HOMENAJE A DESTIEMPO
Inge Roeniger Desatnik:
Hace mucho que no pienso en ti... Y eso es grave, porque hubo un tiempo en que fuiste el foco de mi atención, no el único de aquel entonces, vamos, ni siquiera el más importante; pero sí con quien más tiempo pasaba.
De eso se tratan, entonces, estas líneas; de agradecerte ahora lo que no agradecí cuando debía y estabas a mi lado. Es decir; de rendirte un homenaje a destiempo.
¿Cómo empezó todo esto?
Te recuerdo aquel primer día, sentada algunas filas atrás de mi. Es raro, no te recuerdo en el propedéutico de dos semanas antes de iniciar la carrera, aunque me dices que estuviste en él.
Te recuerdo, sí, aquel primer día de clases, sentada algunas filas atrás de mi y de quienes ya para entonces conformaban mi universo particular. Recuerdo que pasaron lista y que tus apellidos extranjeros causaron más de una corrección de tu parte.
¿Fue ese día o uno posterior en el que intentaste mantener un conversación después de clases? Te recuerdo hablando de tu hermana y recuerdo haber preguntado sobre tus apellidos. Pero es un recuerdo vago, en aquel entonces mi atención estaba en otra parte.
No compartimos mucho aquel semestre que compartimos clases. Tal vez algunas pláticas casuales, siempre en compañía de quienes era mi universo particular y de quien ya para entonces empezaba a dibujarse como mi foco de atención.
Al final hubo otra plática entre tu y yo, creo, me presentaste a tu hermana y recuerdo haber fingido que recordaba nuestra plática. No estábamos solos, esperábamos la calificación final de una materia en un pasillo, cada uno pasaba a hablar con el profesor de acuerdo a la lista... Y tu apellido y el mío empiezan con la misma letra, una de las últimas del alfabeto.
Así que hablamos tu y yo durante largo tiempo por vez primera... Hasta que ellas, las que ya eran mi universo particular, empezaron a salir para darnos noticias de su respectivas calificaciones. Hasta que llegó ella, quien ya para entonces ocupaba mi paisaje con su sonrisa, quien compartía conmigo no sólo la primera letra del apellido, sino todas sus nueve letras.
Así acabó el tiempo en que compartimos cotidianidades... No, así no empezó todo esto.
¿Cómo empezó todo esto?
Nuestros caminos se separaron, no volvimos a compartir clases hasta mucho tiempo después. Si acaso nos encontrábamos en los pasillos de la facultad bastaba un leve meneo de cabeza o un alzar de cejas para indicar reconocimiento.
Platicábamos rara vez. Creo que me presentaste a tu novio alguna tarde. Obviamente, conocías a quien con su imagen y, cuando era afortunado, presencia ocupaba mis días todos y, cuando era aún más afortunado, sus noches.
No, así tampoco empezó todo esto.
¿Cómo empezó todo esto?
Compartimos de nuevo una clase, creo. Tu intentaste acercarte a platicar. Me pedías copias, apuntes y, algunas veces, ver los dibujos que adornaban mis cuadernos; la mayoría la retrataba a ella, la que a pesar de las cercanías físicas y anímicas, nunca fue presencia completa. Ella, la que en ese entonces empezaba ya a ser ausencia.
Nos acercamos, entonces, por un trabajo académico. Pero no uno de las clase que compartíamos. Tomabas aquella asignatura (¿producción audiovisual?) con amigas mías, hacías equipo con ellas. Fue una de ellas quien me pidió ayuda para un pequeña representación en clases.
Recuerdo que se trataba de ejemplificar los pormenores de una producción cinematográfica a través de una escena de Drácula. Recuerdo haberme negado. Tenía mucho trabajo, dije; no sólo de la escuela, sino del otro, del que me pagaban por hacer.
“Podrás morder a Inge en el cuello” fue su respuesta.
Sí, así empezó todo esto.
De nuestras escasas pláticas y de las clases que compartimos, te recordaba como alguien inteligente y, debo reconocerlo, desde el principio pensé en ti como una de las mujeres más bellas de la facultad.
Pero sólo eras eso; alguien inteligente y deseable. No más trascendente que la mujer que volteas ver en la calle y piezas “wow, que bella” con palabras más soeces. No más importante que la voz que escuchas en la radio o la televisión y piensas “anda, que inteligente”... Solo eso.
