LUDOS
Juguemos un juego.
Digamos,
sólo por hoy, que somos dos extraños y nos cruzamos por casualidad en una
avenida transitada. Digamos que te abordo con cualquier pretexto idiota, no sé;
preguntarte, por ejemplo, por cómo llegar a un edificio que tengo frente a mí.
Digamos,
sólo por el juego, que me lo señalas con una mirada distraída y, tal vez, un
“ahí, en frente” indiferente... Juguemos a que parezco no entender y, patético,
parezco un pobre animal perdido en medio del tráfico.
Digamos,
siempre dentro del juego, que te mueve la compasión y me acompañas a cruzar la
calle y a entrar en el edificio. Tanto más, incluso me dejas en la puerta del
ascensor y, mientras éste baja, te despides con una sonrisa de conmiseración.
Entonces
se abre el elevador... Viene vacío.
Juguemos un juego.
Inesperadamente,
te tomo de la muñeca mientras te alejas y te arrastro conmigo al interior de la
estrecha cabina de metal... Juguemos, mientras forcejeas, logro presionar el
botón del último piso.
Las
puertas se cierran mientras la gente pasea indiferente por la recepción del
edificio...
Justo
después del piso 12, poco antes de que los números luminosos marquen el 14;
bloqueo el ascensor... Se detiene, las luces se apagan.
Juguemos.
Gritas sabiendo que nadie puede escucharte; te abrazo por la espalda,
inmovilizando tus brazos. Pegas un poco tus caderas contra las mías,
moviéndolas en círculos en el sentido contrario a las manecillas del reloj.
Con
una mano subo tu blusa y juego con tus pechos pequeños, pellizcando un poco tus
pezones endurecidos... Con la otra mano, bajo tu pantalón y tu ropa interior
hasta la mitad de tus muslos.
Digamos,
sólo porque estamos jugando, que te obligo a inclinarte un poco hacia adelante
y con mis dedos, poco a poco, llevo tus humedades hacia atrás... Bajo también
mis pantalones y me acerco a ti...
Juguemos un juego.
Mario Stalin
Rodríguez
A ti, por los
juegos...
Etiquetas: Cosas que suceden, off topic, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Una narración original, perfecta, con la justa dosis de erotismo.
Si tuviera que hacer una antología de relatos cortos, incluiría este.
Reverencia, reverencia, reverencia...
:-)
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