jueves, julio 11, 2013

LAS INVACIONES BÁRBARAS

Diplomacia Europea
Made In USA

El reciente, y aún inconcluso, affaire Snowden, con el secuestro del mandatario boliviano y los gobiernos europeos actuando como perros falderos de la Casa Blanca incluidos, es sólo el más reciente (que no el primero, ni él último) de los signos de la descomposición que la hegemonía estadounidense experimenta.
                Estos signos bien pueden remontarse hasta la administración de Bush hijo, quien pese a la condena unánime contra los atentados del 2011 y, en parte, por el ridículo y malogrado resultado de la invasión a Afganistán, no logró convencer ni a sus más fieles aliados de la conveniencia de la invasión a Irak (los patéticos espectáculos de las capturas y asesinatos de Hussein y Bin Laden, son sólo la coletilla de una obra en la que los actores han perdido el guión, pero se niegan a abandonar el escenario).
                No nos sorprendamos, si Roma no se construyó en un día, también es cierto que su destrucción tampoco tomó poco tiempo.

La pérdida de hegemonía por parte de Washington es notoria no sólo en la debilidad que el dólar experimenta frente a monedas como el Euro (incluso con todos los problemas por los que atraviesa la Unión Europea en general, magnificados a niveles absurdos por la incompetencia de los gobiernos de algunos de sus miembros, como España, en particular), la Libra o el Yen chino.
                Pasa por las rebeliones de oropel de gobiernos amigos, como los de China y Rusia, quienes prefirieron hacer caso omiso de las peticiones estadounidenses y dejar marchar a Edward Snowden de sus territorios, a pesar de la orden de captura internacional que sobre el excontratista de la CIA pesa.
                Y llega, de momento, al abierto enfrentamiento de ciertos gobiernos latinoamericanos, no sólo por la protección que por más de un año ha brindado ya el gobierno de Ecuador a Julian Assange en su embajada de Londres o por las múltiples ofertas de asilo político que Snowden ha recibido por parte de los titulares de los poderes ejecutivos del subcontinente. Sino, sobre todo, por la implementación por parte de muchas de estas administraciones, de políticas económicas distintas a (y hasta enfrentadas con) las impuestas por el consenso de Washington.

Obviamente, sería pecar de optimismo ver en estos factores el anuncio del fin del poderío estadounidense. Pero indican, sí, que algo distinto está pasando en el mundo y que ha iniciado, como suelen iniciar estas cosas, con la rebelión de los sometidos.
                Nuevos vientos empiezan a soplar desde el Sur y convendría prestarles atención, porque bien podrían estar anunciando la tormenta por venir.


Mario Stalin Rodríguez

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