NOSOTROS, LOS OTROS
El cuerpo de este texto data de 2010 y buena parte de él fue motivado por un viaje al territorio europeo en aquel año... Incluso, sin recordarlo del todo, creo que una versión primigenia de éste ya había visto la luz por aquí. Lo retomo ahora porque el tema de la migración, particularmente de la árabe y africana hacia Europa, ha vuelto a cobrar relevancia.
Partamos de la idea lógica, somos nuestros padres, al menos en la misma
mediada que ellos son los suyos y nuestros abuelos lo fueron antes que ellos.
Es decir, somos nuestra raza; las costumbres que heredamos, las tradiciones que
practicamos, la religión que profesamos o de la cual renegamos, los esquemas
sociales que desde la infancia mamamos.
Somos nuestra raza, sí,
pero somos también los otros.
En los tiempos que corren hablar de razas puede resultar, cuando menos,
incorrecto, pero increíblemente actual; en Estado Unidos el ridículo Donald
Trump se alza como portavoz de las posiciones más recalcitrantes de la doctrina
Monroe. En Europa, particularmente a raíz de los atentados de principios de año
y los más recientes en Paris y la crisis de los refugiados sirios, las voces se
alzan para radicalizar las leyes migratorias.
Obviamente, enmarcar
estos conflictos únicamente en una
cuestión de razas es, cuando menos, simplificarlos hasta el absurdo, se nutren
de razones económicas, sociales y culturales que van mucho más allá del color
de la piel o de la religión profesada. Ello es cierto, como cierto es que
también la raza está presente en ellos, más propiamente, el encuentro de las
razas – culturas.
En nuestro reducido mundo occidental es absurdo pretender hablar de
razas – culturas puras, sea por imposición o elección, nuestra cultura y formas
de ver el mundo están marcadas por una historia de mestizaje (los árabes
dominaron la península ibérica por casi ocho siglos, España tiranizó sus
colonias americanas por poco más de 500 años) y por un presente de migración.
Salvo casos de
endogamia enfermiza (como la que priva con excepciones, por ejemplo, en buena
parte de la autonombrada nobleza europea), que produce hemofílicos, prognatas e
idiotas genéticos; nuestra sociedad es hoy una mezcla de razas – culturas, un
enorme caldero multicultural y pluriétnico.
Nos nutrimos de los
otros y no es ésta una afirmación únicamente económica; nuestra forma de ver el
mundo cambia conforme entramos en contacto con otras visiones del mañana.
La reconquista
Los Mexicanos en Estados Unidos
Cada año ingresan
en territorio estadounidense cerca de un millón de inmigrantes ilegales, de estos,
la inmensa mayoría son latinoamericanos y casi la mitad mexicanos. En términos
estadísticos, uno de cada cuatro mexicanos tiene un familiar o conocido
trabajando como ilegal en los Estados Unidos.
En los últimos años
el perfil de estos migrantes ha cambiado sustancialmente, no es ya el hombre
del campo que va a trabajar en los cultivos, sino el joven profesionista que
termina laborando en el campo de la construcción o de servicios, es decir;
albañiles, garroteros y meseros con título.
Esta
transición se explica fácil y es, también, producto de la migración. A partir
de la segunda mitad del siglo pasado las personas empezaron a abandonar las
comunidades agrícolas para iniciar el lento pero sostenido éxodo a las
ciudades. Los países latinoamericanos, de ser esencialmente agrícolas, se
transformaron en sociedades urbanizadas… Mal urbanizadas.
La carencia de servicios básicos, la
inexistencia de una política eficaz e integral para afrontar el repentino
crecimiento de la población urbana devino, obviamente, en el incremento de la
miseria y la cancelación de oportunidades de educación, empleo y desarrollo
para los habitantes de las ciudades en general y para los migrantes en
particular.
A ello deben sumarse políticas
encaminadas a la degradación del Estado. Durante los últimos 26 años la
generación de empleos, en comparación con el crecimiento de la población en
edad laboral, ha sido negativa. En el mismo periodo, para quienes consiguen y
mantienen un empleo en el mercado formal, el salario real ha caído en poco más
de un 200% frente a la escalda de precios.
Así, los descendientes de los
migrantes urbanos tomaron el mismo camino que sus padres… Caminar para buscar
una mejor vida.
Las cifras no son
exactas y sólo pueden darnos una idea muy aproximada de la realidad. Cientos o
tal vez miles de migrantes fallecen en el camino… Asfixiados en vagones o
contenedores de traileres, cansados y deshidratados en el desierto, ahogados…
Asesinados por alguno de los incontables grupos de odio que proliferan a lo
largo de la frontera.
De quienes lo logran, miles son
capturados por la patrulla fronteriza y repatriados (aún si son centro o
sudamericanos) inmediatamente a través de los pasos de Laredo y Ciudad Juárez
(que conectan EUA con México).
Los migrantes
latinoamericanos (mayoritariamente mexicanos) en Estados Unidos se encuentran,
principalmente, en los estados fronterizos como Texas, California o Florida y
las grandes urbes como Nueva York y Chicago. Los latinos son, en la actualidad,
la primer gran minoría en el vecino del norte y en ciudades como Los Ángeles,
representan la mayoría de la población.
