EL LAZO
Empezó como un gesto de apoyo colectivo.
Entre
2004 y 2005 se llevo a cabo un proceso de desafuero hacia el entonces Jefe de
Gobierno de la ciudad de México, quien se perfilaba como la figura con mayores
posibilidades para ser el candidato de la oposición a la presidencia en las
elecciones de 2006.
El
proceso, impulsado desde el gobierno federal encabezado por el panista Vicente
Fox y apoyado por las bancadas en el legislativo de su partido y del, hasta el
anterior sexenio gobernante, PRI, se fundaba en una endeble demanda legal, tan
endeble que, en cuanto el desafuero se concretó en la Cámara de Diputados, fue
desestimada por las instancias judiciales por ser notoriamente improcedente.
Antes
de la conclusión de todo esto, el movimiento en apoyo al Jefe de Gobierno llamó
a portar un pequeño lazo tricolor como muestra simbólica contra un proceso
claramente manipulado con fines electorales.
Fue
entonces que me coloqué por primera vez el pequeño el lazo en el pecho.
Si bien en un principio el pequeño lazo fue
portado de manera masiva, con el tiempo la gente fue dejándolo de lado conforme
nuevos sucesos ocupaban la agenda pública del país, aunque se retomó durante la
siguiente campaña electoral y el subsecuente fraude electoral, que llevó a Felipe
Calderón a la presidencia con una diferencia de menos del 1% de la votación.
Conforme
la administración del usurpador avanzaba, diversas iniciativas de corte
neoliberal eran enviadas una tras otra al congreso, la mayoría de las cuales,
afortunadamente, eran rechazadas gracias a la imposibilidad de construir un
bloque oficialista mayoritario, dada la poca representación del PAN, el PRI y
el PVEM en las cámaras.
Contra
todas esas iniciativas, seguí portando el pequeño lazo tricolor en el pecho.
Fue entonces que el pequeño usurpador lanzó
su “guerra contra el narcotráfico”, lanzando a un ejército poco preparado y de
gatillo demasiado fácil, a las calles a cumplir funciones de seguridad pública.
Contra
ese baño de sangre, seguí portando el pequeño lazo tricolor en el pecho.
Después vinieron las elecciones de 2012 y
la compra masiva de votos a favor del priista Enrique Peña Nieto... Y con la
llegada de éste a Palacio Nacional, llegó también el criminal Pacto por México,
que construía una artificial mayoría legislativa, gracias a la complicidad de
los tres principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD) y algunos satélites
minoritarios como el PVEM y Nueva Alianza.
Con
esta estrategia, cada una de las iniciativas de Peña Nieto fueron aprobadas sin
discusión y sin escuchar a las voces opositoras... Así fue aprobada la
privatización del petróleo, la reforma educativa que golpeaba al magisterio
organizado y crítico...
Y
vinieron también los hechos de Tlataya, la desaparición de los 43 estudiantes
de Ayotzinapa, el uso y abuso del ejército en contra de población civil
desarmada... La transformación del país en una enorme fosa clandestina.
Contra
todo esto, seguí portando el pequeño lazo tricolor en el pecho.
El pasado Domingo 1° de Julio, después de
una campaña electoral cuya principal característica fue el constante ataque a
la figura del principal candidato opositor por medio de mentiras y hechos
tergiversados, tras la histórica votación de más del 60% del padrón electoral y
con una ventaja de más de dos a uno con respecto al 2° lugar, Andres Manuel
López Obrador se yergue como el virtual presidente electo de México.
Y
así, después de casi 14 años, colgué el pequeño lazo tricolor...
Mario
Stalin Rodríguez
Para Jessica, que
no necesariamente compartía ni entendía del todo esta pequeña y necia protesta
personal mía, pero que un día, hace algunos años, compró medio metro de listón
tricolor y me regaló cinco pequeños lazos para seguir llevándolos sobre el
pecho.
Etiquetas: Acciones, Opinión, tratado sobre la necedad
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