miércoles, abril 14, 2021

Los Falsificadores de la Democracia 12

 LOS FALSOS MÁRTIRES 


Resulta, cuando menos, ilustrativo el que quienes durante años fueron los dueños y únicos usuarios de los altavoces, empleándolos para acallar y atacar a las voces discrepantes, sean los que, en la actualidad, se asumen “censurados” y “atacados” sólo porque estas voces han encontrado y construido foros para contestarles.

            Ello es notorio en la descalificación constante que, desde determinados grupos, se hace de quienes se atreven a criticar aquello que nunca antes había sido criticado, como el machismo, clasismo, racismo, LGBT+fobia e intolerancia en general inherentes a ciertos productos culturales (series, películas, novelas, videojuegos y etcétera), tachándoles “ofendidos” y “generación de cristal”.

            Como si descalificar a quien señala la desnudez del emperador, hiciera que éste dejara de estar desnudo.

            Y más notorio es cuando ciertos actores mediáticos intentan presentarse como “baluartes de la libertad de expresión” y “víctimas de la censura”, por el sólo hecho de que las mentiras que durante tanto tiempo propagaron impunemente, son exhibidas y se les señala como creadores de montajes.

 

Tal es el caso de algunos “periodistas” y “payasos” (y las comillas son más que pertinentes), tan desprestigiados que incluso sus empleadores tradicionales rompieron toda la relación con ellos y se vieron obligados a abrir su propio medio electrónico, valiéndose del muy oscuro financiamiento por parte de ciertos actores políticos.

            También lo son las secciones de “opinión” de algunos de los principales diarios de circulación nacional, en las que el único “debate” existente pareciera ser quién de las “plumas destacadas” suelta la mentira más grande.

            Como lo son ciertas “voces académicas” tan destacadas que lo mismo manejan grupos de creación de noticias falsas, que comparten fotografías de actores porno en redes sociales, haciéndolos pasar por “médicos fallecidos en la primera línea de atención”.

            Y lo son, por supuesto, aquellos “intelectuales” acostumbrados a vivir de becas, publicidad y prebendas gubernamentales, que de pronto han visto cerrado el grifo de los dineros públicos.

 

Todos ellos gritan, desde medios electrónicos, redes sociales, canales televisivos y columnas periodísticas y primeras planas de diarios de circulación nacional, una “censura” que sólo existe en sus cabezas.

            Todo esto para alimentar un falso discurso sobre la existencia de una “dictadura”, tan real como su ética informativa.

 

Mario Stalin Rodríguez

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