jueves, junio 16, 2022

Los Falsificadores de la Democracia 24

 REPETICIONES

Si ya la insistencia de las figuras y partidos de oposición en repetir las mismas tácticas con las que han fracasado sistemáticamente desde 2018 resultaba ridícula, el papel de ciertos medios de comunicación ha resultado todavía más patético.

            No se trata solo de los ejemplos más obvios como el Universal, el Reforma o el paradigma de la predictibilidad, Latinus, sino de medios que en antaño se considerarían “serios” como Proceso o Aristegui, los cuales reproducen el mismo esquema que la oposición; repetir hasta el cansancio las mismas tácticas con las que han fracasado sistemáticamente.

            Si bien el camino de ambos medios difiere, su estadio actual resulta ser el mismo; dar foro a lo peor que puede ofrecer la derecha y prestarse a reproducir sus más absurdos montajes.

            Así, mientras Proceso muestra “adelantos” del más reciente libro carroñero de Laurie Ann Ximénez-Fvie, doctora por la Escuela DENTAL de Harvard y devenida en “experta epidemióloga” por obra y gracia de que su apellido suena exótico, Aristegui se presta a entrevistar a quienes sólo puede clasificarse como cadáveres políticos ambulantes (Labastida, Madrazo o Muñoz Ledo), dando por “verdad” cualquier alucinación que suelten; ya sea un “pacto” entre Obrador y Adolfo López Mateos (“el que ambos se apelliden López es prueba irrefutable de ello”, según el incuestionable análisis de Gabriel Reyes Orona) o una innegable “intervención” de Al Capone en las elecciones locales del pasado 5 de Junio (“el que PRI, PAN y PRD hayan perdido hasta la camiseta en estos, es prueba irrefutable de ello”, según el incuestionable análisis de Anabel Hernández).

            Al mismo tiempo ambos medios (pero principalmente Aristegui) pretenden revivir el frustrado montaje de Raúl Olmos y los bienes raíces texanos, ya sea entrevistando al periodista (olvidado convenientemente preguntarle sobre la vez que reconoció que todo aquello era un montaje frente a los estudiantes de periodismo del CIDE) o reproduciendo fragmentos de su más reciente libro sobre exactamente el mismo tema y partiendo de la misma frágil premisa (“la casa de Texas tiene ventanas, por las ventanas entra el aire, en el aire hay oxígeno, los hijos de Obrador necesitan oxígeno para vivir; ahí claramente hay un conflicto de intereses”).

            También, mientras expulsan de sus espacios a voces críticas hacia la oposición (como Álvaro Delgado en el caso de Proceso o cualquiera a quien Dresser señale con su dedo flamígero en caso de Aristegui), prestan el altavoz a presuntas “nuevas voces” que sólo repiten las mismas viejas cosas.

            Proceso insiste en abrir sus páginas a Javier Sicilia, el “poeta” que lucra con la muerte de su hijo, mientras abraza y besa a quien propició las circunstancias en que éste fue muerto (Calderón y su fallida “guerra contra el narco”). Y Aristegui pretende presentar como “analista independiente” a Ernesto Nuñez Albarrán, que cobra como asesor del INE, mientras ha dedicado ríos de tinta a atacar a un único actor político (y no, no es ni el PRI, ni el PAN, ni el PRD, ni Movimiento Ciudadano, ni ningún membrete que se le haya ocurrido a Claudio X. González).

            Y no, al igual que sucede con las figuras y partidos de oposición; la muy evidente derrota del pasado 5 de Junio no parece haberles enseñado un carajo a Proceso, Aristegui y medios similares, ya que si algo ha brillado por su ausencia en sus espacios, ha sido el mínimo asomo de autocrítica.

 

Mario Stalin Rodríguez

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