Las Falsificadores de la Democracia 23
REACOMODO
Sin
embargo, si algo privó en las campañas de estos partidos, ya fuera por separado
o agrupados en la espuria alianza de “Va Por México”, en los procesos de 2021 y
2022, fueron justamente las mismas tácticas que fallaron en 2018.
Así,
confiados en que el árbitro electoral jugó y jugaría descaradamente a su favor,
no contaban con que la participación social obstaculizara las muy obvias
artimañas del INE para inclinar la balanza hacia su lado (incluso ahora, en
2022, cuando la abstención rosó por lo alto el 50% del padrón electoral en las
entidades en disputa, la diferencia a favor del obradorismo fue casi de 3 votos
por cada uno recibido por los cuatro partidos de oposición).
Tanto
en las elecciones federales de 2021, como en todas las locales de 2022, su planteamiento
político siguió siendo únicamente la descalificación de la figura de López
Obrador, ya fuera a través de señalamientos tan difusos como acusarle de “populista”
(siendo el “populismo” una categoría vacía, cuyo uso habla mucho más de la
pobreza intelectual de quien la emplea, que describir alguna característica real
de a quien así se pretende calificar) o tan delirantes como señalarle de “comunista”,
o por medio de montajes periodísticos cada vez peor sustentados y más
contraproducentes.
Pero
lejos de replantearse seriamente la utilidad de mantener el costosísimo gasto
que implica la perpetración de montajes que, de 2021 a 2022, han ido desde el
ridículo “Sembrando vidas siembra cacao y Obrador bebe chocolate, ahí
claramente hay corrupción”, pasando por el insostenible “los hijos de AMLO
rentaron una casa a precio de mercado, a través de un contrato legal y pagando la
renta mensual completa, eso es un conflicto de intereses”, hasta el francamente
alucinante “Obrador tiene pacto con Al Capone, porque lo dijo un señor que no
ha figurado en el tablero político en 20 años”, han insistido en esto, con la
consiguiente pérdida de credibilidad no hablemos ya de figuras tan
desprestigiadas como Loret de Mola o Azucena Uresti, sino para periodista
antaño considerados serios, como Aristegui o Anabel Hernández, sin que nada de
ellos parezca haber repercutido en lo más mínimo en la aceptación del
tabasqueño y las posibilidades electorales del partido al que pertenece.
Lo
mismo aplica para la enorme red de cuentas falsas (operadas desde granjas de “bots”)
en redes sociales, que van desde supuestos “usuarios comunes”, pasando por “especialistas”
en diversos temas (como el “arquitecto” que “demostró” la “inviabilidad” del
aeropuerto en Santa Lucia) y hasta “rebeldes contrasistema” que “no son ni de
izquierda ni de derecha” (como los distintos membretes de Anonymous en México),
cuya finalidad es inflar artificialmente la “repercusión” de los montajes
periodísticos y generar un falso ambiente de “crispación social”. Teniendo un
costo calculado de siete millones de pesos diarios, el eco que alcanzan en redes
nunca se ha reflejado realmente en la aceptación popular y electoral del
obradorismo.
Pero
lejos de hacer una reflexión mínimamente autocrítica sobre estas y otras
tácticas igual de fallidas, los partidos de oposición y su líder visible,
Claudio X. González, han preferido esconderse detrás de un falso triunfalismo
que ya era ridículo en 2021 y que en este 2022 resulta por completo fuera de la
realidad, la división interna (“Oaxaca e Hidalgo se perdieron, no por la nula
capacidad y falta de propuestas de la alianza, sino por la traición de los
gobernadores salientes”) y hasta la descarada traición entre sus dirigentes (de
pronto y para sorpresa de nadie, dos días después de la elección, el grupo de
Claudio X. y ciertos medios se dieron cuenta de que el líder del PRI es un tipo
corruptísimo, cosa sabida a voces desde siempre e intencionalmente omitida,
hasta ahora, por el grupo de Claudio X. y ciertos medios).
En
este escenario, sería de esperarse que la figura del PRI sea sustituida por la
de Movimiento Ciudadano dentro de una cada vez más tambaleante alianza “Va por
México”, que se encamina a la elección presidencial de 2024 con exactamente la
misma estrategia que ya le llevó a perder más de dos terceras partes de su
capital político desde 2018 a la fecha (pasando de controlar prácticamente todo
el territorio nacional, a sólo 10 gubernaturas locales entre los cuatro
partidos de oposición).
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, Opinión, virus informáticos
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