Pero mi amiga respondió a mis objeciones con un simple “podrás morder a Inge en el cuello”... De pronto todas mis otras ocupaciones perdieron importancia.
Sí, así empezó todo esto.
En los ensayos nos prestábamos más atención el uno al otro que al trabajo que, presumiblemente, teníamos que hacer. ¿Lo recuerdas? Ocupábamos tanto tiempo en platicar e intercambiar juegos que tus compañeras, mis amigas, debieron regañarnos en más de una ocasión para que recordáramos el motivo por el que estábamos juntos en ese lugar y momento.
Fui yo, lo recuerdo, quien propuso vernos solos, lejos de mis amigas y los trabajos académicos. Conocernos, en resumen, como sólo podíamos conocernos estando juntos.
Estuvimos juntos y nos conocimos. Te hablé de mi sueños e historias. Me hablaste de tus pasados y proyectos. Compartimos mucho, trabajos y descansos, días, tardes y noches. No miento si digo que empecé a cambiarme en ti, por ti.
Tal vez lo dudes, no deberías. Por poner un ejemplo simple y banal, fue por ti y tu comodidad que empecé a utilizar celular. ¿Lo recuerdas? Mis amigas empezaron a buscarme en tu teléfono cuando sabían que estaba contigo. Todas en su oportunidad y ella, que ya era ausencia pero no me perdonaba la distancia, en repetidas ocasiones.
Fue ella, justamente, una de las muchas sombras que empañaron nuestro estar juntos.
Porque fuimos juntos. Fui por ti y en ti y, espero, fuste por mi y en mi, al menos en parte. Pero había sombras de nuestros pasados y, muy particularmente, de mi presente, que nos impidieron estar juntos por completo.
En parte fueron tus heridas, las cicatrices nunca del todo sanadas que relaciones anteriores te dejaron. En parte fueron mis ocupaciones, el desaparecerme sin aviso por días y semanas.
En parte fue tu familia, el no poderte desligar de lo que te ataba a sus costumbres y cuatro paredes. En parte fueron mis amigas, sí, aquellas que constituyeron casi siempre mi universo particular, que exigían atención cuando me sabían con tigo.
En parte fue tu visión del mundo, ese creer que la realidad se resumía la estrecha visión que un profesor te había dado de ella. En parte fue mi visión del mundo, ese necio creer que la realidad podía y debía ser cambiada, esos trabajos extraños que para cambiar la realidad me alejaban de ti.
En parte fue lo que veías de mi en mis relaciones con otras personas. EN parte las mentiras que a ti y a mi, nos contó quien se decía mi amiga, creyendo que alejándonos nos hacía un favor.
En particular fue ella, que era ausencia, silencio y distancia, pero que me ataba a su lado cuando empezaba a ver que me alejaba, Tanto fue ella, que fue su nombre, dicho en el momento más inoportuno y en la peor de las situaciones, lo que acabó por separarnos definitivamente.
Así acabó todo esto.
Diez meses después del “podrás morder a Inge en el cuello”, te alejaste de mi y me condenaste al silencio. Al final no hablábamos y si el azar o la causalidad nos cruzaban en los pasillos, sólo veía de ti un rostro amargo y la indiferencia.
Al principio no lo comprendí del todo y busqué, sin demasiado esfuerzo, acercarme de nuevo a ti, es decir; recuperarnos. Pero mi atención estaba en otro lado, para qué mentir, mi atención estaba aún en ella.
Así que empecé a resignarme a tu ausencia. Y llegó a mi vida quien siempre había estado en ella, aquella que en su nombre escribía esperanza en cinco letras. Y ocupó de pronto todo mi paisaje, y fue su risa mi amanecer y su mar salado mis noches.
Y así, finalmente, te olvidé.
Hoy ella, cuyo nombre se interpuso siempre entre nosotros, es ausencia, distancia, silencio y olvido. Hoy la esperanza está ausente y no regresará ya a mis días. Hoy asumo la despedida del espíritu de mujer a cuatro letras que fue presencia efímera en mis noches y trató de entender, sin demasiado éxito, a quien es presencia y ausencia intermitente de mis días con nombre de mujer a siete letras.
