CIUDADES HOSTILES
Mario Stalin Rodríguez
Introducción
Caminar por las calles, sin rumbo fijo; sólo caminar admirando la belleza oculta de cada barrio. Caminar sin itinerario, sin horario y sin prisas, solo para admirar.
Estás ya viejo para esto, tus cuarenta años pesan en la piel y en los huesos, las calles dejaron de ser bellas hace ya tiempo (tanto tiempo sin María), ahora son monstruos que se acurrucan en cada esquina, esperando para saltar directo a la yugular, directo a tu paz, a tu vida diaria, a tu cotidiano andar, no; definitivamente las calles no son ya bellas.
Tanto tiempo hace.
Tener 24 años entonces, imaginar que la vida promete mucho. Conocerse casi por casualidad. ¿Ella? ya casi 16, con su sonrisa inocente, con sus ojos de niña traviesa, con su desenfado, con sus sueños.
Abordar el camión que te lleva día a día al trabajo, mirarla desde lejos cada mañana y cada anochecer en el mismo camino, es increíble que dos perfectos desconocidos compartan tantas cosas y no se den cuenta.
Hasta la noche en que sus caminos se cruzan por perfecto accidente. "Mira que llover con tal fuerza en Diciembre, parecería que nos acercamos al fin del mundo" las palabras dichas sólo para ahuyentar la soledad y el frió que se cuela en la parada del camión, destinadas a él por ser el único que junto a ella espera un trasporte que no llega.
"No creo que sea el fin del mundo niña, a lo mucho los avances comerciales" responder casi por reflejo, pero las palabras, en determinados casos tan parecidos a este sólo rituales, se transforman en conversación amistosa y presentación tal vez tardía (¿qué tan diferente sería esta historia si hubieran sabido sus nombres desde la primera vez que sus miradas se cruzaron?), de ahí al ofrecimiento de compartir el taxi hay poco espacio.
Los años pesan y el puesto de periódicos no se encuentra tan cerca como cuando llegaste a vivir ahí, el ejercicio ya no es bueno si provoca un ataque de tos a cada esquina de las 10 que separan tu departamento de la plaza donde sueles adquirir el diario.
Así pues, una taza de café no parece mala idea después de la caminata, las mesas de la acera no parecen tan ofensivas cuando en vez de estorbar el paso ofrecen descanso para los adoloridos pulmones.
Y de pronto está frente a ti, en una foto de autor anónimo (de nuevo olvidaron poner el crédito, deberás apuntarlo para la próxima junta), es algo más vieja, aún en tonos grises podrías adivinar las canas que empiezan a aparecer en el pelo negro que aún brilla, su boca parece sonreír aún en el grito inmóvil de la tinta de imprenta.
El pie de foto informa que fue una marcha en alguna calle o playa de Cancún, manifestación que acabo tristemente apaleada por la policía (estatal o federal, nadie de ello está seguro). ¿Ella? probablemente en una cárcel municipal, probablemente en algún otro lado (según la nota, páginas más adelante, se habla de varios desaparecidos).
Salir del cine hablando de la película, apenas un pretexto para escucharse. Esta es la tercera vez que se ven así, como por accidente, la tercera vez que María aparece como por encanto en donde estás; parecería que puedes conjurarla con sólo pensar en ella.
No es tanta coincidencia, ¿no lo sabes? no es tan difícil saber tus movimientos, todo empezó por saber donde trabajabas y diste esa información la primera vez que se vieron, en la lluvia ¿recuerdas? De ahí a un amigo tuyo especialmente comunicativo y con ganas de jugar una broma; así casi siempre es fácil saber donde estás.
Desde entonces han pasado casi tres meses, se saludaban y platicaban en el transporte cuando se encontraban y el tumulto los dejaba acercarse ¿No te sorprendió nunca que los encuentros se hicieran cada vez más frecuentes? Lo deseabas así, está bien, la vida de vez en cuando nos da esas pequeñas compensaciones.
Hablar con ella, disfrutas tanto escucharla. Oírla platicar de sus amigos y amigas de la escuela, su risa cuando se ríe de una de tus bromas. Sus labios que asumen una sonrisa tan fácil, sus ojos de un negro profundo, su cabello que brilla al sol con esos destellos azules, el mechón que cae insistente sobre su cara.
Saber donde vives fue otro asunto, no eres tan dado a esas confidencias, pero basto seguirte una noche para saber que gustas de pasar a tomar un café antes de entrar a tu departamento, la tercera ventana contando desde abajo, a la derecha.
Después averiguar en lo posible tu itinerario, tratar de convencer a sus amigos cuando con los tuyos decides salir.
Sus amigos y los tuyos se encuentran a unos paso atrás, no es raro, ha sucedido así también las otras veces; una rápida presentación y los amigos pasan a segundo plano.
