BESTIAS ONÍRICAS
Las tradiciones cambian y, sólo así,
permanecen coherentes. Nuevas formas de vivir la cultura surgen y nuevos
símbolos son apropiados, integrados a las costumbres y asimilados en la
cultura.
Así
como la Catrina surge hacia finales del siglo XIX, otras de las figuras
icónicas y fuertemente ligadas a la concepción del Día de Muertos tal como se
conoce y practica hoy en día, tienen también orígenes muy recientes y ligadas a
la obra del grabador José Guadalupe Posadas y del pintor Diego Rivera (porque
la cultura se nutre a sí misma).
Los alebrijes fueron creados por un
artesano de condición poco menos que precaria.
Si
bien de ascendencia indígena (como la mayoría de les mexicanes), Pedro Linares
no se autoidentificaba como perteneciente a ningún pueblo originario. Nacido en
la ciudad de México a principio del siglo XX, aprendió el oficio familiar de la
cartonería y de éste sobrevivía con privaciones y bordeando siempre en la
miseria, elaborando los tradicionales ”Judas” para la Semana Santa, adornos de
papel maché, piñatas y calaveras basadas en la obra caricaturística de José
Guadalupe Posadas.
Esto
fue así hasta 1936, año en que empezó a vender sus alebrijes, los que llegaron
a cautivar al propio Diego Rivera, quien pronto los incorporó a sus obras,
catapultando la fama de su creador.
La
historia de la creación de sus “alebrijes” fue cambiando conforme su fama
crecía. En un principio sólo decía que estos animales fantásticos se le habían
aparecido en sueños y que de ahí había tomado la idea. Tiempo después, cuando
la promoción que de su obra hicieron las personas cercanas a Diego Rivera
empezó a rendir sus frutos, añadió que estos sueños se dieron durante un
periodo de postración debido a una fuerte fiebre provocada por una enfermedad
que, debido a su condición humilde, no pudo ser tratada o diagnosticada.
Tras
su muerte en 1992, la familia agregó un episodio más al mito; contando que
aquella enfermedad en 1936, de hecho, llevó a Linares al borde la muerte. Tanto
que es en medio de su velorio que éste recupera la conciencia saliendo del
ataúd en el que estaba, repitiendo la misma palabra que, según su adornado
relato, le repetían estos animales fantásticos en su sueño; “alebrije”.
Al margen de las licencias creativas con
las que se ha adornado el relato de origen de estas bestias oníricas, lo cierto
es que muy pronto estas quimeras son apropiadas no sólo por Linares o sus
cercanes, sino por múltiples artesanes, quienes enriquecen y diversifican sus
formas y coloridos.
Aunque
originalmente el adorno de las figuras de cartonería se basaba mucho en los
coloridos diseños de, por ejemplo, les artesanes huicholes, actualmente es
mucho más común encontrarles con motivos estéticos zapotecas.
Además
de que los materiales han variado, pasando de la cartonería a la talla de
madera, característica de los pueblos indígenas del valle central de Oaxaca.
De
hecho, en la actualidad y gracias a un decreto de denominación de origen, sólo
pueden ser llamados “alebrijes” las creaciones provenientes de estos pueblos y
la cartonería elaborada por la familia de Pedro Linares o aquelles a quienes
les conceden permiso (como les creadores participantes en el desfile anual de
“alebrijes monumentales” que se realiza en temporada de muertos en la ciudad de
México desde 2007).
La cultura es colectiva, las tradiciones
hacen comunidad y es la comunidad, en colectivo, quien las mantiene, enriquece
y nutre... Así, más allá de su creación individual, los alebrijes fueron
apropiados por la comunidad para enriquecer las tradiciones colectivas.
Mario
Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología
Etiquetas: Académico, Arte, espantos y aparecidos, tratado sobre la necedad, virus informáticos
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