DE LA MIRADA EXTERIOR
Esta es la segunda parte del festejo de no-aniversario de este blog... para mayores informes, click aquí...
“Las deformaciones de la realidad han permitido al artista penetrar en la apariencia superficial de hechos y emociones”
Susan Woodford
Cómo mirar un cuadro; Pág. 38
Susan Woodford
Cómo mirar un cuadro; Pág. 38
Comunicamos con mucho más que la palabra; comunicamos, incluso, sin palabra. Los gestos, ropas, casas y hasta las diarias calles comunican y nos comunican. Su voz, sus ojos, sus manos, su risa, su tacto y su distancia comunican.
Lo anterior, además de redundante ensayo de prosa, es lugar común incompleto; porque comunicamos con algo más que la palabra, sí; pero también con la palabra. Palabra, gesto y contexto se unen en formula indisoluble y única en cada oportunidad de comunicación; no pretendamos entender sus procesos como separados.
A través de las imágenes también representamos nuestro mundo y a nosotros mismos nos definen las imágenes que del mundo presentamos. Por la imagen nos mostramos a los otros y de ellos consumismos sus imágenes.
Es decir; las imágenes que producimos, conciente o inconscientemente, comunican: porque aquello que dibujamos (si dibujamos), aquello que fotografiamos, los vestidos que portamos, los adornos que elegimos, los movimientos de nuestras manos y cuerpos, y hasta el espacio que abarca la mirada y la dirección que le damos de nosotros hablan. Como de nosotros hablan, incluso, la forma que a nuestras letras (cada una y en su conjunto) damos y hasta los aparentemente azarosos trazos con los que adornamos nuestros apuntes.
Es decir; de los otros también absorbemos sus imágenes: no sólo la pintura que en la blanca pared de un museo nos espera, también, y sobre todo, la imagen de aquellos con los que convivimos; de aquella que frente a nuestros ojos está aprehendemos (y no hay aquí falta de ortografía) su sonrisa y su peinado, su vestuario y la dirección de su mirada, sus lunares (cada uno y en su conjunto) y hasta la ubicación de estos en su cuerpo.
Pero a los otros los absorbemos también por las imágenes que tras de sí dejan. No sólo la pintura que en la blanca pared de un museo nos espera; las obsesiones de la persona se reflejan en aquello que al margen de sus escolares apuntes dibuja; su visión del mundo se refleja en el fragmento de realidad que fotografía y la propia imagen nos habla de la historia de aquellos que como actores en ella aparecen.
Sin embargo, la imagen es también espejo de la realidad; silente reflejo que se nos ofrece a los ojos para entender el mundo (o al menos el fragmento de él retratado). La imagen es, pues, la bandeja de plata en la que los días se nos presentan para aprehenderlos.
La imagen nos permite mirar aquello que se encuentra lejos, en el pasado o fuera de la realidad. En voz silente nos platica historias ciertas e inventadas (incluso de historias que no son tales). Nos narra la memoria, sí; pero también el futuro.
Todo en la imagen nos habla, las personas retratadas, el lugar en el que se encuentran, sus miradas, sus posiciones, la luz. Todo en la imagen nos habla, basta callar y aprender a escuchar con la mirada.
La imagen fija nos habla de su autor, de sus actores, del fragmento de realidad que representa, del momento en que fue creada y hasta de la sociedad que la acepta, la ignora o la rechaza.
Es pertinente dejar esto en claro; la imagen fija retrata sólo un fragmento de la realidad, aún la más nítida de las fotografías, aún el más fiel de los trazos retrata sólo y solo (no es lo mismo) aquello que su autor quiso mostrar.
La imagen fija no presenta jamás la realidad entera, sólo un fragmento de ella. Reflejo deformante que interpretamos, sí, en función de su nitidez y fidelidad, pero también en función de aquello que omite y de aquello que, sin estar ahí, en ella vemos.
Las obras de arte trasmiten no sólo las intenciones del autor, sino sus puntos de vista, su contexto e, incluso, la naturaleza de la sociedad en la que vive (y no solamente cómo él la ve). El mirar distraídamente cualquier pintura de cualquier periodo histórico, nos hablará del ideal estético de la época y de qué tan conservador o rupturista era el propio autor. Escuchar el diálogo de una obra de teatro, las arias de una ópera o leer la página de una novela, nos hablará no solamente de la historia que el autor quiso contar, sino del lenguaje que dominaba o lo dominaba, las convenciones idiomáticas del contexto (social, político, histórico) y de la pericia o ineficacia del traductor (de haberlo).
El arte comunica, queda escrito, porque todo discurso humano comunica, incluso más allá de las intenciones de su emisor.
Etiquetas: Arte
2 Comments:
Pocas veces me atrevo a hacer una interpretación de lo que un artista quiere decir con su obra. No creo que nadie, excepto él (o ella) sepan lo que han querido decir... si es que algo quería decir. Porque puede ser que todo lo que quisiera comunicarnos fuera la belleza, la plasticidad o la sonoridad de algo.
Besos
Despuès de 5 largos años en comunicaciòn creo q finalmente hemos aprendido algo:
TODO COMUNICA
(-Maldiciòn- y yo perdiendo el tiempo trantando de aprender a comunicar)
Si lograramos interpretar completamente lo que los otros nos dicen sobre ellos y sobre nosotros...
Y no, no fue tu imaginaciòn suprimì el utimo escrito de mi blog con todo y comentario... lo siento... una vez que haya procesado unas cosas tal vez vuelva...
X cierto felicidades por los primeros 365 dìas de publicaciòn electrònica!!!!
muchos besos y sin cochinadas
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