Así, entre el trasporte que los une y los encuentros no tan casuales pronto empiezas a notar que te es difícil no pensar en ella, no desearla más a cada instante.
"No era secreto de nadie Héctor" La que habla es su hermana, único contacto actual entre el que fuiste a los 25 años y quien ahora eres; "Si de su participación no estabas enterado es por esa costumbre tuya de sólo leer el diario que medio diriges, pero su nombre ahí estaba, en los informes de gobernación que como notas publicaban otros diarios, su cara salía en las fotos que a escondidas tomaban los que creen que todo pensamiento independiente es una conspiración".
"Pero tu no la veías, ¿verdad? Te enojabas y mandabas escribir una nota o un artículo sobre la intervención del Estado en los grupos independientes y la paranoia oficial. Más no veías las fotos, no leías las notas, te bastaba un escueto resumen hecho por tu secretaria. Hay Héctor, que tristemente pobre idea de la realidad tienes".
En la tarde sorprenderla a la salida de su escuela; "Lo siento niña, pero tu ya me haz dado varias sorpresas; supuse que era hora de darte una yo".
Su sonrisa amplia, su risa que no puede parar, el abrazarse por vez primera, el mirarse a los ojos y quedarse sin palabras; hay veces en que el silencio dice más que mil palabras.
El que ella te esperara a la salida de tu trabajo o tu esperarla a las puertas de su escuela se volvió costumbre, cosa de ver quien salía primero; incluso el toparse cuando ambos corrían tratando de llegar a tiempo a la salida del otro.
Debes ir a Cancún, insistes con Directora General; ella te mira y repite que para eso están los corresponsales y los enviados, que en conjunto el diario tiene 6 personas en el estado, entre escritores y fotógrafos, que definitivamente no es necesario que el jefe y editor de articulistas se vaya.
Pero tu insistes y a principios de la tarde tienes los boletos en el bolsillo, sólo te hace falta empacar lo indispensable y comer un poco antes de las cinco de la tarde, hora en la que sale el avión (no es primera clase, pero no puedes pedir mucho más con la premura).
Sus labios saben un poco como a sal, sus ojos se cierran con coquetería, su respiración se vuelve pausada, sus brazos aprietan un poco más de lo que es cómodo. Es la segunda vez que tiene una sita formal, nada de encontrase casi por casualidad, están lejos del periódico y de su mesa de redacción y de la escuela y ahora sus labios no sonríen, pero saben como a sal e incluso te parece escuchar una risita en el fondo.
"Por dios niña, esto no debería ser así, casi podría ser tu padre", "Sólo que pienses que a los ocho años eras capaz de tener hijas", "No es eso, comprendes el sentido, esto no puede ser", "No seas idiota, te quiero, te quiero casi desde la primera vez que hablamos. Y no me interrumpas, de por sí soy muy mala con las palabras. Parece mentira, imagine esta escena desde antes de empezar con nuestros encuentros casuales. Estoy sola Héctor, no es noticia nueva para ti, estás solo y dos soledades que se unen no hacen una gran soledad; hacen una compañía, puede que pequeña, puede que no muy duradera, tal vez no demasiado estable y para algunos seguramente reprochable, pero compañía Héctor y a mi me gusta la compañía... Me gusta tu compañía", "Te quiero María".
Tantos argumentos en contra, no faltara quien te los eche en cara, una compañera de la oficina, el amigo con quien tomas café algunas tardes, la amiga que durante mucho tiempo fue lo más cercano a una pareja estable, su hermano, su hermana la irónica, tu propia familia. Pero sus labios saben como a sal, su sonrisa te persigue en sueños, sus brazos aprietan un poco más de lo que es cómodo y su risa parece un canto.
Cancún es una ciudad dividida, la zona de los poderosos señores del dinero ostenta todos los adelantos que la vida diaria ofrece para hacerse más cómoda y a una calle de distancia, sí, cruzando el sitio donde estaban las barricadas de la policía, los techos de lámina de cartón golpean la vista, poco después el olor de las calles con fosas sépticas a penas a ras del suelo ofende la nariz. Cancún es una ciudad dividida, quien al poderoso sirve en los palacios del dinero vive en el calabozo de la injusticia.
Despertar a su lado es fácil; verla somnolienta, con la sonrisa en sus labios y los ojos aún cerrados, sentir el calor de su cuerpo desnudo junto al tuyo en la mañana, aspirar su cabello que huele un poco como a bebe. Sí, despertar a su lado es cosa fácil.
Vivir a su lado es cosa fácil, acompañarla hasta la escuela antes de entrar a trabajar en el diario, verla a la hora de la comida, incluso acompañarla hasta su casa, saludar a su familia que te ve con ojos como extraños, que te critica en silencio y a voces, incluso así; vivir a su lado es cosa fácil.
