PERSISTENCIAS
Texto elaborado en 2017 para la Asociación "Mexicanas en Asturias", para la presentación de un monólogo de la Catrina sobre la tradición del Día de Muertos en México. Sé que el monólogo llegó a representarse con algunos cambios en el texto, a fin de incluir información más académica, lo cual no es malo, porque esta información también la proporcioné yo o se extrajo de otros textos míos... Aquí queda el original.
“Hay muertos que no hacen ruido, llorona
y es
más grande su penar”
La Llorona
Canción popular
mexicana
Sí, lo sé, no es fácil enfrentarse a mi.
Digo,
¿a quién le tranquilizaría toparse, de pronto, con una mujer descarnada?
Incluso con una que, como yo, se adorna con estolas y vestidos elegantes.
Sí,
lo sé, no es fácil enfrentarse a mi; les recuerdo que estamos aquí de paso y,
al final, todos moriremos sin llevarnos nada más de lo que traíamos al nacer;
nada.
O
será, tal vez, que eso depende sólo de cómo vemos nuestra vida y su final.
Tomemos de ejemplo a este hombre, con su
barba cana, sus modales intachables, su traje de diseñador y su hablar
entrecortado; lleva toda su vida acumulando poder y riquezas, siempre medrando
a la sombra del poderoso, siempre cómplice de los magnates y nobles.
¿Qué
será de él al final de su vida?
No
se llevará ni los modales intachables ni el traje de diseñador, ni siquiera las
riquezas que tanto se preocupó por ocultar; cuando él se vaya, sus herederos le
recordarán hasta que se hayan gastado el último centavo que dejo en bancos de
paraísos fiscales y le olvidarán... No, no se llevará ni la amistad de los
poderosos a los que con servidumbre adulaba; cuando él se vaya, ellos
simplemente buscarán un nuevo sirviente de modales impecables y traje de
diseñador.
¿Quién
lo recordará, entonces, cuando se haya ido? ¿Quién pronunciará su nombre en
cumpleaños y aniversarios? ¿Quién acariciará su fotografía cuando pase frente a
ella?
Cuando
él se vaya, si acaso alguien le recuerda, pronunciará su nombre con ira... Sí,
entiendo que él y quienes son como él me vean con temor.
Pero tomemos otro ejemplo.
Miremos
a esta mujer. No es joven, tampoco anciana... No, no está en “sus mejores años”;
hace tiempo que pasó el medio siglo de vida y, aún así, sonríe. No usa ropas
elegantes más que en ocasiones especiales e, incluso entonces, sólo tiene dos o
tres vestidos que va alternando... Y no, no podría diferenciar un tenedor para
ensalada de uno para carne ni aunque su vida dependiera de ello.
Pero
sonríe y va caminando.
La
verdad sea dicha; no piensa mucho en mi ni en el final de su vida. Cuando
piensa en la muerte lo hace en función de a quienes quiso y ya no están con
ella... Y, en su melancolía, sonríe para sí misma cuando recuerda lo que junto
a ellos vivió.
La
verdad sea dicha; no piensa mucho en mi ni en el final de su vida, sólo sonríe
y sigue caminando, tratando de construir un mundo un poco mejor para ella, para
sus conocidos y para quienes quiere y para todos en general. No acumula
riquezas porque su dinero se va en necesidades y en rescatar una sonrisa
ocasional de alguien más.
¿Qué
será de ella al final de su vida?
Nada
se llevará porque nada tuvo, pero aquellos con quienes compartió caminos, fuera
por breves instantes, muchos años o toda una vida, la recordarán con melancolía
y sonrisas, por la fortuna de haber caminado junto a ella y su sonrisa.
Cuando
ella se haya ido, seguirá presente en todo lo que los demás aprendieron de
ella, en la forma en que les enseñó a cambiar el mundo, a construir mejores
mañanas a caminar hacia nuevos horizontes.
Quienes
la recuerden dirán su nombre, no en aniversario y cumpleaños, sino en cada
oportunidad y cada brindis. Acariciarán su imagen, no sólo en las fotografías
cuando pasen frente ellas, sino en la memoria constante.
La
verdad sea dicha; no piensa mucho en mi ni en el final de su vida, pero cuando
llegue el momento de tenerme en frente, probablemente me recibirá con una
sonrisa.
Sí, lo sé; no es fácil enfrentarse a mi.
Al
final, supongo, depende de cómo vivimos nuestra vida y apreciamos su final.
Depende de que entendamos que estamos de paso y nada nos llevaremos, tomemos
nuestro camino con una sonrisa porque, finalmente, nadie saldrá de aquí con
vida.
Nada
nos llevaremos y, de nuestro paso por estos caminos, sólo quedarán las flores
que sembramos y los recuerdos que alimentamos... Así que vivamos, caminemos,
riamos; construyamos un mundo mejor no para nosotros, sino para quienes nos
sobrevivan, porque sólo seremos eternos mientras quienes nos quisieron nos
recuerden con cariño y una sonrisa.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Académico, espantos y aparecidos, off topic
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