Esta no es democracia
Si razonamos y hablamos con exactitud podemos decir que ésta no es democracia. A lo más es un camino en que si el pueblo se organiza y lucha pacíficamente en defensa del sufragio efectivo, puede lograr que se reconozcan las irregularidades de las elecciones del 2 de julio y que éstas se revisen e incluso que las elecciones se anulen.
Más difícil parece que se esclarezcan de tal modo que no haya lugar a dudas sobre López Obrador como el candidato triunfante, y que así lo acepten el PRI y el PAN, la Presidencia de la República, la patronal y las antiguas y nuevas metrópolis de Washington y Madrid, con poderosos aliados y subordinados, y con los "medios de masas" que ya proclamaron su gloriosa victoria.
Las elecciones de 2006 no son unas "elecciones de Estado" como las anteriores, sino el nuevo tipo de elecciones del Estado-Mundo, trasnacional y emergente que cuenta entre sus "nódulos" o colaboradores asociados y subordinados, a numerosos estados y regímenes políticos de las metrópolis y de las periferias.
Todos los estados y regímenes políticos del mundo se encuentran desde l972-80 (desde Pinochet, Reagan y la Thatcher) en proceso de desestructuración y restructuración funcional. El objetivo final del nuevo modo o modelo de dominación y acumulación es lograr algo que combina lo funcional con lo dialéctico y con lo práctico, y a lo que los nuevos "expertos" llaman "gobernanza". Por "gobernanza" entienden el arte de construir estados, gobiernos y elecciones funcionales al Estado Trasnacional emergente, el cual integra a los complejos empresariales-militares que lo crean para asegurar su dominación y acumulación. La "gobernanza" se hace efectiva con "estrategias de largo alcance" que se aplican entre luchas, enfrentamientos y negociaciones, escogiendo con un sentido práctico las medidas que se toman en un momento y lugar dados para alcanzar los objetivos de sus "valores e intereses" en forma inmediata, o en varias etapas, cuando sea necesario.
Así, es un error pensar que la elección de López Obrador sería la más funcional para los ricos y los poderosos, pues si éstos pueden, impondrán a Calderón, quien abierta y reiteradamente está ofreciendo darles todo lo que piden. Es más, López Obrador les preocupa por el tipo de ofrecimientos y apoyos populares que tiene y que no pocos de ellos consideran contrarios a sus intereses, pues "piensan que México -a decir de un analista del Financial Times- cumple una función vital para la maquinaria industrial de Estados Unidos como fuente de trabajo barato, esencial para mantener su competitividad, especialmente en los sectores de la agricultura". El mismo analista advierte que varias encuestas revelan el temor de que AMLO sea otro Chávez u otro Evo Morales, y sostiene que hasta han hecho cálculos de que los ahorros con que AMLO asegura que va a financiar su programa social no checan con sus propios cálculos, pues incluso un corte "drástico" de los salarios de los funcionarios medios y altos de 50 por ciento no daría los 9 billones de dólares que se necesitan. Esa es sólo una preocupación de que sí cumpla con su programa y por ello afecte sus intereses; pero hay muchas otras. (Ver: Financial Times, 30/6/2006)
Al mismo tiempo, la "izquierda" (en un sentido muy amplio) está dividida. Una parte importante considera que el proyecto de López Obrador es insuficiente y que la composición del frente que ha formado hace inviable que cumpla sus ofrecimientos, dada su política de alianzas con fuerzas que participaron en la contrarreforma al derecho agrario en regímenes anteriores, que rechazaron en el actual la ley sobre derechos de los pueblos indios y que aprobaron por unanimidad la ley Televisa, por la que entregaron el control de la comunicación a las grandes empresas de los medios, mientras miembros del PRD que gobiernan en los municipios donde hay pueblos indios emplean los mismos métodos represivos que el PRI.
Otra posición en la (amplia) izquierda, entre los "grandes intelectuales", numerosos obreros y cuadros de sindicatos y representantes genuinos de pueblos y ejidos, maestros y estudiantes, empleados, marginados urbanos y semiurbanos, pequeños propietarios, trabajadores de la cultura y de los medios (y es, sin duda, la mayoritaria cuando se ve y no se miente sobre su presencia en las calles y plazas de México) es la que apoya a López Obrador en el proceso electoral y considera que AMLO va a ser un gran gobernante, y que "sí le va a cumplir al pueblo."