"María no está aquí". El joven te mira con un poco de desconfianza, se encuentran en la plaza que durante días sirvió de centro de reunión y hotel a los manifestantes.
"Se fue apenas nos sacaron del cuchitril y no la culpo. Algunos nos quedamos porque alguien tenía que recoger el tiradero y esperar a los perdidos" La plaza, a unas calles del inicio de la zona hotelera, sin embargo tan lejos de sus lujos, luce un aspecto a penas ordenado, a penas limpio.
"¿Desaparecidos? No, a lo mucho unos perdidos, pera ya sabemos donde están o ya se comunicaron con su familia, hasta parece que somos afortunados; tomando en cuenta la capacidad gorilesca demostrada por los polis, ¿no?".
"María es una estudiante del CCH Sur, pero eso dice tan poco"; así iniciaba el primer artículo que el director te dejo escribir, ya no corregir los textos de otros en la mesa de redacción, ya no dar una estructura coherente a las notas de las agencias; un artículo tuyo, con tu nombre en la primera línea.
Estar a su lado no es tan fácil; el acompañarla a las marchas, el verla pintar consignas en las paredes. Te es difícil identificarte, hace dos o tres años te recibiste; desde entonces el trabajo te dejó poco tiempo para mantener el contacto con la universidad y hasta ahora empiezas a lamentar ese paso del tiempo.
"Es tan complicado no sentir un poco de simpatía por estos jóvenes, no compararlos con otros, de tiempo atrás, que también querían sólo un mundo un poco mejor, un poco menos injusto, un poco más humano".
"Claro", su risa un poco irónica, un poco con enfado fingido, amas tanto su voz; "la mentada objetividad del periodista te vale madres, ¿verdad?". Te pasea el periódico y tu nota frente a la cara y se divierte. "Hasta pareces un poco nuestro publicista y mi representante particular, pero ¿quién demonios te dio permiso de usar mi nombre?"
"En realidad no piden mucho; sólo que
Estas vivencias deberían parecerte extrañas, pero el año pasado la tierra tembló y viste surgir una solidaridad que creíste vedada para tu generación. Deberías sentirte ajeno a estos jóvenes, pero hace un año te enterraste por túneles frágiles para encontrar a desconocidos y sentiste tanto alivio hasta por sacar un gato vivo.
"A nadie parece importarle; todos parecen más ocupados en justificar la inactividad de la policía federal que en exigir justicia para las personas apaleadas, injustamente reprimidas cuando ya se retiraban".
"María está bien Héctor" Dice Graciela, su hermana, "y te agradece la preocupación, hasta me pidió tu número de teléfono, supongo que quiere hablarte, aunque nada prometo, ¿he?".
"Claro, es el gobierno del cambio, ¿no? El gobierno democrático, no puede cometer errores, es por ello que no importa si la policía federal se encontraba a unos pasos de distancia, no es culpa suya, ni por omisión, que la municipal apaleara salvajemente cuerpos indefensos; y eso en el supuesto de que efectivamente
"Te lo digo como amigos Héctor, ¿entiendes?"
Ahora despertar a su lado es difícil; la amas tanto y caminar a su lado ya no te es cotidiano. La amas tanto y el hablarte ya no le es indispensable. La amas tanto y la lejanía cada vez más notoria te duele en las manos, la cabeza y el sexo (porque tu amor también es sexo, ¿no?).
Parece que cada día pasa más tiempo fuera, parece que su departamento se encuentra vacío sin ella (aquel que con tanta ilusión te acompañó a visitar, aquel para el que juntó los primeros sueldos de su trabajo, aquel que decoró con entusiasmo -sin dejarte intervenir, pese a que tu también vivirías en él), no tiene sentido moverse aquí si ella ya salió.
"Tu problema, Héctor, es que sigues pensando que necesitamos publicistas" Su voz suena un poco cansada a través del teléfono. "No es que los necesiten María, aunque deberían contratarlos; tal vez así no sería tan fácil atizarles en su cabezota hueca".
Disfrutas esta charla telefónica, la primera en muchos, demasiados años. Te la imaginas al otro lado de la línea, con sus cabellos negros destellando azul; con su sonrisa, esa que siempre fue tan fácil.
"Afrontémoslo Héctor, las cosas ya no marchan tan bien como deberían" Sus labios no sonríen, hace mucho que no lo hacen, su risa ya te es ajena, sus ojos te miran fríos, como a la distancia; "no te culpo, no puedo hacerlo. Tampoco me culpes a mi, sabes que no puedes, si quieres culpar a alguien; culpa al tiempo que pasa, pero eso es tan inútil como culpar a cualquiera de nosotros; las cosas solo evolucionan".
"Sabes que te amo, sé que me amas, pero el amor no arregla todo, el amor ya no me llena Héctor." No puedes contestar, las cosas son tan ciertas que duelen, y sin embargo "te extrañaré María; extrañaré los seis años que pasamos juntos, pero tienes razón, el amor ya no llena".
