LABORES DE PARTO y05
Ante lo analizado, la opción más viable que
podrían tomar los trabajadores de la Secretaría de Cultura era el crear un
sindicato unificado que les representara a todos, independientemente de sus diferencias,
pero atendiendo a éstas.
Queda
escrito; las diferencias en materia de relaciones laborales, derechos
adquiridos y organización sindical no son pocas. De ahí que la unidad necesaria
debía construirse más allá del mero discurso, inventado prácticas y figuras que
garantizaran, por un lado, la convergencia de todos los actores en torno a
objetivos comunes y, por el otro, la independencia de cada organización
sindical sin la injerencia de los otros referentes.
No fue un trabajo sencillo y, obviamente,
no es una tarea terminada.
Desde
Diciembre de 2015 diversos actores, principalmente las representaciones
sindicales de los trabajadores ATM del INAH e IMBA, además de las de Radio
Educación, CENART y la administración central de lo que fuera Conaculta.
También había trabajadores independientes del Sistema Nacional de Bibliotecas,
de los académicos e investigadores del IMBA, del Instituto Nacional de Derechos
de Autor y Culturas Populares.
No,
no fue una tarea sencilla. Hubo no pocos desencuentros en no pocos aspectos;
representatividad a nivel nacional, figuras de dirección, manejo de cuotas
sindicales y un largo etcétera.
Finalmente,
se pretendía crear una organización sindical que se alejara lo más posible de
las prácticas oscuras que había caracterizado al sindicato de educación, del
cual prácticamente todas las representaciones gremiales habían sido parte.
Manejo trasparente de las cuotas sindicales que, recuérdese, sólo las
representaciones del INAH manejaban de manera independiente. Elección
democrática de la directiva, lejos de las imposiciones que el SNTE acostumbraba
y representación de cada uno de los grupos de trabajadores, por pequeños que
fueran.
La
solución encontrada, obviamente insuficiente, obviamente perfectible, fue
generar una directiva nacional colegiada. Es decir; no dotar a una única figura
(por bienintencionada que fuera) de la representatividad de todo el sindicato,
sino formar un grupo plural que se viera obligado a debatir y llegar a acuerdos
sobre cualquiera de los asuntos.
También
se debía garantizar la independencia de los trabajadores de cada institución de
la nueva secretaría, para negociar con sus autoridades inmediatas y solucionar
sus problemáticas particulares.
Además,
los recursos económicos serían manejados por cada representación de las
instituciones particulares, sometiendo el uso de los mismos a múltiples fiscalizaciones,
tanto de sus trabajadores como de los órganos nacionales del sindicato.
Es
decir; garantizar la continuidad de lo mejor de las prácticas sindicales que
habían caracterizado a cada una de las representaciones que llegaban a la nueva
organización, dotándolas de espacios de coordinación y respaldo.
Obviamente, queda escrito, no es ésta la
solución última, ni mucho menos.
Incluso
dentro del gran esfuerzo unificador que la construcción del Sindicato Nacional
Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura significó; varios
colectivos, cada uno por sus particulares razones, quedaron fuera de la
naciente organización.
Otro
reto era, entonces, garantizar la posible inclusión de estos grupos si, en el
futuro, decidían unirse a la causa común… Finalmente, la constitución del
SNDTSC no es la culminación de un proceso; simplemente un primer paso en un
largo camino, en el que nuevos actores pueden sumarse; garantizando que serán
recibidos como iguales.
No, no es un proceso que haya terminado.
Es
sólo, queda dicho, el primer paso... Y hasta el viaje de mil kilómetros, se
decía anteriormente, empieza con el primer paso.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Acciones, Opinión, tratado sobre la necedad
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