RECUPERAR LA CALLE
Decía Leopoldo Valiñas que las lenguas y las culturas mueren conformen van abandonando los espacios
públicos y se adentran, cada vez más, en los privados...
“Va de la calle a la casa, de la
casa a la recámara y de la recamara ya no sale. Ahora, no se trata de recuperar
la recámara. No, de lo que se trata es de sacarla a la calle. Sacarla de la
casa”
En esta lógica, los idiomas y las tradiciones se van perdiendo conforme menos gente les practica, les actúa y les actualiza... Conforme se enquistan y se transforman en meros objetos de estudio, fijándoles eternamente en una única forma.
El Día de Muertos, por ejemplo, ha corrido
por mucho tiempo el riesgo de transformarse en un mero objeto de aparador; una
práctica meramente ornamental que, alejada de sus raíces, se repetiría eternamente
una única forma eternamente vacía.
A
ello han contribuido tanto la mala práctica académica, que limitaba el estudio
de la festividad a una visión museográfica, olvidando que las tradiciones están
vivas y se transforman, conforme la sociedad que las actúa está viva y se
transforma (visión que, afortunadamente, empieza a ser desterrada, no sin
resistencia, de ciertos ámbitos especializados), como les puristas de la
cultura.
Estes
últimes son aquellas personas, no necesariamente limitas a los ámbitos
académicos, aunque predominantes en estos, que ven cualquier cambio en una
tradición como una especie de “traición” a lo que siempre han considerado como
inmutable.
Un
buen ejemplo del cómo actúan les puristas, es la reacción que, año con año,
tienen ante el llamado “Desfile del Día de Muertos”, instituido recién en 2015,
argumentando que éste tiene su origen “en una película de Hollywood”.
Al margen de lo reduccionista que es creer
que un director se inventó de la nada la práctica que refleja en las primeras
secuencias de una película. La postura de estes IntelectualmenteSuperiores obvia, cualquiera
diría que intencionalmente, la existencia de cosas como “El Desfile de
Alebrijes Monumentales” (que se realiza desde 2007), la instalación del
Tzompantli monumental en el Zócalo (que data de la administración de Cuauhtémoc
Cárdenas al frente del gobierno de la Ciudad de México), la Procesión de las
Putas que celebran las trabajadoras sexuales de la Merced desde los 70 del
siglo pasado, los desfiles de Catrinas que se realizan en Xochimilco y
distintas regiones de Oaxaca al menos desde los 40 del mismo siglo y otra
multitud de festividades asociadas al día de muertos y que consisten gente
disfrazada paseando por los espacios públicos de la Huasteca, las costas de
Guerrero, la zona maya y un etcétera tan largo como un brazo.
Al
final e independientemente de su origen, es decir; incluso si efectivamente u
inspiración estuviera en las primeras secuencias de una película, actos como el
desfile del Día de Muertos (o la marcha de los diablos negros, o la procesión de
las putas, o el desfile de las Catrinas o cualquier etcétera) sacan la
festividad de la casa y los panteones y la llevan a la calle. Es tomar,
apropiar y resignificar el espacio público y hacer comunidad en éste;
manteniendo viva la tradición y la sociedad que la practica.
En
el fondo, posturas como la de “el desfile de Día De Muertos lo inventó una
película De Hollywood” sólo reflejan la resistencia a que una tradición que
consideraban inmutable siga viva y cambie, conforme la sociedad que la actúa
sigue viva y cambia... Porque los puristas no quieren tradiciones vivas, sino
objetos para presumir en vitrinas.
Mario
Stalin Rodríguez.
Etiquetas: Académico, Entrada programada, espantos y aparecidos, tratado sobre la necedad, virus informáticos
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