XVII
El fin de semana termina y tu hija, Mariana, te ve con un poco de soledad, a sus ocho años tiene aún esa mirada que te desarma. No falta más de una hora para que Raquel pase por ella, ya te imaginas la escena.
"La verdad Héctor es que eres bastante desconsiderado"; su voz es fría aún tras tres años de separación, "tu hija necesita estar contigo y lo único que se te ocurre es salir de imprevisto, sin avisar a nadie, a pasarte un día en la playa".
Disculparse no vale, lo sabes bien; no es que ella te culpe de todo, más bien le frustra tu vida desordenada, tu manera de no ser del todo un adulto; "En fin, me imagino que motivos tendrías y hasta sobran ¿Verdad? El Viernes que viene la niña tiene reunión de padres de familia, te toca ir; preséntate a las nueve y media y nos vemos en ocho días."
No podías vivir más ahí, afortunadamente el salario no es tan poco que te imposibilite encontrar otro lugar; uno más adecuado para las tardes de soledad, para las noches frías, para tu vida sin María.
Ya no la vez, no resistes siquiera ver a su hermana, recién entrada a trabajar en el diario; el tiempo no curará las heridas, pero al menos serán tolerables, incluso se volverán amigos, pese a eso; evitas hablar con ella de María.
El tiempo también trae a Raquel con su cabello rubio recogido en una coleta de caballo, con sus 28 años, con su lente que retrata al mundo con un poco de sarcasmo.
La larga caminata de la esperanza se acerca a
Mariana nació un día de Septiembre, la viste por primera vez en los cuneros de un hospital privado de la ciudad y fueron sus ojos los que te cautivaron; esa mirada azul que parecía absorber el mundo en un parpadeo (tardaba tanto en parpadear).
Mariana creció viendo como tu relación con Raquel se desmoronaba; a penas cinco años conoció la familia nuclear perfecta.
"No tienes tu la culpa Héctor, tal vez la tenga yo un poco, no lo sé", las palabras se parecen, pero no son las mismas, ni es el mismo tiempo, ni persona; "la verdad sea dicha; no podemos seguir así. Ya no son tolerables los enojos, las desveladas, las lágrimas sin razón. Lo entiendes, lo veo -aún soy capaz de ver en tus ojos, eso debería ser buena señal."
La plaza mayor, esa plancha de piedra que en la historia ha representado el destino final de casi todos, el Zócalo se llena, se hunde imperceptiblemente un poco más.
Mientras escuchas una voz que parece venir de mucho tiempo atrás, mientras tu grabadora registra las entonaciones de lenguas olvidadas, mientras Raquel uno metros más cerca se afana en tomar rostros, puños, pies y esperanzas, mientras esta ciudad un poco amenazadora, un poco devoradora de sueños ruge en vivas y sollozos, una mano toca tu hombro.
Volteas y la vez. Su sonrisa un poco como cansada, pero aún más bella; sus ojos negros con un brillo húmedo, tan inmensamente alegres. "¿Cómo estás abuelo? Los años no pasan por ti, se quedan estacionados".
Se sonríen el uno al otro, no hay aquí un reencuentro de abrazos y lágrimas, no encontraras un resquicio para un beso demasiado tiempo guardado. Tal vez te gustaría saber que este es el final feliz, que vivirás a su lado para siempre jamás, que tus labios y los suyos se desean.
Pero no es así, o no completamente; no la olvidas, pero la vida ya no es la misma y los años no pasan en balde, pero sí hay un reencuentro, si habrá futuros atardeceres y si no son felices para siempre; lo serán cuando puedan, que es la mejor manera de ser feliz.
P.D. que se explica
En Febrero de 2001, como acto inaugurar del pretendido gobierno del cambio, la Policía Federal Preventiva reprimió con violencia a los manifestantes que protestaban contra la cumbre de la OMC que se desarrollaba en Cancún, México... En Marzo del mismo año, la Comandancia general del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) marchó a la ciudad de México, buscando la aprobación de los acuerdos de San Andres... Finalmente, fueron traicionados por el pretendido gobierno del cambio y todos los partidos políticos, con la aprobación de una contrarreforma que marcaba un franco retroceso...Etiquetas: Alone... Inside the shades... Without hopes
3 Comments:
¿Historia de amor, de desamor o política?
Un poco de todo, imagino.
Qué romántica y bella vuelve la ficción a la cruda realidad.
Besos
no, en ralidad no hay algo en particualar que quiera contar...
sólo decir que en la vida también hay ficción y deseos y cosas que de repente llegan a mi cabeza y no sé donde poner...
besos y saludos
Ojalá podamos vernos pronto
Un quicky para decirte qe te he enlazado a mi página, la lectura me la guardo para mañana :D
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