Ni la tromba derribó los ánimos en el plantón del Zócalo al Periférico
Con trabajo común, reparan daños en los campamentos por la granizada del miércoles
La esperanza de que la lucha por la transparencia de la elección saldrá triunfante, las tazas de café caliente y la solidaridad entre los miembros del movimiento de resistencia civil, fueron los alicientes para soportar los estragos de la tormenta de ayer.
Muchos pasaron frío en sus casas de campaña, o lo que quedó de ellas luego de la tromba, que arrasó con cobijas, comida e incluso carpas enteras.
Durante la noche del pasado miércoles el trabajo realizado por los simpatizantes de la coalición Por el Bien de Todos fue arduo, pero se logró el cometido, pues la mañana de ayer amanecieron levantadas y reforzadas las estructuras que la lluvia y el granizo derribaron, sobre todo en la avenida Juárez, cerca del Eje Central.
Las intensas lluvias de los días recientes, en especial la del miércoles pasado, lejos de desalentar a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, parecieron renovar la voluntad de quienes desde hace 26 días permanecen en los diversos campamentos ubicados desde el Zócalo hasta la fuente de Petróleos, en el cruce del Paseo de la Reforma y el Periférico.
Lecciones de solidaridad
"Una de las cosas que he aprendido en este movimiento es que aquí nadie piensa por su interés, sino por el de los demás. Si se trata de alimentos, se comparten entre todos. Hay gente que está aquí careciendo de muchas cosas y en condiciones de incomodidad, aguantando inclemencias de todo tipo, por defender una causa", señala Zazil Carreras Angeles, en el campamento de la delegación Cuauhtémoc.
Expresa que una de las cosas más gratas que ha observado es que "la mayoría de la gente, tanto en los campamentos de las delegaciones como en los de los estados, antes ni se conocía y ahora se ven como una familia. Esa es una de las lecciones más padres, que nunca se me va a olvidar", indica la joven estudiante.
Al recordar la granizada que cayó el miércoles -una de las más fuertes registradas en los años recientes en la ciudad-, Eduardo Flores reconoce que "fue difícil ver de pronto todas tus cosas en el suelo: la ropa, los trastes, la comida. Para protegernos de la lluvia hubo quienes se tuvieron que subir en las sillas, sobre todo mujeres y niños, porque el agua y el hielo alcanzaron más de 20 centímetros". Agrega que él se resguardó de la tromba en una carpa de la delegación Iztacalco, ubicada a lo largo de avenida Juárez, que junto con el de la Asamblea de Barrios fue uno de los campamentos más afectados.
Varios ocupantes señalaron que pese al golpeteo del granizo la actividad nunca se detuvo; los que podían corrían de un lado a otro para auxiliar a sus compañeros atrapados ante el derrumbe de sus carpas. Otros más se dedicaron a resguardar los altavoces y aparatos electrónicos.
"Lo gratificante que te dejan estas experiencias es que ante las adversidades la gente se une, se apoya y se ayuda de manera incondicional, aun con riesgo de su propia seguridad", señala Eduardo Flores, para quien las muletas no son impedimento para ayudar a sus compañeros y darles clases de baile, como parte de las acciones culturales.
A diferencia de los campamentos instalados sobre la avenida Juárez, los que se encuentran distribuidos del Angel de la Independencia a la fuente de Petróleos sólo sufrieron mínimas afectaciones, pues el nivel del agua apenas llegó a los 10 centímetros; aun así, sus moradores se dicen preparados para cualquier eventualidad, ya sea por el clima o por otra circunstancia.
"La primera granizada nos sorprendió, pero para las que vengan ya estamos preparados", comentan los hermanos Rafael y Oscar Hernández Nava, del campamento de la Alvaro Obregón, donde colocaron tarimas para poner ahí sus casas de campaña y sus pertenencias.
"No hay agua que nos detenga, sobre todo después de que el movimiento de resistencia civil comenzó a dar sus primeros frutos al lograr demostrar las irregularidades del proceso electoral en el recuento de votos, y conseguir la victoria del PRD en Chiapas", señala Rafael, tras asegurar que están dispuestos a continuar ahí hasta las últimas consecuencias, "y a lo que nos diga Andrés Manuel López Obrador".
El mismo sentir expresan en el campamento de Azcapotzalco Juan Pablo Cárdenas y Ramón Peredo, quienes indican que ante tanta lluvia ya tomaron sus providencias. "En cuanto empieza a llover, granice o no, ponemos todas las cosas en las mesas; por la noche dormimos con incomodidad, por la humedad y los mosquitos, pero de ahí en fuera ya estamos acostumbrados", dicen, mostrando que su ánimo no se ha mermado.
Etiquetas: Notas
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