diacrónicas).
En lo que a este último respecta, me pareció más triste que el anterior, aunque siempre es grato conocer a quienes piensan que la nostalgia no tiene por qué convertirse en una razón para permanecer estancados, sino que, por el contrario, puede tornarse el detonante para retomar sueños pasados y volver a darles vida...
O para recordar que, aun en las ausencias, algunas personas caminan (y caminarán) a nuestro lado y que, además, esa lejanía nunca es impedimento para desearles con sinceridad que sean felices.
En fin, debrayes míos.
Saludos.
La felicidad, creo haberlo dicho con otras palabras más de una vez, no puede ser eterna porque entonces no podríamos (no sabríamos) apreciarla más que como rutina... la felicidad, como las cosas importantes de la vida (y las sin importancia) se construye sólo por oposición... Sabemos que nos indispensable respirar no porque respiremos todo el tiempo, sino porque todos nos hemos encontrado en la situación de no poder hacerlo momentaneamente... Lo mismo pasa con la felicidad, o algo así.
De la nostalgia como ancla ya hemos hablado en estos bits. No creo que la nostalgia sea pretexto válido para la inmovilidad, para el encerrase... la nostalgia, el recuerdo, la memoria, por el contrario es lo que nos mantiene coherentes y cambiantes, lo que nos mantiene caminando... Sólo sabiendo de dónde venimos es posible saber hacia dónde nos dirigimos.
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