Hoy me ha dado por pensar en ti y escribirte estos párrafos que no leerás, pera decirte gracias... Y pedirte perdón.
Mario Stalin Rodríguez
P.D. que se autosatisface
Antes de que empiecen a pensar mal (que nos conocemos), permítaseme la aclaración de que me autosatisfago porque Nanny me ha premiado de la mejor forma que se me puede premiar, es decir; invitando a otros a soportar mis normales anormalidades... Chas gracias.
P.d. que anuncia que MikeM’s Site te regala este paquete
Pues eso, que por la misma vía que la anterior postdata, me entero que estoy nominado a recibir un paquete, este paquete para ser precisos... Pero para poder hacerlo debo seguir ciertas reglas (que se detallán acá, porque me da un poco de flojera transcribirlas)... Eso sí, dado que mi política acerca de la retrasmisión de premios es bastante estricta, mucho me temo que me niego un poco a nominar a cinco inocentes para repetir esto... Así que hagamos algo; los cinco primeros comentarios de gente que tenga blog y no haya recibido la misma nominación por otra vía, considérense nominados...
Etiquetas: Memoría / olvido, MikeM’s Site te regala este paquete, Soledades
12 Comments:
Soy la primera y ... bueno que el paquete no es para mi.
Hoy mucho mucho me ha gustado lo qe cuentas,como si de una historia real fuera o como dices tu , o tal vez no. Como un haberlo sentido y vivido. Cuando nuestras letras son de las últimas se tienen diferentes vivéncias en los pasillos que lo se yo
hola romantico... yo creía haber aprendido todo de ti... pero hoy descubri algo nuevo... ojalá la ocasión se repita y mucho...
Besos
menos no te quedaste con el: ¿que hubiera pasado si...?(cosa que un servidor hace siempre) Al menos sabes si valio la pena o no, al menos lo intentaste, tomaste el toro por las astas, etc...
En cuestiones del amor nunca se gana (al menos en mi caso)
Y nunca es tarde para un homenaje, aunque esa persona ni se entere de este.
un abrazo!!!
lo del premio, me da flojera abrir el link...
creo que estoy nominada...
Bueno Necio... podría decirte muchas cosas, pero no me alcanza ni la razón ni los dedos a teclear todas las sensaciones que acuden a mi mente cuando leo esto...
A pesar de todo, de las ausencias, de las separaciones, de todo cuanto os ocurrió, debería sentirse afortunada por haberte tenido a su lado aunque fuera por poco tiempo... y porque ahora seas capaz de recordarla y pedirle perdón.
Ojalá alguien me recordara a mí así!!!
un beso!!
Está bien conocer los principios, eso siempre facilita entender los nudos y los desenlaces... o no...
Besos
¡¡qué historión!! espero que nunca te quejes de tu vida porque, hijo, tienes para escribir la Biblia en verso...
De todos modos, que te de por pensar en gente es bueno, por lo menos yo lo hago y rememorar (tanto lo bueno como lo malo) me recuerda quién soy y eso ... nunca viene mal.
Un besito graaaaaaaaaaaaaaaaaaande
Lástima que no lo pueda leer. Seguro que le encantaría. Y seguro que se explicaría cosas que en su momento no se hablaron.
Ay las relaciones... Por qué serán tan complicadas...
Un beso enorme
Sí, los pasillos esconden (o no) historias bellas (o no)...
Me gustan los homenajes, aunque sean a destiempo (como este comentario mío!).
beso con coronita
Bueno, Bueno...que de melancolías te traes, pero hace bien escribirlas..
Quiza ella algún día lo lea..Quiza
Cariños Mario.
P.D. Me siguen encantando tus dibujos...a todo el que tengo oportunidad le muestro tu blog, tu trabajo es genial.
Y ella lo leyó... qué hermoso todo lo que dices. Yo te recuerdo con cariño, y sí, hubo algo que hiciste, una violencia de la cual no te creía capaz que me molestó. Pero yo te perdoné por eso y también me perdoné a mí misma por mi dureza. Tal vez me vaya pronto, muy lejos, es mi deseo. Creo que deberíamos vernos para despedirnos... sabes cómo encontrarme
¿Eres de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales?
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