INSOMNIO
Primero
La joven desespera.
¿Qué
importa su nombre? Es mujer a cuatro letras; es joven y recién salida de la
facultad. Su vida se enfrenta a nuevos horizontes y distintos amaneceres; algunos
de sus planes parecen ir cumpliéndose, otros cambian o se abandonan y, unos
pocos, desea a veces, ojalá la abandonaran...
No,
no importa su nombre; sólo que es joven y desespera.
Sería
incorrecto decir que es su tercer noche sin dormir. En ésta y las dos anteriores,
duerme a veces, pero no completamente: cuando la inconsciencia parece ganar, se
ve a sí misma caminando por pasillos interminables; parecerían los corredores
de una biblioteca infinita.
A lo
lejos escucha una voz, tal vez está llamándola; no identifica las palabras;
pero bien podrían ser su nombre...
Entonces
despierta, se sienta en su cama y desespera.
Segundo
El nunca duerme.
¿Qué
importa su nombre? Nació con el primer deseo de los hombres y morirá sólo cuando
la última esperanza desaparezca. Habita entre los sueño de los hombres, es varón,
hembra y quimera; el amo y señor del país onírico.
No,
no importa su nombre; es eterno e inmutable… Y hoy desespera.
Pasea
entre los pasillos de su biblioteca, en sus infinitos estantes están todos los
libros que han sido escritos, todos los libros que s es escribirán e, incluso,
todos aquellos que nunca serán escritos. A veces detiene su deambular, retira
un tomo de los estantes y lo hojea distraídamente... Siempre termina cerrándolo
de golpe y debe contener las ganas de arrojarlo lejos, se controla y lo coloca
de nuevo en su sitio.
Respira,
suspira; murmura un nombre... Y desespera.
Tercero
Los días del insomnio son difíciles.
Se
encuentra irritable y el mundo no parece dispuesto a darle la tranquilidad que desesperadamente
necesita. Incluso los pequeños pecados que en otras ocasiones deja pasar con
una sonrisa, hoy la enervan y su enojo estalla a la menor provocación.
No, ni
siquiera los pequeños placeres en los
que otros días encuentra refugio, la consuelan... La noche se acerca y, con
ella, el insomnio y los sueños.
Cuarto
Se sienta en su trono.
Escucha
los dimes y diretes de un conflicto que no le interesa; hadas y duendes en sus
eternas, estúpidas y vacías disputas. Hablan y piden su intervención; llaman a
la ley del señor de los sueños para resolver un conflicto irrelevante.
El
no les escucha, cierra los ojos y la ve. Como siempre, la recuerda sonriendo o
cantando una ronda infantil... Por primera vez en mucho tiempo; sonríe.
El
rey de los sueños ha tomado una decisión.
Quinto
Despierta en el sueño.
Se
encuentra a sí misma desnuda sobre el agua, no como quien flota, sino como
quien puede caminar sobre ella. No reconoce el paisaje, una luna que no es la
luna ilumina un cielo sin estrellas, el agua se extiende en cualquier dirección
hasta donde alcanza la vista y, a lo lejos, una figura pálida se acerca.
Clava
su mirada azul en ella y la llama por su nombre.
Se
sonríen...
Sí,
incluso al señor de los sueños le es permitido, de vez en cuando, desear y ser
correspondido.
Ella duerme... En su rostro se dibuja una sonrisa y,
entre sueños, canta una ronda infantil sobre un ciempiés.
Mario Stalin Rodríguez
Para la Licenciada Ilse Ruiz
Porque un cuento le prometí y un regalo le debo...
Y porque no tengo a mano un chocolate.
Etiquetas: off topic, tratado sobre la necedad
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