Los Falsificadores de la Democracia 12
LOS FALSOS MÁRTIRES
Resulta, cuando menos, ilustrativo el que
quienes durante años fueron los dueños y únicos usuarios de los altavoces,
empleándolos para acallar y atacar a las voces discrepantes, sean los que, en
la actualidad, se asumen “censurados” y “atacados” sólo porque estas voces han
encontrado y construido foros para contestarles.
Ello
es notorio en la descalificación constante que, desde determinados grupos, se
hace de quienes se atreven a criticar aquello que nunca antes había sido
criticado, como el machismo, clasismo, racismo, LGBT+fobia e intolerancia en
general inherentes a ciertos productos culturales (series, películas, novelas,
videojuegos y etcétera), tachándoles “ofendidos” y “generación de cristal”.
Como
si descalificar a quien señala la desnudez del emperador, hiciera que éste
dejara de estar desnudo.
Y
más notorio es cuando ciertos actores mediáticos intentan presentarse como
“baluartes de la libertad de expresión” y “víctimas de la censura”, por el sólo
hecho de que las mentiras que durante tanto tiempo propagaron impunemente, son
exhibidas y se les señala como creadores de montajes.
Tal es el caso de algunos “periodistas” y
“payasos” (y las comillas son más que pertinentes), tan desprestigiados que
incluso sus empleadores tradicionales rompieron toda la relación con ellos y se
vieron obligados a abrir su propio medio electrónico, valiéndose del muy oscuro
financiamiento por parte de ciertos actores políticos.
También
lo son las secciones de “opinión” de algunos de los principales diarios de
circulación nacional, en las que el único “debate” existente pareciera ser
quién de las “plumas destacadas” suelta la mentira más grande.
Como
lo son ciertas “voces académicas” tan destacadas que lo mismo manejan grupos de
creación de noticias falsas, que comparten fotografías de actores porno en
redes sociales, haciéndolos pasar por “médicos fallecidos en la primera línea
de atención”.
Y
lo son, por supuesto, aquellos “intelectuales” acostumbrados a vivir de becas,
publicidad y prebendas gubernamentales, que de pronto han visto cerrado el
grifo de los dineros públicos.
Todos ellos gritan, desde medios
electrónicos, redes sociales, canales televisivos y columnas periodísticas y
primeras planas de diarios de circulación nacional, una “censura” que sólo
existe en sus cabezas.
Todo
esto para alimentar un falso discurso sobre la existencia de una “dictadura”,
tan real como su ética informativa.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, Opinión, virus informáticos
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