RENOVACIONES
Igual es un asunto de mala memoria.
Tal
vez le conoció en otro tiempo y lugar y, tal vez, en aquel entonces fue
importante para ella, tanto que, sólo tal vez, pensó en cambiar por él;
entregarle todo lo que ella era y transformarse en lo que él quería.
Sólo
tal vez...
Igual es un asunto de mala educación.
Sabe
que en otro tiempo fueron unidos, tanto que compartieron lecho, días y mañanas...
Pero había algo que no acababa de gustarle; tal vez era un asunto de cómo ella
convivía alegremente con el resto de las personas, sin darle a él su lugar y
respeto, como si fiera una persona independiente a la pareja que eran.
Tal
vez era el asunto en cómo ella se vestía, a su gusto, a veces mostrando un poco
demasiado de lo que él consideraba sólo para su intimidad propia... Tal vez
eran tantas cosas.
Y
tal vez por eso, en aquel entonces, la fue apartando poco a poco de sus
amistades y conviviendo sólo con quienes sólo eran amigos de él. Y fue
cambiándole sus ropas y gustos... Transformándola en una imagen cada vez más
parecida a la que le habían inculcado.
Pero,
se extrañaba, de alguna manera eso fue enfriando la sonrisa de ella...
Es un asunto de mala memoria.
Sí;
está convencida de eso. Mira el rostro del hombre cuando por azar se cruza con
él durante la fiesta y, cada vez, se convence de que los rasgos le son medianamente
familiares... Como un mal sueño que se desvanece al amanecer.
Le
mira de reojo, aparta la sensación con un gesto de la mano y sigue platicando,
riendo, bailando... Sin que la presencia de él, ni lo que fue o pudo haber sido
importe.
Sí;
es un asunto de afortunada mala memoria.
Fue un asunto de tiempo.
Poco
a poco, ella se fue borrando, adoptando las formas, vestidos y modales que él
consideraba educados y adecuados... Hasta que un día, cuando todo parecía
perfecto, simplemente se marchó.
No
hubo lágrimas, no hubo gritos, ni siquiera reproches directos o velados; sólo
se marchó... La buscó, claro que la buscó y cada que la encontraba veía que
algo iba cambiando; como si su largo trabajo fuera borrándose.
Se
sorprendió al encontrarla en la fiesta y ahora no puede apartar la mirada; su
risa cálida ha regresado y se mueve ahora con más soltura y alegría...
Es
casi como ver a una extraña.
La fiesta termina.
Cada
uno toma sus caminos respectivos, algunos para continuar la reunión en forma
más discreta o hacia otras compañías. Ella encamina a su casa.
Se
despoja de las ropas y ocupa su cama solitaria... Y ahí, a oscura, se permite
una sonrisa en honor la mujer que es y en memoria de la sombra que fue y nunca más
será.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Cosas que suceden, tratado sobre la necedad
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