miércoles, enero 18, 2017

MARCHA DE CONQUISTA

Sucedió, como suceden muchas cosas importantes, un día en la ducha.
            Su edad no importa, era joven; tan joven como suelen ser quienes descubren lo mismo que ella ese día en la ducha.
            Mientras pasaba la esponja jabonosa sobre su piel y el vello que recién empezaba a surgir, fue sintiendo algo que antes no había experimentado. No necesariamente nuevo, se sentía parecido a otras cosas; el abrazo de su madre, el tomar a su mejor amiga de la mano mientras jugaban los juegos de las niñas, las cosquillas que su tía la más joven le hacía... Se sentía parecido, sólo que distinto; muy distinto y mucho más intenso.
            Sí, sucedió, como suceden muchas cosas importantes, un día en la ducha.

Y continuó, tal vez, en los días de lluvia.
            Siempre le gustaron los días de lluvia, el aroma de las calles húmedas, las aceras casi desiertas, el reflejo de las luces en los charcos, deformadas por las gotas que caían... Ahora, además, le recordaban la ducha y las nuevas sensaciones que su piel ahí descubría.
            Por supuesto, la ducha y los días de lluvia sólo fueron los primeros pasos en su larga marcha de conquista.

Y siguió dando pasos.
            Una tarde de lluvia, semioculta por los portales que rodeaban la plaza cercana al colegio, en los labios de su mejor amiga... Poco después, cuando se quedó a dormir en la casa de ella, en una ducha ajena, también en la piel de su mejor amiga.
            Y hubo desencuentros, claro que hubo desencuentros... “Era una fase”, le dijo una mañana calurosa quien fuera su mejor amiga, “y las fases se superan y sigues caminando”.
            Ella, por su parte, superó aquel desencuentro y otros que sucedieron... Y sí, siguió caminando en su larga marcha de conquista.

Y un día, tal vez, encontrará o encontró a quien compartiría o compartirá sus días, sus noches, sus tardes de lluvia y sus duchas... O tal vez no. Hoy, mucho tiempo después de haber iniciado su larga marcha de conquista, sabe que la compañía es o será agradable, pero no lo más importante.
            Lo importante es acompañarse a sí misma... Haber conquistado su propia piel, sus propios deseos, su propio placer. Sobreponerse a los miedos, a los otros, a la intolerancia de los otros; conquistándose a sí misma.
            Hoy sonríe porque se sabe victoriosa en la más importante conquista.


Mario Stalin Rodríguez

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