martes, julio 25, 2006

fabricación de una unpostura

Felipe presidente,

fabricación de una unpostura

Miguel Ángel granados Chapa

El jueves 6 de julio, a las 18 horas, Felipe Calderón llegó a la sede nacional de su partido, sabedor de lo que ocurriría una hora después. En una oficina priva­da escuchó el ilegal ungimiento que de él hizo Luis Carlos Ugalde, como vir­tual presidente. Aunque no empleó esa fórmula y se refugió en un retruécano, Ugalde ofreció a Calderón el reconoci­miento oficial -sin importar que el con­sejero careciera de atribuciones para ex­pedirlo- y el candidato panista lo utilizó de inmediato cuando bajó a festejar con sus compañeros el dicho del funcionario electoral. Así empezó la fabricación de una impostura, la creación de la imagen de Calderón no sólo como candidato con más votos, sino como el seguro sucesor de Vicente Fox.

Esa misma noche Calderón acudió a ser consagrado en Televisa, donde fue recibido en su nuevo carácter. Cuando Joaquín López-Dóriga matizó su condi­ción diciendo que habría que esperar el fallo del Tribunal Electoral, el tono con que lo dijo recordó la antañona e hipó­crita precaución de los candidatos priistas: "si el voto popular me favorece...".

La operación para hacer parecer como irreversible la posición de Cal­derón (que lo será, en su caso, sólo cuando la justicia electoral lo determi­ne y el órgano constitucional califique la elección), se desarrolló a partir de entonces aceleradamente y con apenas algunos traspiés. Importó sobre todo, al principio, el frente externo. Menos de un día después del anuncio de Ugalde, Calderón ofreció una conferencia de prensa a los corresponsales extranjeros, y recibió las primeras felicitaciones de gobiernos foráneos. No la de Harper, el primer ministro canadiense, más sí las del presidente Bush y el presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero: fueron revisadas. Pero el efecto inicial es­taba logrado: en el concierto internacio­nal Calderón es presidente, como lo con­firmaron las posteriores congratulaciones del colombiano Alvaro Uribe, él mismo recién victorioso; de Javier Solana, en nombre de la Unión Europea, del británi­co Tony Blair, de los presidentes de Guatemala (Oscar Berger), Honduras (Manuel Zelaya), El Salvador (Antonio Saca), Panamá (Martín Torrijos), y del alcalde de Los Angeles Antonio Villarraigosa. Al dar cuenta del mensaje del presidente interino ecuatoriano, Alfredo Palacio, la oficina del candidato se refirió al remiten­te y al destinatario, prematuramente en el caso de éste, como "ambos mandatarios". También se reunió con José Ángel Gurría, quién sabe si para ofrecer la Secretaría de Hacienda como hizo Fox con otro priista, Francisco Gil Díaz, sino en su carácter de secretario general de la Organización de Cooperación para el Desarrollo (OCDE).

En el frente interno, el mismo viernes 7 el panista recibió telefonemas del gober­nador de Nuevo León, Natividad González Parás, y del presidente Fox, quien el lunes siguiente volvería a su locuacidad dañi­na, cuando llamó renegados a quienes no piensan, como él, que vivimos el mejor de los mundos posibles. Descalificar a los ad­versarios mostró ser una de las vertientes de la ratificación del candidato del PAN como futuro Ejecutivo. Surgió entonces la primera muestra de hartazgo dirigido: "¡ Ya déjanos vivir en paz!", dijo en inserción pagada en varios periódicos un ciudadano cuidadosamente irritado, deseoso de que el inconforme Andrés Manuel López Obra­dor deje el espacio al electo.

El activismo de González Parás, pa­nista vestido de tricolor, consiguió que el domingo 16 casi todos los gobernadores priistas (salvo los de Coahuila y Colima) suscribieran un mensaje de implícito pero claro apoyo a Calderón. Aunque los dos faltantes y el Comité Nacional del PRI se mostraron renuentes a apoyar ahora, a cambio de nada, es claro que recibir del tricolor saludos de bienvenida es clave para la conformación de un frente de los adversarios de López Obrador (y de sus amigos). Ese es el sentido de los encuen­tros con agrupaciones laborales: la Alianza Sindical Mexicana (con la que se reunió el martes 18 en el Club de Periodistas, poco antes de la pueril agresión al vehícu lo del candidato)"el Congreso del Trabajo y el Sindicato Unico de Trabajadores Electri­cistas, SUTERM, con cuyo encuentro la CTM se rindió sin tener que admitido.

