domingo, noviembre 02, 2025

CONVITE 2025

 

A mi madre, siempre y primero que nada a mi madre, que me enseñó a tener las puertas abiertas y un lugar en la mesa para la familia (la de sangre y la elegida), para las amistades y para quienes no lo eran tanto e incluso para les extrañes; para quienes necesitaran un lugar seguro, un escondite, oídos que escuchan y hasta abrazos cómplices... A mi madre, siempre y primero que nada a mi madre, porque sus pasos son todavía parte importante de nuestros caminos.

 

A la familia, a quienes nos unió y nos une sangre y cariño, a quienes a sus formas y a sus tiempos nos enseñaron formas de ver el mundo, de entender el mundo... De cambiar el mundo.

 

A la familia elegida, a quienes nos unieron y unen lazos más fuertes que la sangre y tan fuertes como el cariño de los caminos compartidos; de los mañanas que juntos soñábamos.

 

A las amistades con quienes caminamos nuestros pasos, con quienes construimos nuestros días; de quienes construimos nuestros días.

 

A las compañías efímeras con quienes compartimos pocos pasos, con quienes no departimos y acaso intercambiamos unas cuantas palabras o sólo silencios, pero de quienes nos sabíamos cómplices soñando el futuro.

 

A les extrañes con cuyos pasos jamás coincidieron nuestros caminos y éramos, a pesar de ello, compañeres en busca de un mismo horizonte desde distintas geografías.

 

A las inocencias asesinadas por las caras del tirano, a las vidas que las balas y las bombas de los distintos nombres del sistema genocida cortaron, cuya sangre fue derramada por la injusticia y la ignominia... A las infancias, a las mujeres, a los hombres, a elles todes; nuestra mesa, nuestra memoria y la exigencia de justicia y castigo a sus asesines.

 

Y, por supuesto, a nuestras compañías de otras formas; que compartieron sus vidas, días, noches, tristezas, dolores y alegrías con nosotres y fueron, por supuesto, parte de nuestras vidas, días, noches, tristezas y alegrías.

 

Mario Stalin Rodríguez

Noviembre de 2025

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