La otra colonización
Árabes y africanos en Europa
Latinoamérica (en particular, México),
si bien el primer expulsor de migrantes en el orbe, no es el único. Anualmente
cerca de dos millones de habitantes de los países árabes y, principalmente,
africanos emigran de manera ilegal hacia Europa. Como el caso americano es
fantasioso ubicarlos únicamente como campesinos en estado de miseria, muchos de
ellos son jóvenes urbanos con preparación académica que buscan una mejor vida.
Las
razones de la migración árabe y africana son similares a las de la migración
americana… Similares y completamente distintas.
África y el Medio
Oriente son regiones marcadas por la violencia, sea que ésta provenga de
regímenes despóticos, de guerrillas que hace mucho perdieron de vista las
razones de su origen o por la ocupación y constante amenaza de potencias
extranjeras, llámense éstas Estados Unidos o Israel.
En
la actualidad, al menos un cuarto de la población africana y un tercio de los
habitantes de los países árabes sobreviven en campos de refugiados, en espera
de regresar a sus lugares de origen o escapar de su cotidiana pesadilla, rumbo
a mejores tierras.
Los
caminos de la migración árabe y africana los llevan hasta la reja que separa
los territorios del Medio Oriente y Europa o a través del mar mediterráneo en
embarcaciones que, la más de las veces, son apenas troncos mal unidos.
De nuevo las cifras no son exactas,
no pueden ser exactas... Decenas, tal vez centenas de miles mueren anualmente
ahogados por la marea o asesinados por el calor, el hambre y la sed.
Quienes sobreviven y son capturados,
se ven trasladados a los campos de internamiento para inmigrantes ilegales;
modernos campos de concentración donde miles esperan hacinados su inminente
deportación.
A
esta marea, debe sumarse la migración proveniente de las antiguas repúblicas
soviéticas y su área de influencia, quienes a raíz de las reformas de la Prestroika y la caída
de socialismo real, vieron su economía derrumbarse ante las leyes del mercado y
sus sueños de futuro morir entre conflictos separatistas e interétnicos.
Si bien la
presencia de migrantes árabes, africanos o centroeuropeos es una constante en
todos el territorio de la
Unión Europea , la mayor concentración de éstos se encuentra,
principalmente, en las grandes urbes de países como España, Francia, Alemania e
Inglaterra.
Construyendo
y Reconstruyendo el paisaje
Es sencillo
identificar la imagen del emigrado con la del marginado social, asociar su
presencia a los índices de delincuencia y repetir, junto al coro de la
ignominia, que una frontera sellada es sinónimo de seguridad en el hogar... Es
sencillo, pero es mentira.
Repetir desde cualquier punto el
concierto de falacias, es negar las razones reales de la migración y, por
tanto, el papel que las grandes potencias industriales y económicas jugaron en
el origen de todo esto.
El apoyo del
gobierno estadounidense y de no pocas administraciones de países europeos, a
regímenes despóticos es y ha sido una constante histórica. Regímenes que
cobraron una sangrienta relevancia durante buena parte de la segunda mitad del
siglo XX en América Latina y continúan haciéndolo en África y Medio Oriente,
siempre bajo la mirada complaciente de los gigantes del Norte.
A ello debe sumarse la imposición de
políticas económicas desde los organismos financieros bajo control del gran
capital, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco
Interamericano del Desarrollo. Quienes condicionan sus apoyos económicos a la
adopción de políticas privatizadoras y de reducción al gasto social de los
gobiernos.
Repetir desde
cualquier punto el concierto de las falacias, es negar las razones reales de la
migración y, por supuesto, su papel real. Porque la economía de las grandes
potencias económicas e industriales se yergue sobre cimientos de piel morena y
oscura. Es decir; sobre las espaldas de los migrantes.
Con su trabajo construyen la
prosperidad de las grandes potencias y su presencia da nuevos colores a las
ciudades, comunidades y sociedades. Es ridículo reducir el fenómeno la
migración a las estadísticas y datos económicos, porque, sobre todo, la
migración cambia el mundo.
A medida que la migración crece,
crece también la riqueza cultural del orbe... A medida que encontramos y conocemos
a los distintos, crece, por supuesto, nuestra capacidad de entender el mundo y
cambiarlo.
Mario Stalin Rodríguez
Fuentes:
Armando
G. Tejeda “Canarias: la ruta de la muerte”
Cristóbal
Mendoza “La migración femenina”
Donna J.
Haraway “Raza. Donantes universales en una cultura Vampira”
Fabiola
Martínez “Notas sobre migración”
José A.
Moreno Mena “Migración en la frontera Norte”
Ofelia
Woo Morales “Las mujeres en la migración mexicana”
Ofelia
Woo y José Moreno Mena “Las mujeres migrantes”
Sin
fronteras IAP “México y sus fronteras”
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, La Tira de la Peregrinación, Opinión, tratado sobre la necedad
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