APROPIACIÓN Y PRIVATIZACIÓN
Ante todo, permítaseme el posicionamiento; soy
propietario de un vehículo automotor y odio manejar en la ciudad de México...
Una ciudad cuya población asciende a poco más de 20 millones de habitantes (entre
quienes viven propiamente en ella y quienes habitan en el área conurbada, pero
trabajan y hacen su vida en la ciudad), en la que circulan diariamente poco más
de 6 millones de automóviles particulares (aprox. un vehículo cada cuatro
personas), obviamente, tiene un problema.
Problema,
por cierto, que no se soluciona pensando, cada vez más, una ciudad para los
automóviles. Iniciativas en este camino las ha habido desde los 70 del siglo
pasado, con la planeación y creación de los ejes viales y hasta nuestros días,
con la creación de las supervías y los segundos pisos. Todo ello, sobra
decirlo, antes que solucionar nada más que en el muy corto plazo, ha agravado la
situación al mediano y largo plazo.
Es
decir, cualquier “solución” centrada en los automóviles, se transformará en
parte del problema, mucho antes que después.
El
camino, entonces, tendría que ser distinto; hacer de la circulación de
automóviles en la ciudad algo no redituable, por una parte y potenciar y
eficientizar el trasporte público, por la otra.
Obviamente, el asunto es mucho más complejo que lo
anteriormente delimitado, pues en ello, además de la abundancia absurda de
automóviles, entra el asunto de las mafias que controlan el trasporte colectivo
de la ciudad, su pésima planeación y, muy obviamente, el tamaño creciente de la
mancha urbana y las distancias kilométricas que se deben recorrer entre los
domicilios particulares, los centros de trabajo, de estudio, de entretenimiento
o comerciales.
El
asunto es muy complejo, pero por mucho que se analice en cualquier dirección,
la conclusión no varía demasiado; el automóvil particular debería quedarse en
casa.
Todo esto viene a cuento por la polémica suscitada a raíz
de la implementación de parquímetros en varias zonas del Distrito Federal como
las colonias Roma, Condesa y Polanco.
Las críticas
a este respecto varían de tono, pero la mayoría se han centrado en la presunta “privatización”
del espacio público y la restricción del derecho inalienable de tránsito. Según
esto, cobrar por estacional un automóvil particular en una calle pública, es un
ataque a la sociedad.
Ante
todo, conviene la aclaración, estacionar un automóvil particular en una calle
pública no es derecho de tránsito, es la apropiación particular de un espacio
público; nadie ha propuesto (hasta donde sé), cobrar por caminar en las calles,
circular en ellas o, incluso, encadenar una bicicleta a un poste o cualquier
otro mobiliario urbano.
Es
decir; si en vez de llegar en automóvil a la oficina, a la escuela o a
cualquier establecimiento comercial, se llegara caminando, en transporte
público o bicicleta, no se necesitaría pagar por el uso del espacio público, lo
que ayudaría, además, a retirar un buen número de automóviles de las calles;
aligerando, en el proceso, el tráfico para eficientar el transporte público.
Otro
asunto, muy distinto, es que estos parquímetros sean manejados por una empresa
privada y no por la administración pública, toda vez que, entonces, las
ganancias generadas los son para el sector privado y no utilizadas, como
debería ser, para el mantenimiento de las calles y del transporte público.
Es
decir; aplaudo y justifico la colocación de parquímetros no sólo en los lugares
donde ya los hay, sino a lo largo y ancho de toda la ciudad, quien no los quiera
pagar, que no use el automóvil. Me parece, sin embargo, criticable y condenable
que estos caigan en manos de la administración privada.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, Opinión
1 Comments:
Vivo en una ciudad con algo más de 382.000 habitantes y un parque automovilístico de más de 250.000 vehículos. Es la capital de la isla y, aparte de soportar el tráfico propio de ella, recibimos vehículos del resto de poblaciones. El espacio es poco y limitado... y la ciudad es cada vez más para los coches y menos para los peatones. Todo este rollo es para decirte que estoy totalmente de acuerdo con tu artículo :)
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