LA VIDA COMO ESPECTÁCULO
de lo público,
lo privado y el público
“Yo sólo soy memoria y la
memoria que de mi se tenga”
Elena Garro
Recuerdos del
Porvenir
Permítaseme la reconstrucción; la mujer va caminando
por la calle, su ropa es la de todos los días, cómoda y fresca para la
primavera, no lleva grandes adornos ni su maquillaje es notorio, su cabello
sujeto por una diadema negra sencilla ondea por detrás de ella. A su paso
surgen fotógrafos de cada esquina, de cada auto, de cada arbusto. Ella no
interrumpe el paso e intenta, no siempre con éxito, ignorarles.
Kate
Middleton es, en ese entonces, la prometida del príncipe heredero de la corona
inglesa y sólo por ello, al parecer, su vida ya no le pertenece…
¿Por qué nos interesa la vida de los demás?
Permítaseme
aventurar una hipótesis; tiene algo que ver con nuestra evolución social. Al
contrario de lo que dicta el saber popular, es falso que no experimentemos en
cabeza ajena, tanto más; nuestra sociedad depende, de hecho, de que
experimentemos en cabeza ajena.
Aprendemos
más allá del mero empirismo, absorbemos las experiencias de otros como si
fueran las propias y, en una perversión de esto, escapamos de nuestras grises
vidas a través de las de los otros.
Si
aceptamos que proyección e introyección forman nuestra vida diaria, es decir; si
aceptamos que somos mucho más que nuestra circunstancia. Entonces también
aceptemos que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos y, sobre todo,
somos también lo que imaginamos ser.
Una
perversión extrema de todo esto es, por supuesto, la proyección de deseos y
realizaciones a figuras públicas, sean estas equipos de fútbol (si la selección
gana, ganamos) o miembros de la realeza cuyo único mérito es haber nacido en
una cuna distinta a la nuestra.
Volvamos,
entonces, a la pregunta; ¿por qué nos interesa la vida de los demás? Parte de
la respuesta, aunque no completa, es porque a través de ellos proyectamos
nuestros deseos, anhelos y frustraciones.
Hay, sin embargo, un extremo opuesto a todo esto y es
el exponer nuestra propia vida al escrutinio público.
No es
nuevo; en el fondo de toda autobiografía subyace la idea de nuestra vida es
ejemplar y por tanto puede (y debe) ser conocida por los demás. Es sólo que en
los tiempos actuales la inmediatez y accesibilidad de las tecnologías de la
comunicación pueden haber hecho este fenómeno mucho más notorio.
Dejemos
de lado los blogs, ya que estos, si bien también un ejercicio de narcisismo
digital, por lo menos obligan al lector a conocer una dirección específica y al
redactor a intentar, así sea mínimamente, un contenido interesante. No,
centremos nuestra atención en las llamadas redes sociales, particularmente en
twitter y facebook.
En México, hace algunos años, el JJ es buscado por atentar contra la vida un futbolista en los baños
de un bar. Durante meses logra eludir la cacería policíaca, hasta que es
aprendido en una colonia de la ciudad de Cuernavaca, en el estado de Morelos de
este país.
No… No
es que las fuerzas del Estado hayan logrado su ubicación a través de técnicas
especializadas e investigación de alto nivel como la que se ve en serie de
televisión como CSI y sucedáneos… No, la novia del presunto delincuente expuso
fotografías de ella y su pareja en facebook, etiquetándolas con comentarios del
tipo “aquí con mi novio en nuestra casa del fraccionamiento Alamedas número 7,
Cuernavaca, Morelos”.
Un
ejemplo más. Figuras públicas como David Visval o Paulina Rubio sostienen
cuentas de twitter, en ellas, con 140 caracteres o menos, exponen sus ideas o
anuncian sus próximas presentaciones… En ellas, también, dan muestra clara de
su desconocimiento de geografía, de ortografía o de corrección política...
¿Por qué exponer nuestra vida al escrutinio público?
Antonio
Delhumeau (El Hombre Teatral, 1983)
aventura una hipótesis. Somos seres teatrales, representamos papeles ante
nosotros mismos y los demás; teatralizaciones para trascender o pasar
desapercibidos, para autoafirmarnos y reafirmarnos.
¿Por
qué exponemos nuestras vidas al escrutinio público? La respuesta es simple y
compleja, para dejar huella, para ganar eternidad más allá del cromosoma… Para
que se sepa que estuvimos aquí y fuimos importantes.
Mario Stalin
Rodríguez
Hasta donde recuerdo, este texto fue elaborado en 2011 por petición de la encargada de la cátedra de Fotoperiodismo en la licenciatura de Artes Gráficas de alguna universidad de Tenerife. Ignoro si al final decidió, como era su idea original, repartirlo entre sus estudiantes... El propósito original del texto era hablar un poco sobre el uso de la imagen como cuestión pública y el derecho a la privacidad. lo retomo hoy, cuatro años después, porque el reciente fallecimiento de quien fue, en algún momento, muy cercana a mi familia, me lleva a una reflexión sobre la memoria y lo que dejamos tras de nosotros... Reflexión que, en estos momentos, no me siento con ánimos de llevar a cabo.
A la Familia de Tania Serrano Candela, toda mi solidaridad y mi cariño.
Etiquetas: in memorian, tratado sobre la necedad
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