Cuando se piensa en términos de una izquierda o fuerza ciudadana, obrera, campesina y popular amplia, se advierte que las organizaciones de los pueblos y los movimientos sociales autónomos de los partidos políticos no tienen todavía la fuerza necesaria para hacer una política a la vez funcional y flexible, práctica o de corto plazo y estratégica o de largo plazo. Su principal debilidad se muestra en ese punto. Aun así parece necesario llamar a que su madurez las lleve a unirse en la exigencia de respetar el voto, como lo hicieron en su exigencia de no tergiversar y manipular las leyes y las instituciones cuando el gobierno intentó desaforar a López Obrador.
Hoy claramente toda la izquierda debe tomar una medida de efectos prácticos e inmediatos, a reserva de que cada vez sean más gentes quienes construyan tanto una política de corto como de largo plazo, y que sin olvidar los principios ni negociar con ellos, muestren su firmeza y moral pública en la verdadera defensa de la lucha legal y pacífica de los pueblos, los ciudadanos y los trabajadores de México.
Es de vida o muerte lograr la flexibilidad en las posiciones que tomen las izquierdas y los movimientos más o menos progresistas o radicales, con decisiones y provisiones que muestren a la vez su firmeza y tenacidad en la lucha por respetar y hacer respetar su identidad para construir una alternativa de democracia con pluralismo ideológico y religioso, con autonomía de pueblos y de naciones, y con un proyecto anticapitalista que dé término al colonialismo cibernético excluyente y rapaz con que los complejos militares-empresariales pretenden fundar su "gobernanza" al tiempo que desatan la "política sucia" ("dirty politics") y el máximo terrorismo de Estado (de un Estado multinacional), mediante la guerra de varia intensidad, abierta y encubierta, formal e informal, cuyas acciones de destrucción de pueblos como Afganistán, Irak, Palestina son tan evidentes como cínica y autodestructiva es la forma en que plantean la lucha contra Cuba e Irán, que sólo para una mente insana no implica una situación mundial al filo de la "Destrucción Mutua Indudable" ("Mad" es la sigla en inglés de "mutual assured destruction" y sinónimo de "loco" en ese mismo idioma).
La necesidad de detener todas estas amenazas y muchas más se confirma cuando otro peligro de la nueva guerra se configura con el bloque inmenso de Corea del Norte, China, Rusia, Pakistán y muchos otros países que cuentan con armas nucleares y cientos y cientos de lanchas y naves atómicas, quienes sin duda se preparan a responder con toda su fuerza en un escenario de insensatez que haría de esta nueva guerra mundial del capitalismo corporativo el más miserable desenlace de la historia humana.
México tiene una posición geopolítica que le permite influir a nivel universal imponiendo las formas legales de lucha y el derecho a organizarse pacíficamente para alcanzar metas cada vez más profundas. Por eso las distintas posiciones de quienes luchamos por una verdadera democracia, libertad y justicia social -como la otra campaña y sus adherentes- debemos en este momento impedir que se viole el voto popular, y si creemos que López Obrador ganó, debemos decirlo públicamente, como lo hizo el delegado Zero de los zapatistas. Alcanzar esta primera victoria mientras conservamos la autonomía plena para seguir luchando, cada uno "a su modo" de pensar y sentir, no impedirá por supuesto el que cada uno espere contar con más y más movimientos sociales, de pueblos, ciudadanos, trabajadores intelectuales y manuales, de medianos y pequeños empresarios, e incluso con algunos no tan pequeños, que con la sobrevivencia de México defiendan la vida y la libertad, así como el derecho a disentir y discutir entre los propios partidarios de un mismo ideal.
Si el razonamiento anterior parece mera retórica o mera "opinión", no lo es. Corresponde a un apremio práctico que podemos hacer efectivo. Afirmar nuestra identidad personal y de grupo y nuestra solidaridad entre diferencias, permitirá construir la alternativa de un mundo posible y necesario.
11 de julio de 2006.
Etiquetas: Opinión
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