lunes, marzo 13, 2006

El retrato del retratista

Capote (Truman Capote, Benedett Millar, EUA-Canadá 2005), se inspira en el periodo en que el escritor norteamericano concibió la novela de no ficción: A sangre fría. El filme, ganador al Oscar al mejor actor por el espectacular trabajo de Philip Seymour Hoffman, quien encarna al autor de Desayuno en Tiffany's, se ubica en noviembre de 1959; Capote, cronista y parte del naciente jet set neoyorkino (ese mundo que, despu{es, Tom Wofe retratar{a de manera magistral en la Hoguera de las Vanidades), lee un artículo en el New York Times sobre el asesinato de cuatro miembros de una familia de granjeros, los Clutter, en el poblado de Holcomb, Kansas. Casi todos los días aparecen historias similares en los diarios, pero hay algo en ésta que atrae la atención de Capote.

Presenta una oportunidad, piensa, para probar su teoría de que en manos del escritor adecuado la no ficción puede ser tan irresistible como la ficción. ¿Qué impacto han tenido los asesinatos en ese pequeño pueblo de llanuras y ventiscas? Con esto como tema, para su propósito y sin importarle si llegan a esclarecerse los asesinatos, convence a la revista The New Yorker para que le den una asignación y se marcha a Kansas.

Lo acompaña su amiga de la infancia en Alabama, Harper Lee (Catherine Keener). De voz un tanto infantil, poses amaneradas y ropa poco convencional, que despiertan hostilidad inicial en una parte del pueblo, Capote rápidamente se gana la confianza de los habitantes, sobre todo la de Alvin Dewey (Chris Cooper), encargado de la Agencia de Investigaciones de Kansas para dirigir la búsqueda de los asesinos.

Atrapados en Las Vegas, los asesinos: Perry Smith (Clifton Collins Jr.) y Dick Hickock (Mark Pellegrino), son devueltos a Kansas, donde se llevará a cabo su juicio, serán condenados y sentenciados a muerte. Capote los visita en la prisión y conforme empieza a conocerlos se da cuenta de que lo que creyó que sería un artículo para la revista ha crecido al tamaño de un libro, libro destinado a ser uno de los más grandes de la literatura moderna.

Un libro, cabe señalar, no escrito por amor a la verdad o por su búsqueda, sino para probar una teoría; objetivo que, a los ojos de Capote, justifica y justificará cualquier acción emprendida, por muy cuestionable que sea.

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3 Comments:

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