La Alianza fue creada hace no mucho, mediante la suma alrededor del antiguo sindicalismo patronal de Monterrey de varias agrupaciones de dudosa existen­cia u honorabilidad. La más importante de estas últimas resultó de una escisión de la CROC, que a su vez abandonó su tradición priista y apoyó a López Obrador (o eso dijo, al menos, su líder Isaías Gon­zález). La necesidad de aparentar fuerte presencia en el mundo obrero llevó a Cal­derón al exceso y al ridículo:

Un electricista jubilado, Gastón Sáenz, acudió a visitar a la responsable del enla­ce político de ~alderón, Josefina Vázquez Mota, y llevarle una nota técnica sobre sumi­nistro eléctrico. Quizá lo hizo para remediar las carencias de Calderón en este campo, que acaso conoció cuando el ahora candidato panista con mayor número de votos (no mu­chos más, sólo 244 mil por encima de la cifra reconocida a López Obrador) fue secretario de Energía. Ni la señora V ázquez Mota ni Calderón resistieron la tentación de simular que recibían un apoyo tan importante como el del aguerrido Sindicato Mexicano de Elec­tricistas (SME) al que pertenece Sáenz. De­modo que Calderón mismo lo recibió y des­pués se subrayó su presencia y el anuncio de que próximamente se reuniría con Martín Esparza, el dirigente principal del SME, quien estaría ansioso de mostrar su adhe­sión a Calderón. Nada era cierto. Ni Sáenz es jefe de asesores (ni existe el cargo) del secretario general ni hablaba en nombre de los electricistas democráticos. Y el SME esperará a que se cuenten de nuevo los votos.

Un revés semejante sufrió Calderón, quién lo creyera, a manos gel cardenal Norberto Rivera Carrera. Este asistió, con los máximos jerarcas de una docena de iglesias, confesiones y asociaciones que integran el Consejo Interreligioso, a un encuentro, el lunes 17, con el can­didato que transita como si hubiera ya superado esa condición. El arzobispo primado de México no habló durante la reunión, pero sí al concluir el mismo y ser abordado por los medios de infor­mación. Dijo que no teníamos todavía presidente, sino hasta que lo declare electo el Tribunal. Y añadió que la pro­testa no tiene por qué preocupamos ni asombramos. Que lo extraño sería que no la hubiera.

Con los suyos, más en confianza, Calderón habla como si fuera inmi­nente su toma de posesión o hubiera ya ocurrido. Nombró un equipo para el relevo. Es como si jugara al gabine­tito, pues no puede empezar siquiera el trámite de entrega-recepción, pues incurriría en franca violación a la ley. Se reunió con los candidatos blanquia­zules que ganaron la elección para go­bernar Guanajuato, Jalisco y Morelos, a quienes la propaganda panista llama también "gobernadores electos" sin que lo sean, porque tampoco en su caso han concluido los procesos. También habló con gobernadores panistas en ejercicio (de Aguascalientes, San Luis Potosí y Yucatán). Con legisladores que se van (los más de ellos, antes que del Con­greso, de vacaciones a Cancún) y los que llegan. Y como está listo a recibir el apoyo de quienes siguieron a López Obrador por su programa social, en su primera, digámoslo así, sesión de estu­dios, reunió a expertos en pobreza, ante los cuales anunció: "Si algo quiero enfatizar es que mi gobierno va centrar su política social en igualar las oportunidades de los mexicanos. Va a centrar la política social en superar las condiciones de pobreza a partir de programas eficientes... como presidente de México me enfocaré con todas mis fuerzas, con todos los recursos posibles de los mexicanos, precisamen­te para superar la pobreza y combatir la desigualdad."

Habla como si viviera ya en la casa presidencial, rodeado de una reforzada escolta del Estado Mayor. Y es que, según la revista Quién, del poderoso grupo editorial Expansión, el panista y su familia están ya "con un pie en Los Pinos". Y la revista de Televisa Poder y Negocios lo presentó sonriente en la portada de su número del 7 de julio. Si bien en la portada hay alguna discre­ción: se dice que el suyo es un "Triun­fo apretado", se habla de la Primera Dama. Y en el interior, el perfil debido a OIga Womat fue titulado Ciudadano presidente.

Todo ello sin contar la abrumadora campaña en medios electrónicos y en prensa, con la triple mira de 1) denos­tar y poner contra las cuerdas a López Obrador; 2) cantar las glorias del lím­pido proceso electoral, a cargo de los solistas del IFE; y 3) imponemos la idea, y el hecho, de que Calderón será, como puede leerse en el escenario don­de ofrece conferencias de prensa, presi­dente de México 2006-2012.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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12:21 a.m.  

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